EL MUNDO › OPINION
Un objetivo político
Por Robert Fisk *
El jeque Yassin había sido liberado nada menos que por la ley y orden del derechista Likud, cuando Benjamin Netanyahu era premier de Israel. Fue dejado en libertad por Israel mismo, un capítulo en la historia que fue convenientemente olvidado ayer. Lo que es muy extraño. Porque si el anciano clérigo realmente merecía un asesinato estatal, ¿por qué lo dejó ir Netanyahu? Era una pregunta que nadie quería hacer ayer.
Durante años existió una regla no escrita en la cruel guerra de gobierno vs. guerrilla. Se pueden matar hombres en la calle, a los terroristas con bombas y a los hombres armados. Pero al liderazgo en ambos lados –gobierno, ministros, líderes espirituales– se les permitía sobrevivir. Es verdad que estas reglas a menudo se rompían. El IRA trató de matar a Thatcher. Asesinaron a su amiga Airey Neave. La Jihad islámica asesinó a un ministro israelí en su habitación de hotel. Pero éstas eran las excepciones. Ahora todo ha cambiado completamente. Cualquiera que defienda la violencia, aunque esté incapacitado para cometerla, está ahora en la lista de la muerte. De manera que ¿quién puede sorprenderse si las reglas se rompen por el otro lado?. Los señores George Bush y Tony Blair pueden estar seguros, pero, ¿qué sucede con sus embajadores y sus ministros? Sí, alguien supuestamente trató de matar al padre de George Bush en Kuwait, se culpó a los iraquíes, pero la Corte nunca estableció a los ojos de la opinión pública si esto era verdad, y ahora están a cara descubierta. Los líderes también son blancos.
No diremos esto. Si, o cuando, nuestros propios líderes políticos son muertos a disparos o volados en pedazos, maldeciremos a los asesinos y declararemos que se alcanzó una nueva etapa en “terrorismo”. Nos olvidaremos que ahora estamos alentando toda esta fiesta de asesinatos. Los estadounidenses no condenaron el asesinato del jeque Yassin ayer. ¿Creen que los palestinos se olvidarán? Buscar la yugular ha sido hasta ahora un fenómeno exclusivo de Medio Oriente –Sri Lanka y la India podrían ser las excepciones– pero ya no más. La muerte del jeque Yassin es un nuevo paso hacia el temible camino. Los tipos de arriba están ahora en la línea de fuego. No digamos que no lo sabíamos.
De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.