EL MUNDO › EL BARCO QUE INTENTó LLEVAR AYUDA A GAZA LLEGó A TURQUíA
Centenares de simpatizantes esperaban a la nave que se volvió icono de la lucha por la defensa de los derechos palestinos. Se trató del acto de la organización que preparó el envío de la llamada “Flotilla de la Libertad” a la Franja.
› Por Lucas Farioli
Desde Estambul
La organización de ayuda humanitaria IHH (Insan Hakli ve Hürriyetleri Insani Yardim Vakfi) no había escatimado en recursos para anunciarlo de forma rimbombante. “Nuestro Mavi Marmara regresa a Estambul, vayamos a recibirlo”, clamaban los carteles, afiches y pasacalles instalados en todos los rincones de la vieja urbe.
Efectivamente, el barco regresó ayer a Estambul y lo hizo surcando las aguas a las que debe su nomenclatura hasta posarse suavemente en Sarayburnu, en la ribera Sur del Cuerno de Oro. A las 12.57 horas, tras seis meses de cautiverio, el que se ha convertido en un verdadero icono de la lucha por los derechos del pueblo palestino volvió a su hogar, donde lo esperaban centenares de simpatizantes a los gritos de “Hos Geldin” (bienvenido).
La gente esperaba desde hacía horas. Algunos incluso madrugaron para encontrar un buen sitio. Por ello, al distinguirse la silueta de la embarcación penetrando en el delta que preside el palacio de Topkapi, el público estalló en grandes ovaciones y se vivieron momentos de gran emoción con llantos y abrazos e imponentes gritos de furia. “Ahhahu ekber” (Dios es el más grande, en árabe) o “Israil devlet terörü” (Israel terrorismo de Estado, en turco).
Entre aquellos que se situaban en las primeras filas, frente al muelle y tras un escenario cuidadosamente preparado, se encontraban los dirigentes de la organización, los militantes que vivieron la pesadilla en primera persona, y los familiares de los nueve “mártires” que sucumbieron en el brutal ataque. “No llamen muertos a aquellos que mueren en el camino de Dios porque están aquí con nosotros, sólo que ustedes no podrán verlos” rezaba un cartel hecho a mano y que un joven veintiañero sostenía frente a la entrada.
Se trató del acto de la organización que preparó el envío de la llamada “Flotilla de la Libertad”, un grupo de embarcaciones procedentes de Grecia Turquía e Irlanda que pretendían llevar ayuda humanitaria a la Franja de Gaza bajo bloqueo por parte de Israel.
El incidente de la flotilla tuvo lugar a las 04.30 horas de la madrugada del 31 de Mayo. Entonces comandos navales israelíes atacaron las embarcaciones “de forma brutal y haciendo un uso de la fuerza exagerado y totalmente innecesario”, según destaca la comisión de las Naciones Unidas que preparó un informe sobre el caso.
La operación dejó un saldo de nueve muertos de nacionalidad turca (uno de ellos estadounidense de origen turco), 31 heridos de diversa consideración, y 23 heridos de gravedad. Asimismo, como bien han reconocido las propias autoridades israelíes, el abordaje se produjo en las coordenadas 32º 42,0 N, 33º 30,0 E, a unas 73 millas náuticas del área continental israelí, es decir, que el ataque tuvo lugar en aguas internacionales, lo que según los términos del derecho internacional y los acuerdos de seguridad marítima de los que la propia Israel es signataria, constituye una acción patentemente ilegal. El Mavi Marmara, entonces, fue el epicentro de la furia de los comandos israelíes así como el escenario principal de los trágicos eventos de aquella madrugada.
“Yo trabajo mucho y apenas tengo tiempo, pero hoy he venido aquí a colaborar con la organización de la que formo parte, IHH, y a darles mi tiempo para lo que haga falta”, señala Ahmet Kiyabakan, militante de la organización y parte del aparato de seguridad encargado de mantener orden y evitar situaciones peligrosas durante la ceremonia.
“Estamos muy emocionados de volver a ver a nuestro Mavi Marmara de regreso. Es un gran placer compartir este momento tan especial con nuestros hermanos.”
Sin dejar de prestar atención a su labor, Ahmet confirmó a Página/12 que “como ya había augurado la dirección de IHH, a finales de mayo próximo la organización tiene planeado enviar otra flotilla”.
Preguntado de si le gustaría embarcarse rumbo a Gaza, Ahmet responde sin pestañear: “Si hay sitio y existe la posibilidad de que yo pueda ir desde luego que iría encantado”.
Si bien el éxito de la convocatoria y la demostración de cariño fueron rotundos, a los organizadores les falló disimular el carácter ostensiblemente islamista en el que desembocó el acto. Durante el evento las “vakfis” religiosas (grupos o hermandades), conocidas por su buena organización, disciplina y trabajo comunitario, se esmeraron en darle al evento un tinte con marcado carácter religioso que no hizo sentir cómodos a aquellos laicistas de clase media que también condenaron el ataque y que como era de esperar no acudieron a la recepción. Como soldados y ataviados con cintas en la frente y banderas negras con escrituras coránicas en árabe, entonaban cánticos que no encajaban en absoluto con la apariencia de valores pacifistas que promulga IHH.
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