EL MUNDO
› DESTRUYERON UN EDIFICIO EN CISJORDANIA TRAS MATAR A UN INTEGRISTA
La Hoja de Ruta no para de caerse
Tras el fracaso de la Hoja de Ruta, fuerzas israelíes mataron ayer a un líder de Hamas y derribaron el edificio de siete pisos donde vivía.
Por Julio de la Guardia *
Desde Jerusalén
Fuerzas especiales del ejército israelí asaltaron ayer el edificio en el que se escondía un dirigente local del movimiento islamista radical Hamas en Nablus, que murió en el transcurso de los tiroteos, en los que también falleció un soldado. Horas después de que se diera por concluida la operación, los artificieros militares procedieron a dinamitar el edificio de siete pisos en el que se escondía el presunto terrorista, dejando sin techo a las 28 familias que lo habitaban. Esta demolición provocó las protestas de las organizaciones de derechos humanos, que consideran esta práctica como una forma de castigo colectivo. Pero Israel sostiene que los terroristas usan a la población civil palestina a modo de escudos humanos y como forma de desprestigiar las operaciones de contrainsurgencia.
La oficina del portavoz del ejército identificó al muerto como Mohamed al-Hanbali, un joven dirigente del brazo armado de Hamas en el área autónoma de Nablus que estudiaba ingeniería industrial en An-Najah, la universidad cisjordana donde más fuertes han sido tradicionalmente los islamistas radicales. Aparentemente, los comandos que efectuaron el asalto tenían localizado al militante, que se había escondido en una zona residencial de la ciudad, aunque no sabían en qué parte del edificio se encontraba. Por este motivo, acordonaron el perímetro del inmueble y pidieron a los residentes que fueran saliendo lentamente y con los brazos en alto. Tres de ellos fueron posteriormente detenidos para ser interrogados.
Tal como suelen hacer en este tipo de operaciones, las unidades de asalto entraron ayudadas por perros rastreadores, que detectaron la presencia de su objetivo en el hueco del ascensor. A partir de ahí se desencadenó un tiroteo que duró casi dos horas y tuvo como desenlace la muerte del presunto terrorista –al que los servicios de seguridad israelíes responsabilizan de la preparación de los explosivos utilizados en varios atentados– y también de uno de los soldados. Otros cuatro comandos resultaron heridos, uno de ellos gravemente, tras encontrar una resistencia superior a la esperada.
De acuerdo con el portavoz militar, al-Hanbali hizo uso de armas automáticas y lanzó granadas de mano contra los asaltantes, que a su vez respondieron disparando varios misiles antitanque contra la estructura del edificio, cuyos pisos intermedios quedaron seriamente dañados por los impactos. Finalizados los tiroteos, los soldados obligaron a vecinos del inmueble a que entraran a extraer el cuerpo del muerto. Esta práctica, definida como uso de “escudos humanos”, ha sido condenada por las organizaciones de derechos humanos israelíes, entre las que destacan los informes sobre este tema elaborados por Betselem.
Seis horas después de que terminara la operación, el inmueble fue dinamitado, en lo que constituye también otra práctica de castigo puntual, encaminada a disuadir a la población civil palestina para que no aloje clandestinamente a los prófugos. Asimismo, este método es utilizado para incentivar el fenómeno del colaboracionismo, pues los vecinos pueden llegar a delatarlos ante el ejército, de cara a salvar sus propiedades. Pero éste no fue el caso de ayer, dado que al no haber habido aviso previo los residentes del inmueble no sacaron sus pertenencias, confiados de que los soldados se irían y ellos regresarían luego a sus departamentos. De acuerdo con el portavoz militar, el edificio fue destruido por la posibilidad de que hubiera otros militantes buscados escondidos en su interior.
El inmueble, de siete pisos de altura, quedó reducido a escombros, después de que los artificieros detonaran varias cargas de explosivos. Una funcionaria de la oficina del gobernador de Nablus aseguró que unas 150 personas se quedaron sin techo, teniendo que ser realojadas temporalmenteen casas de familiares y amigos, así como en las dependencias de la Media Luna Roja Palestina y otras instituciones sanitarias.
Según las estadísticas recogidas por las organizaciones de derechos humanos, más de 10.000 palestinos han perdido sus casas a lo largo de la Intifada como consecuencia de este tipo de demoliciones, ya sean preventivas o punitivas. El caso más agudo es de los campos de refugiados del sur de la franja de Gaza, donde las excavadoras han llegado a destruir decenas de viviendas ubicadas junto a la frontera con Egipto y cerca de los asentamientos de la zona. La mayoría de los damnificados continúa viviendo en tiendas de campaña proporcionadas por la Unrwa y el Comité Internacional de la Cruz Roja.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.