Sáb 19.04.2003

EL MUNDO  › BALTASAR GARZON EXPLICA QUE LA GUERRA FUE ILEGAL DESDE EL ORIGEN

“Esta fue una cacería del iraquí”

El juez español que consiguió el encarcelamiento de Augusto Pinochet teme que comience una época de “inseguridad absoluta” por el ejercicio del poder unilateral por parte de los Estados Unidos. Invitado por la Universidad de Quilmes para presentar su libro “Cuento de Navidad, es posible un mundo diferente”, Baltasar Garzón habló con Página/12 sobre la guerra y la impunidad, y hasta hizo teoría sobre otro tema: qué significa atajar.

Por Martín Granovsky
y Victoria Ginzberg

Estuvo en Buenos Aires en diciembre de 2001, diez días antes de que Fernando de la Rúa volara por el aire enfundado en un helicóptero Sikorsky. A pesar de ese antecedente, Baltasar Garzón no es un experto en catástrofes sino en buscar un límite jurídico para el desastre. Si entonces su preocupación era la respuesta ilegal al terrorismo del 11 de septiembre, ahora su gran inquietud es la guerra.
–¿La guerra de Irak plantea un problema de derechos humanos?
–En casi todas las guerras (corrijo: en todas las guerras) hay un problema de derechos humanos. Y en ésta el hecho en sí de la guerra y la forma en que comenzó marca un grave atentado contra los derechos humanos.
–¿Por qué?
–Por la ilegalidad de la guerra.
–¿Por qué dice que en todas las guerras hay un problema de derechos humanos?
–Para una persona que piensa que el derecho a la vida es algo esencial, no hay justificación para ir contra ese derecho.
–¿No hay guerras justas?
–Bueno, hay que entender que la guerra a veces ha sido y es necesaria. Pero es difícil desde el punto de vista del derecho internacional hablar de guerras justas. Sí hay guerras legales.
–¿En la guerra de Irak hubo violación de los derechos humanos?
–Habría que hacer una investigación, pero en principio se violaron aspectos relevantes para los derechos humanos y para los derechos culturales.
–¿En el segundo caso lo dice por la destrucción de patrimonio histórico y arqueológico?
–Los expertos avisaron que no se estaba resguardando ese patrimonio y sin embargo no hubo ningún cuidado. Parece que lo único que interesaba era preservar el bien económico.
–Bueno, tal vez tomaron el petróleo por su origen arqueológico.
–El pueblo u’wa, en la sierra nevada del Cocuy-Güicán, en Colombia, dice que a veces se asesina la tierra.
–Volvamos al bombardeo sobre las ciudades.
–Yo es que tengo una visión más amplia todavía. Si la guerra se desencadena por un acto ilegal, después todo queda revestido de un plus de intencionalidad. Entonces, esa carga de intencionalidad tiñe y sobrepasa todo acto de guerra.
–Es decir que los bombardeos en general son ilegales.
–Un bombardeo indiscriminado puede ser considerado un crimen contra la humanidad.
–Lo que usted dice es que en una guerra con vicio de ilegalidad desde su origen, los actos posteriores son ilegales.
–Sí. Y de paso, contestando la pregunta anterior, digo que por muy inteligentes que sean las bombas, aunque sea por dolo eventual habrá muertes civiles.
–¿En qué condiciones una guerra se acerca más a la legalidad?
–Cuando es inevitable, proporcionada e imprescindible.
–¿La de Irak no lo fue?
–No. Por ejemplo, fue desproporcionada, porque de ninguna manera el ataque era el último recurso.
–¿Y la desproporción se puede castigar en la Justicia penal?
–Claro. De hecho lo está siendo. Sé que en la Argentina se ha presentado una querella, y en España hay más de 500 denuncias presentadas. Me acuerdo de la Asociación Española de Juristas, de ONG de Inglaterra que discuten la idea del fiscal general de Gran Bretaña según quien la actuación de su país en la guerra era legal... Yo opino que, más allá de cualquier debate posterior, es un hecho que la guerra no ha sido autorizada por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.
–El dictamen británico que usted cita decía que sí. Y los Estados Unidos también.
–Es que se incumple la resolución 1441 del Consejo de Seguridad. Esa resolución acordaba por unanimidad establecer una investigación sostenida en el tiempo a cargo de inspectores. Luego, habría que esperar el resultado de esas inspecciones.
–Y no se ponía un tope.
–No. Ningún límite de tiempo. Al principio los inspectores detectaron falta de cooperación. Después esa actitud del gobierno de Irak cambió, pero los Estados Unidos empezaron a apurar los tiempos sin una resolución nueva. Ese nuevo texto debió haber salido el 17 de marzo, pero recuerden que el 16 se produjo la ruptura definitiva. Había una resolución anterior, la 687, de 1991.
–Tiempos de la Guerra del Golfo, cuando Saddam Hussein quedó obligado a liquidar sus armas de destrucción masiva.
