Lun 24.11.2003

EL MUNDO  › EL PRESIDENTE DE GEORGIA DIMITIO Y DIJO QUE EVITABA "UN BAÑO DE SANGRE”

Final del juego para Shevardnadze

La posición del presidente georgiano pendía de un hilo luego de que el sábado miles de opositores asaltaron la sede parlamentaria, exigiéndole su dimisión por el fraude en las elecciones del día 2. Sin el apoyo de las fuerzas, el mandatario renunció.

Por Chloe Arnold *
Desde Tiflis

El presidente de Georgia, Edouard Shevardnadze, renunció a su cargo anoche luego de que miles de manifestantes tomaran el Parlamento en una pacífica revolución. Después de un día de intensas negociaciones, amenazas y ultimátum, un acongojado Shevardnadze cedió ante lo inevitable y anunció su renuncia en la televisión estatal. “Nunca traicioné a mi gente y reafirmo que probablemente lo mejor sea que renuncie ahora para que esta situación termine pacíficamente y que no haya un baño de sangre”, dijo afuera de su residencia palaciega, en un suburbio de la capital, Tiflis. Estados Unidos, que le presta atención a Georgia (ver nota aparte) dijo que deseaba trabajar con la presidenta interina, Nino Burjanadze.
Shevardnadze pasó el día hablando con líderes de la oposición y el ministro de Relaciones Exteriores ruso, Igor Ivanov, que viajó a la capital ayer a la mañana para intervenir como mediador. Mientras aquél anunciaba su renuncia, los funcionarios alistaban su avión privado en el aeropuerto de Tiflis. Pero Shevardnadze dijo que no iba a abandonar el país. Horas antes, el líder del opositor Movimiento Nacional, Mikhail Saakashvili, había pedido a sus seguidores que marcharan hasta la casa de Shevardnadze para obligarlo a dimitir.
La posición del líder pendía de un hilo después de que el sábado miles de georgianos, furiosos con las elecciones fraudulentas del 2 de noviembre, asaltaran el Parlamento rompiendo sus puertas para entrar a la cámara. Se subieron a las bancas de los diputados para llegar al podio, donde Shevardnadze estaba inaugurando el inicio de sesiones. Saakashvili tomó el piso, mientras los guardaespaldas sacaban al presidente del Parlamento. Más tarde, ese mismo día, el poder de Shevardnadze se debilitó aún más cuando los manifestantes entraron a la sede presidencial y los funcionarios tuvieron que escapar. En ese momento, el presidente no estaba en el edificio.
Luego de su renuncia, en Tiflis la gente salió a festejar. Hubo fuegos artificiales y el tráfico se atascó en Rustaveli Prospect, la principal avenida de la capital, cuando cientos de autos y camiones intentaban pasar haciendo sonar sus bocinas y con algunos georgianos enardecidos subidos a los techos y baúles. Otros trajeron vodka e improvisaron fiestas en las veredas.
Nino Burjanadze, líder de la oposición y vocera del último Parlamento, anunció que asumiría la presidencia hasta que se llame a elecciones. La oposición dijo que los comicios parlamentarios serán convocados en 45 días, pero no aclaró cuándo serán las elecciones presidenciales. Muchos georgianos dicen que el quiebre fue cuando las unidades del ejército se negaron a acatar las órdenes de alerta para prevenir una confrontación. Cientos de soldados dijeron que se unían a los manifestantes de la oposición que reclamaban la renuncia del presidente. Un soldado declaró que no iba a obedecer órdenes para usar la fuerza. “No estoy con el gobierno ni con la oposición”, sostuvo. “Estoy con el pueblo y no voy a tomar las armas contra él”, agregó.
Las miles de personas que anoche estaban reunidas frente al Parlamento parecían resueltas a quedarse. “Estoy demasiado feliz para irme”, dijo Chiko Digauri, un estudiante de la Academia de Artes. “Finalmente ganamos: Shevardnadze no se fue, nosotros lo obligamos a irse. Ahora todo va a estar bien, vamos a volver a vivir”, explicó. Un obrero desempleado llamado Gabro Gudaidze dijo que ayer fue el mejor día de su vida. “Estamos encantados de que el presidente se haya ido. No sé qué pasará ahora, pero esto ya está mucho mejor. Es una victoria para Georgia”, declaró. Posiblemente la persona más joven de la manifestación fue una beba de 25 días, Ana. “Queríamos que estuviese acá”, dijeron sus padres, que la trajeron en un cochecito destartalado. “Ahora, gracias a Dios, Ana no tendrá la vida miserable que tuvimos nosotros”, agregaron.
* De The Independent, de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Milagros Belgrano.

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