Vie 13.04.2012

EL MUNDO  › LA DERECHA FRANCESA HACE CAMPAÑA PREGONANDO UNA “CRISIS DE CONFIANZA MASIVA” SI DEJA DE ESTAR EN EL PODER

Sarkozy amenaza con espantapájaros

El mandatario usa la estrategia del pavor en momentos en que Madrid se hunde cada día más pese a los recortes y a pesar de la afinidad ideológica con Rajoy. Retrata a los socialistas franceses como los sepultureros de la economía.

› Por Eduardo Febbro

Desde París

“Los amigos se cotizan en las buenas y en las malas”, dice un conocido refrán. El presidente francés Nicolas Sarkozy no entra en esta sabía filosofía popular. Entre liberales, la amistad y la proximidad ideológica no garantizan una solidaridad inquebrantable. La derecha francesa sacó todos los espantapájaros del armario para pregonar una “crisis de confianza masiva” si el socialista François Hollande gana las elecciones presidenciales de abril y mayo próximos (22 y 6). “Nosotros o el caos”, dice el presidente candidato y pone como ejemplo el dramático caso de España. A la derecha y al centro se le ha ocurrido la calamitosa idea de presentar a España como el ejemplo dinástico de lo que le espera a Francia si la derecha no conserva el poder. Sarkozy no ha sido el único europeo que incurrió en el territorio del miedo. También el presidente del Consejo Italiano, Mario Monti, esgrimió los casos de España, Grecia y Portugal como influencias nefastas. Estas manifestaciones de egoísmo electoral motivaron una respuesta del jefe de Gobierno español, el conservador Mariano Rajoy, quien pidió a los dirigentes europeos que sean “prudentes” en sus intervenciones sobre España. Lo más dramático es que Nicolas Sarkozy encara la estrategia del pavor en momentos en que España se hunde cada día más pese a los recortes faraónicos que el Ejecutivo español decidió en los últimos días –unos 40.000 millones de dólares–. La prensa española está enfurecida con su ex amigo. El diario El País decía hace poco: “¿Con amigos así quién necesita enemigos?”.

A Sarkozy le caen burlas a la medida de su propia impiedad electoralista. El mismo diario El País lo trata de “frustrado refundador moral del capitalismo”. El presidente francés lanzó hace poco “miren cómo está España después de siete años de socialismo”. Francia está mejor, pero no esquivó ni la crisis, ni sus consecuencias ni los fabulosos déficit acumulados en los años de Sarkozy ni tampoco la sanción que consistió en perder la Triple A que otorgan las agencias de calificación a los malos alumnos de la cuadratura liberal. El segundo eje de la campaña de la derecha francesa es asustar a la gente con el diluvio que caería sobre Francia si la socialdemocracia llegara a la presidencia. Sarkozy y sus consejeros están a la sombra de las encuestas de opinión que, invariablemente, vaticinan una victoria de François Hollande y apuntan por ello hacia los indecisos –30 por ciento del electorado–, los abstencionistas –20 por ciento– y los electores del centro –9,5 por ciento–, asustadizos y muy adeptos a la disciplina fiscal. Los socialistas aparecen retratados como los sepultureros de la economía, derrochadores irresponsables del dinero público, abonados a los déficit crónicos, gestores obsesionados por hacerles pagar más impuestos a los ricos y campeones de la asistencia social a costa de la estabilidad global. El Estado liberal contra el Estado de bienestar está en marcha. Los males que según el presidente-candidato le esperan a Francia “al minuto siguiente” de la victoria socialista son un catálogo de la escatología liberal: “desastre”, “catástrofe”, “crisis masiva de confianza”, “ataques contra la Zona Euro”, “implosión del sistema económico” francés.

Miedo sobre miedo. “Si gana Hollande será una catástrofe. Los mercados especularán contra Francia.” Esa es la última plegaria de la derecha. Y sin embargo, la derecha francesa gobierna desde hace diez años, hace una década que el mismo presidente Sarkozy ocupa funciones claves en los ejecutivos y en el últimos cinco años de su mandato presidencial se acumuló una colección de cifras negativas: Francia perdió la sacrosanta Triple A, hubo un millón de desempleados suplementarios, una sucesión de déficit impresionantes –5,2 por ciento contra un crecimiento de 1 por ciento– y un aumento de la deuda pública de 500 mil millones de euros. El liberalismo tiene la memoria corta y la lengua muy larga. En comparación con Alemania, Francia paga en la actualidad cuatro veces más que Berlín por su deuda. Pero el miedo es un factor movilizador. Queda en esta nueva estratégica una incógnita que dirimirán las urnas: ¿Qué miedo pesará más? ¿El de otra presidencia de Sarkozy, o el retorno de la socialdemocracia?

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