El jefe del ejército egipcio y ministro de Defensa, Abdelfatah al Sisi, anunció ayer su renuncia al cargo para presentarse a las elecciones presidenciales, aprovechando la buena imagen que proyecta en gran parte de los egipcios por su papel estelar en la destitución del presidente islamista Mohamed Mursi. Considerado el “hombre fuerte” del país, Al Sisi había mantenido en los últimos meses cierta ambigüedad sobre sus aspiraciones después de la caída de Mursi, en julio pasado.

“Me presento por última vez vestido de militar porque decidí que mi etapa de ministro de Defensa ya terminó y estoy a la orden del pueblo”, dijo Al Sisi en las primeras palabras de su discurso a la nación difundido por la televisión estatal. El hasta ahora jefe del ejército destacó que la primera vez que se vistió de militar fue hace casi 45 años, en 1970, y que ahora deja el uniforme “para defender también al pueblo”. “Quiero hablarles directamente desde el corazón, como siempre, para decirles que me quiero enfrentar a los retos que este pueblo me puso delante y me demanda”, señaló. Al Sisi prometió que en caso de ser elegido intentará dar “estabilidad, seguridad y esperanza si Dios quiere” al país, aunque reconoció que ese objetivo es “complicado”. El discurso se produjo después de que la cúpula militar se reuniera con el presidente interino, Adli Mansur.

Mostrando siempre una cara paternal, como hicieran presidentes de tradición militar como Hosni Mubarak y Gamal Abdel Naser, este hombre de gesto sosegado insistió en la necesidad de asumir las responsabilidades y trabajar por el futuro del país. Al Sisi esperó a tener todo atado para asegurarse su candidatura, sobre todo después de que en enero los egipcios respaldaran su plan de transición aprobando en referéndum la nueva Constitución y las Fuerzas Armadas lo autorizaran y hasta apoyaran para que se presente a la carrera presidencial.

No es coincidencia que entonces fuera ascendido a mariscal, un rango que pocos ostentaron en Egipto y que estaba vacante desde que Mursi ordenó el pase a retiro del anterior ministro de Defensa, Husein Tantaui, en agosto de 2012. En un movimiento sorpresa, Mursi colocó al frente de esa cartera a Al Sisi, el más joven en el cargo, lo que fue interpretado en su momento como una reforma en toda regla de ese estamento.

El nuevo comandante, que antes había mantenido un perfil relativamente bajo, se rebeló contra el islamista menos de un año después y, frente a quienes lo consideraban cercano a los Hermanos Musulmanes, mostró que podía sacarlos del poder. Tras alertar sobre la división política y el riesgo de colapso, Al Sisi se mostró implacable en la lucha contra el “terrorismo” de los Hermanos. Ahora es favorito en las elecciones, ya que es objeto de “devoción” para muchos egipcios e incluso surgieron numerosas campañas populares pidiéndole que aspire a la presidencia. Ese objetivo lo obligó a desvincularse del ejército, porque el mandatario debe ser civil, según la nueva Constitución.