EL MUNDO
Cómo se (sobre)vive bajo un gobierno del hambre
Corea del Norte se precia de ser un paraíso de los trabajadores, pero las últimas medidas de su dictador han sumido a los obreros de las zonas urbanas en un grave deterioro de sus condiciones de vida.
Por José Reinoso *
Desde Pekín
En Corea del Norte más vale ser campesino que obrero en una fábrica. Las reformas económicas emprendidas por Kim Jong Il en julio del año pasado han conducido a muchas industrias, que funcionan a media máquina, a la imposibilidad de pagar la totalidad de los salarios. Una caída de los ingresos de hasta el 50 por ciento en muchas familias y el fuerte incremento que han experimentado los precios de los alimentos “han causado un deterioro” severo de las condiciones de vida de muchas norcoreanos, que se ven obligados a invertir hasta el 80 por ciento de lo que ganan sólo en la comida, según explica Rick Corsino, director del Programa Mundial de Alimentos (PMA) en Corea del Norte. “Y esta comida ni siquiera es adecuada, no incluye carne, ni pescado; muy pocas proteínas, principalmente cereales y vegetales”.
La situación está agravada por la penuria energética y la falta de materias primas que sufre Corea del Norte como consecuencia del enfrentamiento que mantiene con Estados Unidos por su programa nuclear. La crisis es particularmente grave en las zonas urbanas, según explica este estadounidense que desde hace tres años vive en Corea del Norte. Los habitantes de las ciudades no disponen de huertas como los campesinos para paliar las necesidades en un país que subsiste gracias a la ayuda internacional, y donde el nivel de desnutrición “sigue siendo alarmante”, como señala el informe que acaba de realizar el PMA en colaboración con la Organización para la Agricultura y la Alimentación (FAO). “Hay una disparidad creciente en el acceso a la comida entre la población”, asegura Corsino.
Aunque la situación ha mejorado algo los últimos tres años, el estudio señala que 6,5 millones de personas, de una población total de 23 millones, necesitarán donaciones de alimentos para poder subsistir en 2004. Pese a que la cosecha local, que acaba de finalizar, ha aumentado un 4,7 por ciento (ha sido de 4,16 millones de toneladas de cereales, incluidas patatas), la diferencia entre lo que precisa el país y lo que produce es de casi un millón de toneladas, el 20 por ciento del total. Tras deducir las importaciones y algunas donaciones, las previsiones anuncian una escasez de 404.000 toneladas para 2004. Además, hacen falta otras 80.000 de otros productos, como leche en polvo o aceite.
El 75 por ciento de esta ayuda está prevista para los más vulnerables: lactantes, niños en guarderías y orfanatos, hospitales, mujeres embarazadas y jubilados. Estos últimos están recibiendo sólo el 50 por ciento de sus pensiones. Cuatro de cada 10 niños padecen desnutrición crónica o limitación del crecimiento.
Las raciones a través del denominado Sistema Público de Distribución (SPD), de precios fijos, que es la principal fuente de alimentación para el 70 por ciento de los habitantes de las zonas urbanas, van a ser reducidas por el gobierno a 300 gramos diarios por persona en 2004, frente a los 319 gramos de este año. La actual asignación asegura únicamente la mitad de las necesidades en calorías de una persona.
Sólo en estas exiguas raciones, los trabajadores de muchas empresas y los jubilados emplean el 60 por ciento de sus ingresos. “Poco les queda después para comprar arroz y maíz en los mercados privados, donde los precios son tres o cuatro veces más altos”, dice Corsino, el único estadounidense a quien ha concedido visado de residente Corea del Norte, que se lo niega a los miembros del PMA si son de Estados Unidos, Corea del Sur o Japón.
Aunque Corsino, que dirige un equipo de 115 personas sobre el terreno (de ellas, 45 extranjeras), asegura que “la colaboración con el gobierno y la información a la que tienen acceso ha mejorado mucho en los últimos seis u ocho meses”, afirma que no saben cuál es la situación de la población en el 15 por ciento del país al cual no tienen acceso “por razones de seguridad”. “Son condados en la frontera con Corea del Sur, o que tienen centrales nucleares, instalaciones de lanzamiento de misiles, fábricas de armamento o, quizá, centros de detención.”
Aislada del mundo, Corea del Norte lucha por el autoabastecimiento. “El gobierno está haciendo todo lo posible para incrementar la producción de alimentos, con un mayor número de dobles cosechas o mejorando los sistemas de irrigación por gravedad, para suplir la escasez de energía eléctrica”, explica. El 50 por ciento de los tractores del país están inutilizados por falta de piezas o combustible, y la siembra y la recolección se hacen, esencialmente, a mano. “Pero van a llegar a un punto donde no van a poder incrementar las cosechas mucho más. Hay quien piensa que Pyongyang haría mejor en concentrar sus esfuerzos en otras áreas que le permitieran ingresar divisas con las que comprar comida en el exterior. Pero quieren ser autosuficientes, aunque las condiciones del país vayan en su contra.”
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.