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Domingo, 23 de noviembre de 2003

EL BAúL DE MANUEL

Baúl I y II

 Por Manuel Fernández López

 

Anexiones
La anexión de territorios apunta a transferir recursos económicos de una nación a otra. Decreta la inferioridad del anexado, al que obliga a renunciar a su soberanía y a sus derechos humanos, como el derecho a un nombre, a la memoria y el acceso a la tierra ancestral. Así obraron nuestras Provincias Unidas con el aborigen, forzándolo al exterminio o al desarraigo; así obró EE.UU. con su aborigen, confinándolo en ghettos; y así, acaso, sobre EE.UU. con las naciones latinoamericanas a través del ALCA. La Argentina produce bienes similares a los de EE.UU.; para complementarse debería reformar drásticamente su economía, limitándose, tal vez, a criar ganado. Pero, ¿qué hará con la población preexistente? Miremos un caso: en 1649 Inglaterra anexó Irlanda, a sangre y fuego. William Petty en su obra Tratado sobre Irlanda concibió un “plan como solución final a la eterna cuestión irlandesa”, en el que proponía reducir Irlanda a estancia ganadera y deportar a Inglaterra tres cuartas partes de los irlandeses (la misma proporción en la que Inglaterra había confiscado sus tierras): “Algunos han imaginado que, al haber una población de 1.300.000 en Irlanda, llevar un millón a Inglaterra y dejar allí sólo 300.000 como cuidadores de ganado y como ordeñadoras, suprimiendo toda otra actividad en Irlanda salvo la ganadería, haría real la colonización, mejora y unión antes propuestos”. No serían necesarias las instituciones políticas: “no se necesitaría Parlamento en Irlanda ... ni habría pares con los que formar un Parlamento”. Los 300.000 serían siervos de Inglaterra: “Los 300.000 dejados en Irlanda son todos siervos de quienes habitan Inglaterra, y no poseen propiedades, ni en tierra ni en ganado”. Tanto los 300.000 que quedarían, como el millón a deportar, deberían renunciar a su cultura, idioma y nombres: “Los usos, hábitos, idioma y costumbres de los irlandeses se reemplazarán por otros ingleses”. Las anteriores reformas se ajustarían a las necesidades del comercio y de los propietarios (ingleses): “Cuando se determine el número total de personas que permanezcan en Irlanda, se fijará cuántas de ellas serán inglesas, o que puedan hablar inglés, y cuántas irlandés, cuántos católicos y cuántos de otra religión, sin otra consideración más que la administración de este comercio, para el bien común de todos los propietarios de estas tierras y de su ganado”.

¿Pagar o no pagar?
¿Puede considerarse oficio plagiar (“apoderarse de una persona para obtener rescate por su libertad”) a nuestros semejantes? Los secuestros rara vez exhiben las huellas de sus ejecutores, y ése es precisamente el rasgo que distingue a un trabajo bien hecho. Ese trabajo, no menos que el de otros oficios, exige cierta dedicación de tiempo, una capacitación previa y destreza adquirida con la ejercitación. ¿Qué lleva a algunas personas a preferir tal oficio, y no el de zapatero o el de abogado? Un aspirante a zapatero, si se capacita adecuadamente, puede confiar en percibir un modesto ingreso durante toda su vida laboral: el ingreso será pequeño, pero seguro. Un aspirante a abogado, en cambio, podrá acceder a casos que le remuneren muy bien, pero también pasar mucho tiempo sin empleo: el ingreso promedio será alto, pero no seguro. Si se dibuja la curva de ingresos de uno y otro, la del zapatero será parecida a una línea horizontal, en tanto la del abogado se asemejará a una sinusoide, con alzas y bajas bastante pronunciadas. Cuál sea el ingreso futuro de cada cual no se puede adivinar, pero la mejor predicción –la “esperanza matemática”– es el promedio (media aritmética) de ingresos verificados en el pasado. Para el zapatero, su media aritmética es una predicción muy confiable, pues los ingresos nunca se apartaron mucho de la media (la medida del apartamiento respecto de la media se llama varianza). Para elabogado, los ingresos obtenidos sí se apartaron mucho de la media: la media es la predicción mejor pero es poco confiable: la fluctuación a uno y otro lado de la media es alta. El ingreso máximo de un secuestrador es lo más que están dispuestos a pagar sus familiares por no perder al ser querido. Pero tal ingreso puede frustrarse por innúmeras razones. Luego, tal oficio es del tipo de las profesiones liberales: media alta, varianza alta. Puede rendir mucho, pero con alto riesgo. Pero si una autoridad dice: “mejor paguen”, ello, sin aumentar el ingreso esperado, lo hace más seguro, y ubica al oficio en el mejor de los mundos: ingreso esperado alto, como en las profesiones liberales; riesgo menor, como en los oficios manuales. En tal caso, el resultado no es otro que fomentar la preferencia por este oficio, e incentivar a quienes lo ejercen para incrementar y diversificar su cartera de secuestrados, a fin de maximizar su ganancia y repartir más ampliamente el riesgo.

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