Mié 16.10.2013

EL MUNDO  › ANTIFASCISTAS Y NEONAZIS RECIBIERON EL FéRETRO DEL SS ERICH PRIEBKE EN LA LOCALIDAD DE ALBANO LAZIALE

El funeral del nazi encendió los ánimos

Después del rechazo de toda Roma a enterrar los restos de Priebke, los sacerdotes lefebvreanos ofrecieron su iglesia para la celebración a 20 kilómetros de la ciudad. El funeral fue interrumpido por la entrada de militantes de extrema derecha.

› Por Elena Llorente

Desde Roma

Golpes y patadas contra el coche fúnebre y cartelones que decían “Asesino”, “Somos todos antifascistas”, pero también el saludo de orgullosos nazifascistas, recibieron ayer por la tarde el féretro del SS Erich Priebke en la localidad de Albano Laziale, distante unos 20 kilómetros de la capital italiana, donde los correligionarios del nazi encontraron finalmente un lugar, después del rechazo de toda Roma, para celebrar el funeral del oficial muerto el viernes pasado a los cien años. Fueron los sacerdotes lefebvreanos de la Confraternidad San Pio X de Albano Laziale los que ofrecieron su iglesia para la celebración. Fundada por el arzobispo francés Marcel Lefebvre, la confraternidad es una organización católica ultraconservadora, que fue expulsada de la Iglesia y Lefebvre excomulgado, durante el papado de Juan Pablo II, por rechazar las enseñanzas del Concilio Vaticano II e insistir con la misa en latín. Algunos de sus exponentes, incluso, niegan el Holocausto.

Pero si de un lado de la calle estaban cientos de judíos y de herederos de la Resistencia antifascista, del otro, grupos de neonazis con cascos en la cabeza levantaban el brazo derecho con la mano abierta, el típico saludo nazifascista, y gritaban “Ha sido un grande”. Entre éstos Maurizio Boccacci, líder de la formación de extrema derecha Militia. “Estamos aquí para recordarlo porque Priebke forma parte de nuestro mundo”, declaró.

Hubo momentos de mucha tensión y la policía, que desde temprano controlaba el lugar, tuvo que intervenir para evitar que los dos grupos se fueran seriamente a las manos.

Priebke, extraditado de Argentina donde se había escondido después de la guerra, fue condenado a cadena perpetua en 1998 en Roma, acusado de ser uno de los responsables de la matanza de las Fosas Ardeatinas, ocurrida en 1944, durante los últimos meses de la ocupación nazi de la capital italiana. Al día siguiente de un atentado en Via Rasella contra las fuerzas de ocupación por la Resistencia, los SS decidieron matar a diez ciudadanos italianos por cada uno de los alemanes muertos. Así fueron asesinadas con un tiro en la nuca 335 personas, muchos de ellos judíos pero también opositores al régimen y simple gente que caminaba por la calle, entre ellos jóvenes de 14 y 15 años.

“Priebke era un amigo mío y lo considero un católico, un soldado fiel, único caso de inocente en rejas –dijo el sacerdote lefebvreano Floriano Abrahamowicz en un programa de Radio 24–. Ha sido un escándalo cómo fue tratado en Italia. Fue perseguido mientras se recibe de modo digno a los inmigrantes que llegan a Lampedusa. Es una vergüenza.” Y más adelante añadió que Priebke “no es un criminal, criminales son los que han hecho saltar a los muchachos en Via Rasella. Díganle a ellos de arrepentirse”. ¿Y las cámaras de gas existieron? “Eran usadas para desinfectar.” ¿Y el Holocausto? “El único que ha existido es el de Nuestro Señor Jesucristo que se ha ofrecido libremente como víctima.”

En la iglesia de la Confraternidad San Pio X se celebrará una misa en latín y privada, sólo “para familiares y amigos”, había dicho el abogado de Priebke, Paolo Giachini, cuando los restos de Priebke estaban siendo trasladados desde el Hospital Gemelli, en cuya morgue había estado desde el viernes. Pero al parecer el funeral fue interrumpido por la entrada en la iglesia de militantes de extrema derecha.

La discusión sobre el destino de los restos de Priebke empezó el mismo viernes cuando se difundió la noticia de su muerte y tanto el alcalde de Roma, Ignazio Marino, como el comisario de la policía de la capital prohibieron cualquier acto público que tuviera que ver con el nazi. La vicaría, es decir la Iglesia Católica de la capital, también prohibió ceremonias en sus iglesias, hecho muy positivamente comentado por la comunidad judía que hoy conmemora los 70 años del asalto nazi al ghetto judío de Roma, momento en el que se llevaron a miles de personas, incluidos 200 niños, para deportarlos a los campos de concentración.

Ayer, al saberse que se intentaba llevarlo a Albano Laziale, una localidad que tiene una rica historia antifascista, el alcalde del lugar, Nicola Marini, reaccionó negativamente, considerándolo casi una afrenta. Pero, posiblemente para evitar mayores problemas, las autoridades policiales lo obligaron a aceptarlo.

No se sabe dónde será enterrado todavía. A raíz de los tumultos de ayer, al parecer, el féretro se quedaba en Albano. Hoy se debería saber dónde irá a parar. Se habla de que podría ser cremado en el cementerio de Prima Porta, en las afueras de Roma, y sus cenizas tiradas al mar.

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