Lunes, 30 de mayo de 2011 | Hoy
EL MUNDO › TRAS LA DECISIóN DEL GOBIERNO DE EL CAIRO DE ABRIR DE FORMA PERMANENTE LA FRONTERA
Para el millón y medio de palestinos que vive en la Franja de Gaza, poder cruzar al país vecino es algo similar a la apertura de una válvula a presión. Por eso un torrente de personas salió del enclave durante el fin de semana.
Por Catrina Stewart *
Desde Rafah, Gaza
Un torrente de personas cruzaron desde Gaza a Egipto durante el fin de semana que siguió a la decisión de El Cairo de abrir de manera permanente las fronteras con el territorio palestino, un paso significativo para comenzar a desandar los cuatro años de bloqueo israelí que dejó al enclave costero destrozado.
Parvas de palestinos, muchos de los que habían solicitado el viaje por adelantado, llegaron a la terminal de Rafah el sábado a la mañana, como anticipando lo que esperaban sería una nueva página en su tensa relación con Egipto. “Fuimos demasiado pacientes”, consideró Yusef Abu Yusef, un hombre de 48 años que iniciaba su camino hacia El Cairo para visitar a amigos y conseguir medicinas que en Gaza no existen. “Antes uno se acercaba a la terminal sin saber a ciencia cierta si iba a poder viajar o no”, concluyó.
Desde que Mubarak fue apartado del poder por una rebelión popular sucedida hace tres meses, Egipto comenzó a desprenderse de las políticas impopulares pro Israel. Teniendo en cuenta la relación con Tel Aviv, por un lado, pero prestando atención al apoyo popular de los egipcios a Palestina, los gobernantes interinos de El Cairo abrieron las fronteras con Gaza proporcionándoles una salida al mundo a los habitantes de ese asediado enclave.
Para el millón y medio de palestinos que vive en Gaza, se trata de algo similar a la apertura de una válvula a presión. Durante cuatro años, el bloqueo terrestre y naval impuesto por Israel al grupo dirigente islamista Hamas impidió a los palestinos abandonar Gaza, a excepción de casos específicamente especiales, separando a familias y manteniéndolos bajo el peligro de las bombas que Israel lanzó contra casas en Gaza, hace dos años y medio.
“Estoy tan feliz”, festejó Ahmed Zaorob, un palestino cincuentón que no salió de Gaza en los últimos 20 años. “Estudié en Egipto y estoy muy ansioso de verlo de nuevo”, añadió. Aferrándose a la mano de su esposa egipcia, Rwaida, comentó que viajaban a El Cairo para comenzar a tramitar la ciudadanía de ese país para sus dos hijos adultos. “Espero que dure –concluyó Zaorob–. A eso le tememos los palestinos. A que se termine pronto.”
En una primera instancia, los egipcios permitieron la entrada a Rafah a estudiantes, empresarios y aquellos enfermos que necesitaban encontrar una cura urgente a sus dolencias. Pero las fronteras eran asiduamente cerradas, sin aviso previo, durante largos períodos, provocando largos atrasos. Cuando eso sucedía, muchos palestinos esperaban en el sobrecargado hall de espera de la terminal a que algún funcionario dijera sus nombres. Aun sabiendo que si Hamas los dejaba pasar existían grandes chances de que Egipto los frenara.
Desde el sábado, las cosas cambiaron. Para el final del día, el primero de apertura del paso, más de 400 personas habían cruzado la frontera, en tanto que unas dos docenas habían sido rechazados, presentes en las listas negras de Egipto debido a asuntos concernientes con la seguridad.
En efecto, las nuevas reglas no traen puro beneficio. Los hombres entre 18 y 40 años no pueden traspasar las fronteras si antes no tramitan la visa egipcia. Según la seguridad de Egipto, la extremadamente populosa afluencia de jóvenes palestinos podría inquietar la situación en el país, en el que aún se siente la agitación revolucionaria.
Los límites más importantes, no obstante, los que dividen a Israel de Gaza, permanecen cerrados. Es que es a través de Israel que las ganancias comerciales son transferidas. Además, aquellos que esperan para acceder a un tratamiento médico en Israel o que quieren visitar a familiares en Cisjordania deben pedir acceso con meses y meses de anticipación, solicitudes que, a excepción de los casos médicos más urgentes, son rechazados.
“Fue como vivir en una prisión. Un tiempo de intensa frustración para nosotros”, remarcó Yab Assawarka, un palestino de 60 años que abandonaba Gaza por primera vez desde hace seis años. Muchas otras voces expresaban sentimientos similares, o hablaban con esperanza de grandes reuniones familiares, de encuentros con amigos, de redescubrientos de lugares que alguna vez fueron propios.
El Comité Internacional de la Cruz Roja había condenado las políticas de Israel como “castigos colectivos” para los residentes de Gaza. Hasta el año pasado, los parámetros del sitio eran tan rígidos que prohibió la aplicación de algunos de sus ítems.
La derecha política de Israel denigró fuertemente la decisión de Egipto de abrir su frontera, bajo el argumento de que sólo apuntaría al aumento del tráfico de militantes y armas. Sin embargo, fuentes del gobierno aseguraron que, mientras el Estado egipcio mantenga el control, el paso no es motivo de preocupación. Más alarma causa el hecho de que la apertura entre Egipto y Gaza refuerce la marcada popularidad de Hamas, y le brinde la posibilidad de discurrir las decisiones egipcias y sus logros políticos.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
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