EL MUNDO › LIBIA
La primera lluvia de mortero arreció desde el primer piso de un edificio. Luego siguieron otros tres en una rápida sucesión. El régimen de Khadafi (foto) daba manotazos de ahogado luego de una semana de derrotas que dejaron a Trípoli aislada. “La sangre de los mártires no será derramada en vano”, gritaba un grupo de gente en la calle. El ataque fue un intento desesperado para detener un avance rebelde a pocos kilómetros de la capital libia. La batalla de Zawiyah se llevó a cabo en la noche, y el saldo era evidente la mañana después. En la Plaza Central, ahora rebautizada como Plaza de los Mártires, yacían los cuerpos de dos soldados del régimen, con la evidencia del terror que habían vivido expresado en las muecas de sus rostros. El Jawhara Palace, un hotel al lado de la plaza, estaba siendo usado como cuartel de operaciones para las tropas del régimen. Había sido parcialmente destruido. Es difícil que el contraataque llevado a cabo por lo que queda del gobierno de Libia pueda revertir el resultado de esta sangrienta guerra civil. Cada día ha representado una pérdida de ciudades para el régimen, con tropas arreciadas por ataques aéreos de la OTAN en franca retirada. Mientras tanto, la acción militar de la OTAN, sin la que los rebeldes hubiesen encontrado imposible acechar a Khadafi, se acrecentó, con ataques aéreos en Trípoli. Desde que la OTAN asumió los ataque aéreos el 31 de marzo, han volado más de 19.000 puestos de batalla. En Benghasi, el líder del Concejo Transicional Nacional opositor, Mustafá Abdel Jalil, declaró que el fin está cerca para Khadafi. “Espero un final catastrófico,”dijo el funcionario.
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