EL MUNDO
› MOVILIZAN TROPAS EN MEDIO DE NUEVAS AMENAZAS DE BUSH
W. se viste de Comandante en Jefe
En su discurso más belicista, George W. Bush dijo a sus soldados que no conquistarán a Irak sino que liberarán a su pueblo.
Por Julian Borger
Desde Washington
El presidente George W. Bush alistó a las tropas estadounidenses para “horas cruciales” que iniciarán un nuevo capítulo en la crisis con Irak. Bush denunció a Saddam Hussein por desacato ante la ONU mientras que el Pentágono ordenaba el traslado de miles de marines al golfo. Vestido con una campera militar verde oliva, el presidente pronunció su discurso contra Irak más combativo hasta la fecha, rechazando las declaraciones de Bagdad de que está cooperando con los inspectores de armas de la ONU. El presidente proclamó a una multitud de soldados norteamericanos que lo ovacionaron en Texas que, si la fuerza llega a ser necesaria, no será para conquistar a los iraquíes, sino para “liberarlos”.
El significado de este discurso belicoso se agrandó con el hecho de que el presidente se dirigiera a la Primera División de Caballería, de la que se espera que se una en las próximas semanas a las tropas que están protagonizando la acelerada acumulación de fuerzas contra Irak. Ayer, se añadió otro elemento vital para una probable tropa de combate: la Primera Fuerza Expedicionaria de Marines, cuya base está en California y cuenta con 45.000 efectivos. La fuerza confirmó que algunas de sus unidades han recibido órdenes de despliegue en la región. Un vocero de los marines no quiso responder cuántas tropas estaban involucradas, pero dijo que se tratará de “un despliegue significativo”. Estas fuerzas se van a unir a los 60.000 soldados, marines y pilotos que ya están en el Golfo, junto con los 11.000 efectivos del Tercer Cuerpo de Infantería que fueron entrenados para combatir en el desierto y recibieron la orden de partir a comienzos de esta semana.
También se espera que pronto parta para Irak el cuarto componente principal de las fuerzas de ataque, la División Aerotransportada 101ª, que ha estado ensayando exhaustivamente tácticas de combate urbano. Dos portaaviones, el USS Washington y el USS Lincoln, y sus destructores y submarinos están en alerta desde hace 96 horas para zarpar y reforzar la ya significativa armada.
Hablando en la base militar más grande de EE.UU., Fort Hood, Bush dijo que Saddam todavía tenía la oportunidad de evitar una guerra. Declaró que “incluso ahora puede terminar su desafío y cambiar el rumbo dramáticamente. El tiene que tomar esta decisión”. Las palabras de Bush representaron un claro rechazo a las medidas que Irak tomó hasta la fecha para cumplir con la resolución sobre inspecciones de armas que el Consejo de Seguridad ordenó en noviembre, incluyendo la lista que dio a conocer el gobierno iraquí el mes pasado. La declaración iraquí enumeró los laboratorios y fábricas civiles del país pero negó tener armas químicas, biológicas o nucleares. “El dictador iraquí ni siquiera intentó enviar una declaración creíble. Ahora podemos estar seguros de que desobedeció a la ONU, a su Consejo de Seguridad y a todas sus resoluciones”, les dijo el presidente a las tropas que lo ovacionaron.
Usando una retórica con ecos de Winston Churchill y John F. Kennedy, el presidente declaró: “Si nos vemos forzados a actuar, si Saddam Hussein sella su destino rehusando desarmarse, ignorando la voluntad del mundo, ustedes estarán luchando no para conquistar a nadie, sino para liberar un pueblo. Horas cruciales pueden estar frente a nosotros. Conocemos los desafíos y los peligros que enfrentamos. Pero esta generación de norteamericanos está preparada. Aceptamos la carga del liderazgo. Actuamos por la causa de la paz y la libertad. Y en esta causa prevaleceremos”.
Observadores militares en Washington dicen que todavía hay esperanza en la administración Bush de que la demostración de fuerza y resolución por Estados Unidos gatille un golpe que derroque al presidente Saddam. A falta de eso, la mayoría coincide en que la administración Bush ha comprometido demasiadas tropas y recursos para aceptar algo menos que la caída del líder iraquí, o al menos la entrega por Irak de las armas de destrucción masiva que EE.UU. y Gran Bretaña insisten que están en su poder.
El tono del discurso del presidente dejó en claro que EE.UU. no aceptaría un informe que la ONU deberá entregar este mes si éste termina admitiendo que los inspectores de armas no encontraron evidencia de armas prohibidas. En cambio, Washington o Londres podrían producir sus propios informes que indicarían la existencia de programas secretos de armas iraquíes. El jefe de inspectores de la ONU, Hans Blix, dijo ayer que el informe que entregará al Consejo de Seguridad el próximo jueves y uno más detallado pautado para el 27 de enero, incluirán muestras de tierra que se tomaron en sitios sospechosos de Irak. Actualmente, éstas están siendo analizadas para encontrar vestigios químicos, biológicos y radiactivos.
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