Mié 04.07.2012

EL MUNDO  › EL DIRECTOR EJECUTIVO DE BARCLAYS RENUNCIó Y TENDRá SU DESCARGO

La venganza de Mister Diamond

Robert Diamond renunció como director ejecutivo del Barclays. Hoy comparece ante el Parlamento británico y, según parece, va a implicar al Banco de Inglaterra en la manipulación de la tasa de interés interbancario Libor.

› Por Marcelo Justo

Desde Londres

El apellido –Diamond– parece marcarlo para el rutilante mundo de los multimillonarios. Según sus admiradores, Bob es un Midas que transforma todo lo que toca en oro. Según sus detractores, es el rostro más emblemático de un capitalismo financiero convertido en ruleta desbocada capaz de desbancar la economía mundial con sus apuestas.

La corriente especulativa se lo terminó llevando: Robert “Bob” Diamond renunció ayer como director ejecutivo del Barclays. Hoy comparece ante el Parlamento británico y, según los rumores, prepara una venganza de dragón herido: apuntar con su dedo al vicepresidente del Banco Central de Inglaterra, Paul Tucker. En la página web del banco hubo un pequeño adelanto con la publicación de un e-mail que insinúa que Tu-cker le sugirió a Diamond que manipulara su estimación de las tasas de interés interbancarias, centro del actual escándalo.

Con el orgullo un poco herido, Diamond queda igual muy bien parado. Con la última bonificación especial de 18 millones de dólares, Bob terminó ganando más de 50 millones el año pasado, cosecha que lo autoriza al título de mago de las finanzas (personales). Como director ejecutivo del Barclays su estrella se eclipsó abruptamente la semana pasada cuando el banco pagó más de 400 millones de dólares de multa por manipular la tasa de interés interbancaria Libor entre 2005 y 2009. Las acciones del banco cayeron en un 15 por ciento, unos siete mil millones de dólares borrados de la cotización bursátil de la compañía. El Midas que había armado de la nada el poderoso Barclays Capital –brazo inversor especulativo del Barclays– comenzaba a convertir todo lo que tocaba en barro.

No era el primer escándalo del Barclays bajo su dirección. El banco tiene que pagar más de dos mil millones de dólares en multas por la venta fraudulenta de un seguro, el IPP, que decenas de miles de clientes adquirieron sin saberlo como parte de la compra a crédito de un producto. Como prolífico usuario de paraísos fiscales, con más de 300 subsidiarias en la Isla de Mann, Jersey y las islas Caimán, el banco tuvo que admitir el año pasado que había pagado 113 millones de libras en impuestos, a pesar de que sus ganancias rozaban los 12 mil millones de dólares: una carga impositiva del uno por ciento (el impuesto corporativo correspondiente era del 28).

La reacción de Diamond a estos escándalos fue típicamente arrogante: atacó a las autoridades por su “inapropiada” intervención. Hoy el tono es más humilde. En su carta de renuncia, Diamond indicó que su motivación “fue siempre hacer lo mejor por el Barclays” y que “estaba profundamente decepcionado por la impresión que crearon los hechos de la última semana”. Su comparecencia ante el comité parlamentario será seguida con lupa por los británicos, hoy tan hastiados de los banqueros como fascinados estaban antes de la crisis de 2008. El año pasado Bob Diamond, recién nombrado director ejecutivo del banco, provocó un furor público al declamar ante el mismo comité que había llegado la hora de “dar vuelta la página y terminar con el ataque a los banqueros que son indispensables para la marcha económica de un país”.

Es difícil que su comparecencia sea tan confrontativa. Como suele suceder en estos casos, los diputados intentarán determinar en qué medida los traders que alteraron los datos lo hacían por motu proprio o si era parte de una política del banco. El mail que dio a conocer el Barclays ayer por la tarde amplifica el tema. En el correo, Diamond les escribe a otros ejecutivos del banco que el vicepresidente del Banco Central de Inglaterra, Paul Tucker, había recibido una serie de llamados del gobierno preguntando por qué Barclays siempre presentaba una estimación de la tasa de interés Libor más alta que el resto de las entidades. “Tucker dijo que no necesitábamos siempre tener una tasa tan alta”, escribe Diamond.

La tasa Libor es clave para determinar la salud de las instituciones financieras y el valor de billones de dólares en transacciones en todo el mundo. En medio del tembladeral de aquella época que estuvo a un paso del apocalipsis financiero, se podría inferir que el Banco Central buscaba inducir en las otras entidades esa política, algo que el banco negó ayer enfáticamente. Con unos diecisiete bancos en tres continentes y nueve sistemas regulatorios nacionales participando de la investigación, determinar el significado de esta intervención del Banco Central puede ser crucial.

El escándalo deja patas para arriba la tambaleante estrategia económica de la coalición conservadora-liberal demócrata. Con el Reino Unido en recesión, el gobierno del primer ministro, David Cameron, que no quiere dar marcha atrás con su estrategia de ajuste a ultranza, está impulsando una nueva impresión de dinero electrónico por parte del Banco Central que iría a los bancos privados para aceitar el crédito a la producción y el consumo.

La estrategia no es nueva y el resultado es por el momento dudoso. El Banco Central ha impreso más de 400 mil millones de libras (700 mil millones de dólares), pero según la pequeña y mediana empresa británica estos fondos sirven para curar los balances de los bancos y prestar a las grandes compañías o seguirlos apostando en el casino global. Si al principio de la crisis, en septiembre de 2008, esta estrategia podía justificarse porque la alternativa al rescate bancario era el derrumbe, ahora que las entidades financieras tienen grandes ganancias, siguen pagando grandes bonificaciones a sus ejecutivos y continúan inmersos en escándalos cada vez más graves, es difícil que el gobierno pueda ofrecerles un nuevo cheque abierto.

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