El populista de izquierda y militar retirado Lucio Gutiérrez tomó ayer posesión como nuevo presidente de Ecuador en una ceremonia llevada a cabo en el Congreso nacional, autoproclamándose la figura del “cambio” con mayúscula del país hacia su “refundación” y dijo que estará al servicio de los pobres: “El pueblo está pobre y dejará de estarlo”, dijo. Su primera lucha será contra la corrupción y la politización de la Justicia, bandera de su campaña. Además advirtió a los acreedores que los países como el suyo no podrán pagar su deuda externa con el 40 por ciento del presupuesto anual. “Lucio, Lucio”, lo vitorearon sus partidarios en el transcurso de su alocución de 77 minutos. El acto contó con la presencia de 1000 invitados, entre ellos los presidentes Fidel Castro (Cuba), Luiz Inácio Lula da Silva (Brasil); Alvaro Uribe (Colombia); Ricardo Lagos (Chile); Alejandro Toledo (Perú); Gonzalo Sánchez de Lozada (Bolivia) y Francisco Flores (El Salvador), así como los vicepresidentes de Guatemala, República Dominicana, Panamá y Nicaragua.
Lucio “Lucho” Gutiérrez recibió la banda presidencial de parte del presidente del Congreso, el diputado Guillermo Landázuri, quien expresó uno de los desafíos de base de la nueva gestión: “En 23 años de vida democrática de Ecuador el 80 por ciento de los ecuatorianos es pobre”. Gutiérrez reconoció en la apertura de su discurso que recibe “la sombría herencia de una enorme deuda externa e interna, un déficit grave y una creciente desbalanza comercial”, así como cuantiosos pagos que debe realizar “de manera urgente a cientos de miles de ecuatorianos”. De inmediato invitó a “un cambio de modelo mental” –que describió como “cambio de paradigma”, “un cambio de 180 grados”, para “subordinar el dinero a la prioridad de mejorar la calidad de vida de la gente”– de esta nación de cerca de 12 millones de habitantes, y prometió trabajar por los pobres de mi país”. Al destacar la prioridad que tendrá en su gobierno la lucha contra la pobreza, elogió el liderazgo del presidente brasileño Lula da Silva, y señaló que “si los pobres no pueden comer, los ricos no deben dormir”.
El flamante jefe de gobierno lanzó “un grito desesperado al mundo desarrollado” para que ayude a los menos desarrollados con la carga de la deuda externa –que en el caso ecuatoriano se ubica por encima de los 12.000 millones de dólares–. “No podemos desarrollar a nuestros países pagando por la deuda externa porcentajes de alrededor del 40 por ciento del presupuesto nacional”, declaró el mandatario, a la vez que pidió que el endeudamiento sea tratado como problema social, con criterio político y no como frías estadísticas. Asimismo, en un cruce de política exterior e interior, el nuevo presidente propuso un frente común internacional con sus vecinos “contra los ladrones de fondos públicos; con la misma coherencia con la que se hace la lucha contra el narcotráfico, tratemos de que no encuentren refugio en nuestros países, que se les retiren las visas, se los extradite, se les confisquen los bienes y que inevitablemente enfrenten a la Justicia”. Gutiérrez hizo varios llamados a los países latinoamericanos para que se preparen a tiempo para afrontar “los peligros de la globalización”, de manera que, “en vez de ser un riesgo, se convierta en una oportunidad”, y propuso la integración de su país en la comunidad sudamericana y el Mercosur.
El coronel retirado saltó a la escena política durante la insurrección indígena-militar que derrocó al ex presidente Jamil Mahuad, en enero de 2000, ocho días después de que éste produjese una brutal devaluación de la moneda, seguida de la dolarización y de una estampida en los precios de los productos básicos. Gutiérrez se refirió ayer a ese inicio de su carrera política, advirtiendo a la “mala prensa” que lo tilda de “inexperto” que ganó “nuestra vocación patriótica y democrática”, evidenciada en su triunfo en la segunda vuelta de las presidenciales el 24 de noviembre pasado, cuando obtuvo el 54,5 por ciento de los votos válidos. Ironizó en que “confío en terminar inexperto en corrupción e impunidad”. Gutiérrez dijo “estar orgulloso de aquel acto de dignidadnacional del 21 de enero”, en que se levantó contra sus mandos, y luego sobrellevó “la encarcelación y “estigmatización”.
En los temas domésticos, Gutiérrez reiteró que uno de los pilares de su administración será la lucha contra la corrupción y reclamó la despolitización y “despartidización” de la Justicia designando a jueces alejados de intereses de partidos políticos. El ex coronel hizo duras y constantes críticas a “los poderosos y sus partidos” tradicionales, a los que derrotó en las elecciones, pero que tienen mayoría en el Parlamento de 100 miembros. Les advirtió que “vamos a cambiar este sistema injusto”. Y volvió sobre el pilar: “Gobernaré para los pobres, no para ustedes, señores, que han mandado siempre en este país”, dijo. “Haré el cambio aunque ustedes intenten obstaculizarme”, agregó.
Tratando de apartarse de las ideologías, Gutiérrez dijo que no gobernará para la izquierda ni la derecha sino para los ecuatorianos, y sumó a aquellos que han abandonado al país para buscar fuentes de trabajo en otras latitudes. Con frases como “seré el mejor presidente de la historia del Ecuador”, o “cambiaré el Ecuador o moriré en el intento”, se comprometió a llevar adelante sus propuestas y anunciará sus decisiones iniciales “durante la primera semana de gobierno”, según anticipó. Entre esas medidas está una propuesta de reforma política que piensa someter a plebiscito, para superar la mayoría opositora del Congreso.