–Sí. Pero esa resolución quedaba incluida en 1441, que sí se estaba cumpliendo. Los Estados Unidos, en cambio, dieron ésta por no cumplida, y dejaron en pie la 687 para actuar rápido.
–Quedaron dos mundos. El del Derecho Internacional y el del uso del poder crudo.
–Ese es uno de los aspectos más dramáticos, porque el riesgo es que la doctrina del unilateralismo se convierta en una teoría permanente. Así parece hoy, y parece que por un tiempo seguirá siendo así. Que aquí hubo una decisión tomada, y con anticipación, lo prueba el hecho de que seis empresas de los Estados Unidos ya habían sido seleccionadas para reconstruir Irak luego de la guerra. Richard Perle (el entonces jefe de asesores del Pentágono) clarísimamente habló contra el Consejo de Seguridad. Decir que la OTAN es más que la ONU puede significar el desarrollo de una doctrina que no necesariamente tiene que ver con los atentados del 11 de septiembre de 2001. Hay un espacio donde están el Derecho y la sociedad y otro donde está la fuerza. Si nos olvidamos de la legalidad internacional nos irá mal. La negociación y el diálogo político deben salir fortalecidos. Si no, Irak habrá sido solo un ejemplo, y mañana se repetirá lo mismo en otro sitio.
–¿La ONU puede jugar algún papel?
–Debe acomodarse a los tiempos, pero de ninguna manera convertirse en una especie de ONG con preocupaciones y funciones exclusivamente humanitarias.
–¿Cómo podría adaptarse?
–Terminando con el derecho de veto. Ustedes dirán que es poco real. Bien, sí, es poco realizable. Pero al menos como interpretación, está ahí.
–Antes mencionó el 11 de septiembre, el atentado a las Torres Gemelas. ¿Cómo se combate el terrorismo cuando la lucha antiterrorista es una excusa para cercenar derechos civiles o políticos?
–El terrorismo es uno de los capítulos más traídos a colación en estos días. Y no precisamente para bien. Después de los ataques se produjo una situación de sinergia, de solidaridad. Parecía que se podían generar actos conjuntos. Y hubo avances, como la resolución europea del 27 de diciembre de 2001, pero también creció el ámbito de los espacios sin Derecho. Hay una zona de la Justicia a la que no se puede acceder para controlar lo que se está haciendo. Y están los derivados de la guerra, por fuera de la legalidad internacional. Los presos de Afganistán en Guantánamo y otros traslados de prisioneros. O el lanzamiento de misiles en Bali contra un vehículo en el que presuntamente van terroristas.
–Usted dijo que la guerra no fue proporcional. ¿Tampoco fue legítima defensa?
–No. No hubo inmediatez en el tiempo entre la supuesta agresión y la respuesta ni proporción en los medios utilizados. La ONU tiene una resolución, la 1413 del 12 de septiembre de 1973, que define perfectamente qué es una agresión. Pero exige demostrar y presentar pruebas. Afganistán fue una guerra legal por la intervención del Consejo de Seguridad, pero también faltaron las pruebas que relacionaran a quienes destruyeron las Torres Gemelas con el gobierno talibán. En el caso de Irak no hubo agresión previa, no hubo amenaza de agresión inminente y ni siquiera se utilizaron armas de destrucción masiva, que aunque existieran no fueron usadas. La desproporción fue tan grande que se trató de una cacería del iraquí. Y para los que conocemos el tema, ejemplos como el hallazgo de Abu Abas, el cerebro del secuestro del buque Achille Lauro, no prueban nada. Hacía 17 años que estaba en Irak, todos lo sabíamos y conocíamos que Italia facilitó la huida aunque luego fue condenado en ausencia a cadena perpetua.
–Usted suele cuidarse mucho cuando habla. ¿Por qué le pone tanta fuerza personal a este tema?
–Es verdad que esta vez me salí de las resoluciones judiciales. Pero profesionalmente no un tema que yo trámite, y me preocupa como ciudadano. Cualquier defensor de los derechos humanos debe repudiar el uso de la fuerza a través de una grandísima manipulación con el objetivo de extender una doctrina peligrosa. No entiendo algunas posturas al estilo de “ya pasó”. Dejar algo sin resolver hacia atrás es muy grave. Veo un debate vacío, con acusaciones mutuas más que con argumentos. Si hay que hacer un antes y un después, es un tema a discutir. Pero aunque aceptemos que haya que hacerlo, discutamos qué quedó atrás y qué viene.
–¿Qué viene?
–Con esta doctrina, una inseguridad absoluta. Con países que dicen que la Corte Penal Internacional es la forma de solucionar los conflictos pero por otro lado actúan en contra. Y no es un tema de personas. A mí me da igual cómo se llame el que gobierna. Creo que así se va creando un marco peligroso para la seguridad jurídica de los ciudadanos del mundo.

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