Desde Milán

La crisis de los refugiados norafricanos empeoró ayer. Un bote lleno de migrantes tunecinos se hundió y murieron 35 de quienes estaban a bordo. Un barco que llevaba a 1800 personas que huían desde Libia fue rechazado por las autoridades de Malta y de Italia. La embarcación más grande había venido desde Trípoli y llevaba en su mayoría refugiados marroquíes. Primero le impidieron su entrada en Malta y después en Augusta, este de Sicilia. Se mantuvo en aguas internacionales, seguido por un buque italiano. “No podemos saber si hay terroristas a bordo”, dijo el ministro del Interior, según publicó el Corriere della Sera. Después se conoció que el barco sólo intentaba cargar combustible y un vocero del opositor Partido Democrático tildó de incomprensible la decisión del titular de la cartera del Interior.

Decenas de miles de personas escaparon de las protestas y de la represión mientras el movimiento pro democrático se extiende por el norte de Africa y el Medio Oriente. Grupos de derechos humanos llamaron a las autoridades a dar un trato justo a los refugiados, pero las tensiones afloraron notablemente en la pequeña isla de Lampedusa, adonde llegaron cerca de 10 mil refugiados. La tragedia del barco se hizo aparente cuando otra embarcación llegó a Lampedusa y los refugiados les dijeron a las autoridades que habían visto un pequeño bote llevando a unas 40 personas en las primeras horas de la mañana de ayer. Los desplazados se lamentaron porque sólo pudieron rescatar a cinco, mientras que las otras 35 personas se ahogaron. Un refugiado lloró: “Están muertos. Están muertos. Se hundieron delante de nuestros ojos”.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.