Jue 15.10.2015

EL MUNDO  › DILMA ROUSSEFF SE REFIRIó A LOS INTENTOS DESTITUYENTES DE LA OPOSICIóN BRASILEñA

“Me sublevo contra el golpismo”

Ante los sectores obreros, la mandataria sostuvo que los argumentos para iniciarle un juicio político son “absolutamente artificiales” y fustigó los planes desestabilizadores. Desde la tribuna aplaudieron Lula y Mujica.

En un encendido discurso pronunciado ante la principal central sindical de su país, la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, volvió a tildar de golpistas a quienes buscan su destitución y calificó a esos sectores como moralistas sin moral. “Yo me sublevo contra el golpismo y sus acciones conspirativas y no temo a sus defensores. Pregunto con toda franqueza: ¿Quién tiene fuerza moral, reputación inmaculada y biografía limpia suficientes para atacar mi honor?”, interpeló al auditorio la mandataria del Partido de los Trabajadores (PT). Su antecesor Luiz Inácio Lula da Silva y el ex presidente uruguayo José Mujica la aplaudieron desde la tribuna en la apertura del 12º Congreso de la Central Unica de Trabajadores (CUT), agrupación que ha sido vinculada históricamente al partido de izquierda.

Las palabras de la presidenta llegaron tras la decisión de anteayer del Supremo Tribunal Federal de emitir una medida cautelar contra un reglamento del Congreso, en base al cual parte de la oposición pensaba basarse para abrir un proceso de impeachment contra Rousseff. Sin nombrar a sus detractores políticos, Dilma dijo que los argumentos para iniciarle juicio político son absolutamente artificiales. “La voluntad de producir un golpe contra el funcionamiento regular de las leyes y las instituciones es explícita. Juegan al cuanto peor mejor todo el tiempo. Peor para la población y mejor para ellos”, señaló la mandataria, que rechazó, además, haber cometido irregularidades o ilícitos, tal como sostienen quienes piden su renuncia. Rousseff fue interrumpida varias veces al grito de “No habrá golpe” y “Dilma, guerrera del pueblo brasileño”, consignaron medios locales.

Algunas de las acusaciones en su contra tienen como base dictámenes de tribunales brasileños. Es el caso, por ejemplo, del Tribunal de Cuentas, fuero que recomendó al Congreso que se reprobaran las cuentas del gobierno en 2014, avivando así los pedidos de destitución contra Dilma.

Por otra parte, la Justicia Electoral investiga la posibilidad de que su campaña por la reelección, que tuvo lugar en 2014, haya recibido fondos que fueron desviados de la empresa estatal Petrobras. “Nunca me permití cometer ninguna ilegalidad. Nunca hice de la actividad política y de la vida pública un medio para obtener ventaja personal de ningún tipo”, sostuvo la presidenta. En su opinión, algunos sectores de la oposición pretenden crear “una ola que lleve, de cualquier forma, a que se acorte mi mandato, sin hechos jurídicos, sin ninguna materialidad que me desacredite”. En ese sentido, opinó Rousseff, lo que antes era disconformidad por haber perdido las elecciones, ahora se transformó en un claro deseo de retroceso político, de ruptura institucional. “Eso tiene nombre. Se llama golpismo descarado”, sentenció.

Sobre su investidura, Dilma señaló: “Soy presidenta porque fui elegida por el pueblo en elecciones lícitas. Tengo la legitimidad de las urnas, que me protege y a la cual debo proteger. Soy presidenta para defender la Constitución y la democracia tan duramente conquistada por todos nosotros”. Rousseff peleó contra el terrorismo de Estado en el Comando de Liberación Nacional y la Vanguardia Armada Revolucionaria Palmares, militancia que le valió la cárcel, donde fue torturada durante la dictadura militar.

“Soy presidenta para dar continuidad al proceso de emancipación de nuestro pueblo de la pobreza y la exclusión, y para hacer de Brasil una nación de oportunidades para todas y todos”, concluyó la mandataria, cuya situación política es endeble a causa de los diversos pedidos de renuncia de sectores opositores.

La decisión en el Congreso sobre habilitar o archivar los pedidos de juicio político en su contra está en manos del presidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha, también denunciado por sus presuntos nexos con el desvío de fondos en Petrobras. Cunha integra la coalición aliada del gobierno, pero, aún así, es enemigo declarado del Ejecutivo y promovió varias derrotas del gobierno en la Cámara Baja. Ayer, el poderoso presidente de Diputados señaló que no hay guerra ni tregua con el gobierno de Rousseff. Cunha debe decidir en los próximos días si acepta o rechaza un pedido de juicio de destitución de la mandataria patrocinado por la principal fuerza de la oposición, el Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB). “Tengo que cumplir mi función obligatoria de dar curso a mi trabajo. El hecho de que tenga que tomar decisiones que pueden significar tregua para algunos y guerra para otros es solo una cuestión de interpretación”, dijo el diputado. Se esperaba que Cunha se pronunciara el martes sobre una solicitud de juicio contra Rousseff por adulterar las cuentas públicas. Pero una intervención de la Corte Suprema obligó a cambiar el trámite tal como había sido programado por el diputado, lo que podría extender los tiempos de ese tipo de proceso.

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