EL MUNDO › CHENEY HABLARIA CON ARAFAT, QUE PODRIA IR A BEIRUT
El largo camino hacia la paz
Estados Unidos tomó una posición más flexible con el líder palestino, que aumenta sus demandas para un cese del fuego.
Por Suzanne Goldenberg *
Desde Jerusalén
El vicepresidente norteamericano Dick Cheney compensó parcialmente el boicot que la administración Bush le hiciera a Yasser Arafat, diciendo que se reuniría con el líder palestino una vez que se lograra el cese de fuego en Medio Oriente. La oferta fue la más generosa de las dos iniciativas que le presentaron a Arafat ayer, cuando Cheney propuso en nombre de los esfuerzos de Washington imponer un cese de fuego a los 18 meses de Intifada. El primer ministro israelí, Ariel Sharon, tenía una propuesta propia, aunque era una que parecía calculada para humillar al líder palestino. Con Cheney a su lado, Sharon dijo que estaría dispuesto a dejar que Arafat asistiera a la cumbre de la Liga Arabe en Beirut la semana que viene, pero que si hacía un discurso que a Israel le pareciera objetable o si los militantes palestinos llevaban a cabo ataques durante su ausencia, entonces Sharon le prohibiría volver.
Los dos ofrecimientos gemelos están hechos a medida de los intereses de Estados Unidos en detener el sangriento caso en Medio Oriente, y en poner a un lado el conflicto que ha alterado la visita de Cheney a la región. En lugar de construir un apoyo árabe para un posible ataque de Estados Unidos a Irak, Cheney se ha visto obligado a explicar la inactividad diplomática de la administración en relación con el conflicto israelí-palestino. Ayer, sin embargo, los hechos parecían volcarse a favor del enviado de Washington, el general Anthony Zinni. Inmediatamente después de la concesión de Cheney a Arafat, las esperanzas de un cese de fuego crecían firmemente. El ministro de Defensa israelí Benjamin Ben Eliezer dijo que una tregua podría comenzar “mañana”, siempre que las conversaciones entre los funcionarios israelíes y palestinos se desarrollaran fluidamente.
Sin embargo, eso depende de Arafat, quien, a pesar de su aislamiento diplomático por Estados Unidos e Israel, ha logrado hasta ahora dictar la agenda de la misión del general Zinni. Los funcionarios palestinos se negaban a considerar el cese de fuego hasta que los tanques israelíes se retiraran de Belén y de la ciudad de Beit Hanoun al norte de Gaza durante la noche. Cheney fue más lejos ayer, diciendo que estaría dispuesto a regresar a la región para una reunión con Arafat, posiblemente tan pronto como la semana que viene. “Estaría dispuesto a reunirme con el presidente Arafat próximamente”, dijo Cheney. Pero añadió: “No puedo dejar de señalar suficientemente lo importante que es que la semana entrante el presidente Arafat dé los pasos para que comience el cese de fuego”.
Sharon fue más circunspecto. Aunque dijo que no veía ningún obstáculo para que Arafat abandonara sus cuarteles en Ramalá –donde ha pasado los tres últimos meses en un virtual arresto–, una vez que se establezca el cese de fuego, el líder palestino debe comportarse como decida Israel. Dijo que esperaba que Arafat limitara sus declaraciones en Beirut a la necesidad de estabilidad y paz, y añadió que Israel no descartaba la posibilidad de exiliar a Arafat si ocurriera un ataque suicida mientras él no está.
Durante su estadía de 24 horas en Israel, Cheney fue ácidamente criticado por los funcionarios palestinos por su negativa a reunirse con Arafat. Los funcionarios palestinos están profundamente agraviados por la decisión de la administración Bush de no invitar a Arafat a Washington cuando Sharon ha sido un visitante frecuente desde que el presidente Bush asumió el poder. Dicen que el fracaso de Cheney para reunirse con el líder palestino era evidencia de prejuicio de Estados Unidos. Sin embargo, los consejeros de Cheney dijeron que no se reunió con Arafat porque no quería dejarse arrastrar al rol de mediador. El vicepresidente también defendió su decisión, diciendo: “No creo que eso justifique la acusación de que en alguna forma estamos ignorando al pueblo palestino”.
* De The Guardian de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.