Vie 20.06.2003

EL MUNDO

Crece la guerra del fuego por el arresto de mujaidines en Francia

Una mujer que se prendió fuego anteayer en protesta por la redada contra los mujaidines iraníes murió ayer, mientras otros tres exiliados iraníes seguían las protestas a lo bonzo en Roma y Berna.

› Por Eduardo Febbro

A pesar de la prohibición ordenada en Francia de manifestar en la vía pública, los partidarios del movimiento opositor iraní Mujaidines del Pueblo continuaron protestando en la capital francesa. La ola de inmolaciones y manifestaciones se extendió ayer a otras ciudades de Europa. Tres iraníes, dos en Roma y otro en Berna, intentaron inmolarse en signo de repudio por el arresto de 160 miembros de la organización armada orquestado por la policía francesa en un operativo cuya legitimidad y utilidad suscita aún muchas dudas.
En la capital italiana, dos iraníes quisieron suicidarse prendiéndose fuego delante de la embajada de Francia. La policía y los bomberos, que custodiaban celosamente al grupo de 50 personas que se habían reunido en el centro histórico de Roma, lograron salvarles la vida. En Berna, otro simpatizante de los mujaidines del pueblo buscó inmolarse en el curso de una manifestación. Fuentes policiales locales anunciaron que su estado era crítico. En total, desde el martes, ocho iraníes se inmolaron en público en varias capitales europeas. El acto más espectacular y dramático tuvo lugar en París, en las inmediaciones de la sede del contraespionaje francés, la DST, donde tres iraníes, dos mujeres y un hombre, se prendieron fuego delante de la policía. Luego de algunas versiones contradictorias, la policía confirmó recién ayer la muerte de una de las mujeres que se había inmolado en París, Sedighieh Mohageri. Las otras dos personas, un hombre y una mujer, se encuentran en estado grave. Hablando desde el principal campamento de los Mujaidines basado en Irak, Rodsieh Chahabedin, la madre de Marzieh, una de las mujeres que se prendió fuego en París, dijo que se sentía “orgullosa” de su hija. Para prevenir otras tentativas dramáticas, la policía francesa detuvo ayer a 180 manifestantes iraníes que se habían congregado cerca de la Torre Eiffel y en la sede de la DST. Simultáneamente, las fuerzas del orden desplegaron un poderoso dispositivo policial en Auvers-sur-Oise, en donde unos 20 iraníes entablaron una huelga de hambre precisamente en la localidad sede de la organización. Los simpatizantes iraníes no parecen dispuestos a bajar la guardia hasta que las 22 personas que están siendo interrogadas junto a la esposa del líder del grupo, Maryam Radjavi, no sean liberados.
En un plano más político, el primer ministro francés Jean-Pierre Raffarin justificó una vez más la operación policial. El jefe de gobierno reiteró los argumentos adelantados por los servicios secretos, subrayó que la acción de la policía formaba parte del “interés nacional” en “un período de fuerte agitación en los sectores terroristas mundiales” y puntualizó que el objetivo del operativo apuntaba hacia “los centros nerviosos de una organización terrorista”.
Las razones reales y las condiciones en las que París lanzó el Operativo Theo contra los Mujaidines del Pueblo instalados en Francia distan de ser claros. De un activismo tolerado y controlado por Francia desde hace dos décadas, los Mujaidines pasaron a formar parte de la galaxia de grupos terroristas internacionales. Francia parece conceder dos favores simultáneos procediendo así: le hace uno a Teherán y otro a Estados Unidos. Es lícito reconocer que los Mujaidines del Pueblo eran todo menos un grupo de oposición blando. Las inmolaciones de las últimas 48 horas muestran el grado de militancia de sus cuadros y sería un error creer que se trata de “gestos espontáneos” protagonizados por meros refugiados políticos. Los analistas locales arguyen que, desde la caída del régimen de Saddam Hussein, los mujaidines tenían los días contados. La alianza que la oposición iraní pactó con el ex amo de Bagdad no podía dejarlos de pie y con la misma legitimidad de antes. Francia los protegió y hasta no hacemucho seguía facilitándoles visas. Los observadores advierten con todo que sería gravísimo entregar a grupos protegidos a las autoridades de países con las que luchan en momentos en que éstas enfrentan las crecientes protestas de la calle.

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