EL MUNDO › LA EX MANDATARIA DE LA COALICION DE CENTROIZQUIERDA ENFRENTA EN EL BALLOTTAGE A LA OFICIALISTA MATTHEI
Bachelet, que obtuvo el 46,6 por ciento de votos en primera vuelta frente al 25 por ciento de Matthei, plantea que es necesario cambiar la Constitución para que ésta tenga como impronta “un Estado garante de derechos”.
› Por Mercedes López San Miguel
Desde Santiago
Era sábado al mediodía y hacía calor en una zona popular de la comuna Peñalolén, en Santiago. Entre unas casitas bajas de chapa y otras a medio construir con ladrillos, colgaba de un poste el cartel: “Todos con Michelle”. El ladrido de perros era una constante al caminar por las calles poco concurridas de Peñalolén, en la víspera de las elecciones presidenciales en las que sus pobladores, al igual que el resto de Chile, tendrán que optar por una candidata. La ex mandataria Michelle Bachelet, de la coalición de centroizquierda Nueva Mayoría, llega favorita a la segunda vuelta de hoy con sus propuestas de cambio educativo, tributario y constitucional. “Sí se puede. Evelyn” es el afiche que también se podía encontrar en el lugar pese a la veda, con el slogan de la campaña de Evelyn Matthei, candidata de la Alianza de la derecha. Ella postula continuar las políticas económicas del presidente Sebastián Piñera.
Afuera de su casa barría la vereda Germán Pardo, acompañado de un perro callejero muy flaco, dijo que está orgulloso de ser el único en los alrededores del barrio que puede pagarle la universidad a su hija de 20 años. “Pago por mes 220 mil pesos de cuota (440 dólares)”, dijo el vendedor de muebles. “Quiero luchar por los que no pueden tener una educación.” Y con esa convicción aseguró que va a votar por la médica socialista. “Yo ni siquiera terminé el cuarto medio (del secundario). Hoy los muchachos jóvenes son los que van por el cambio. Voto por la Bachelet, que es votar por los que no pueden pagar la educación de sus hijos.”
Es que a pesar de que la economía crece, es baja la tasa de inflación (3 por ciento anual), el desempleo ronda el 6 por ciento y se redujeron los niveles de pobreza en los últimos 23 años del 45 al 14 ciento, muchos chilenos no pueden acceder a la educación ni a la salud. De hecho, la mitad de la población vive con 500 dólares al mes y los jubilados se quejan de que la pensión no les alcanza. Las masivas protestas que protagonizaron los estudiantes universitarios en 2011, jaqueando el gobierno de Piñera, y antes los secundarios en 2006 –al principio del gobierno de Bachelet–, mostraron al mundo que el modelo se rige bajo la lógica del lucro.
Bachelet, que obtuvo el 46,6 por ciento de los sufragios en primera vuelta frente al 25 por ciento de Matthei, plantea que es necesario cambiar la Constitución para que ésta tenga como impronta “un Estado garante de derechos”. La líder de la Nueva Mayoría –una coalición que incorporó a sus filas al Partido Comunista– promete fortalecer el sistema de salud pública, invirtiendo en cien nuevos centros de atención primaria y veinte nuevos hospitales. Durante el gobierno de la médica socialista se creó un sistema de guarderías estatales gratuitas llamadas “salas cuna” para bebés entre tres meses y dos años. Su programa incluye en materia de jubilación crear una AFP estatal, pero no elimina las actuales Administradoras de Fondos de Pensiones, similares a las AFJP en Argentina.
El editorial de ayer del diario El Mercurio, el más conservador de Chile, además de pinochetista, tituló “¿El Estado es la solución?”, poniendo bajo la lupa el plan del centroizquierda. “El cuestionamiento al modelo de creación de riqueza, basado en la libre iniciativa de las personas en un mercado competitivo, ha estado en el centro de los planteamientos de la Nueva Mayoría y ha dado lugar a una regresiva nostalgia del Estado como panacea. Así, se ha planteado una AFP estatal para resolver el problema de los sistemas de pensiones; una farmacia estatal para combatir la colusión en ese sector, una Empresa Nacional de Energía (...). Más aún, el Estado al que aspira dicho conglomerado pretende que él garantice la educación y la salud.”
Alejado de los titulares de la prensa y del calor, Rigoberto Curihinca vestía de traje camino a la Iglesia Adventista de Peñalolén. No va a votar, afirmó el joven de 27 años, que trabaja de albañil. “El país necesita cambiar algunas leyes, pero no creo en las promesas de los políticos. Aunque esté lleno de carabineros, hay inseguridad por todos lados. Y los delincuentes entran y salen de la cárcel por una puerta giratoria.”
En la primera vuelta del 17 de noviembre pasado, de los 13 millones de ciudadanos convocados a sufragar, votó menos de la mitad. Fueron los primeros comicios presidenciales con sufragio voluntario. Y de los siete candidatos presidenciales que no pasaron a ballottage, la mayoría tuvo proclamas de izquierda, como Marco Enríquez-Ominami, con lo que los expertos señalan que ese electorado, si decide ir a ejercer el voto, se inclinará más por Bachelet. El sondeo difundido de Valores Sociales y Política de la Universidad de Santiago reveló que el 55 por ciento quiere que la candidata de la Nueva Mayoría vuelva a La Moneda.
El analista Carlos Huneeus, director del Centro de Estudios de Realidad Contemporánea, destacó en diálogo con Página/12 dos elementos a tener en cuenta en este segundo tramo de la carrera presidencial. “Se tornó más visible el impacto del voto voluntario y la falta de capacidad competitiva de la derecha. No hay duda de que Bachelet va a ganar, por eso el oficialismo emprendió una campaña del terror, agitando el fantasma de que se viene el comunismo. Y son sólo cuatro los diputados electos del PC.”
En un reciente acto Matthei denostó a Camila Vallejo, la ex líder estudiantil, al señalar que la diputada electa quería una nueva Constitución para que Chile se pareciera a Venezuela, “donde cada día es más difícil encontrar alimento”. Para luego concluir “les recuerda algo esto, ¿no es cierto?”, en alusión al gobierno de Salvador Allende. En esa línea, la candidata oficialista insistió en que continuará las políticas del actual gobierno. “Haremos cambios revolucionarios en la vida cotidiana de las personas, pero sin derribar las paredes de esta casa que hemos construido entre todos, porque vivimos en un país maravilloso.”
Pero Sebastián Piñera deja el sillón presidencial con un apoyo del 40 por ciento, la peor evaluación a un mandatario chileno desde la vuelta a la democracia. El jubilado Manuel Ayala, sentado a la sombra en la puerta de su casa de Peñalolén, forma parte del 60 por ciento que lo de-saprueba. “El rico se llena cada vez más de plata, y el pobre, sigue pobre.”
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