EL MUNDO › BUSH Y TODA SU PLANA MAYOR DEFENDIERON AL MAS CUESTIONADO
Amigos son los amigos de Rumsfeld
Donald Rumsfeld y Geoff Hoon, titulares de Defensa de Estados Unidos y Gran Bretaña y cuestionados por el escándalo de las torturas a iraquíes, comparecieron ayer en dos foros: el primero recibió el apoyo de todo su gobierno; el segundo fue apestillado en la Cámara de los Comunes.
Por Rupert Cornwell*
Desde Washington
A pesar del sonoro apoyo del presidente Bush frente a todo su equipo de seguridad nacional, el futuro de Donald Rumsfeld como secretario de Defensa ayer no era nada seguro, en tanto continuaba el escándalo por los abusos a prisioneros iraquíes. Una visita de Bush ayer, planeada hace tiempo al Pentágono, se convirtió en un voto de confianza proyectado hacia el discutido Rumsfeld. El vicepresidente Dick Cheney, el secretario de Estado Colin Powell y el director de la CIA George Tenet se reunieron para escuchar los elogios del presidente a Rumsfeld. Bush, cuya tasa de aprobación popular cayó ayer al mínimo histórico del 46 por ciento, juró que no cambiaría su política en Irak pese al escándalo que ha dado la vuelta al mundo asqueando tanto a sus aliados como a sus enemigos.
Es realidad, el escándalo amenaza con ser aún más dañino, por lo que pareciera la inevitable y próxima publicación de nuevas imágenes aún más impactantes y una filmación del maltrato a los prisioneros. “Sos un secretario de Defensa fuerte y nuestra nación te está agradecida”, dijo Bush en el Pentágono, flanqueado por Cheney y por un Rumsfeld rígido y sin parpadear. “Estás haciendo un trabajo extraordinario.” Sin embargo, el secretario de Defensa aún no está del todo liberado de culpa. Un editorial inusualmente duro del Army Times –un semanario independiente muy leído en el Pentágono y tropas estadounidenses en todo el mundo– dijo que la responsabilidad era del vértice, esto es, del secretario de Defensa y del general Richard Myers, jefe del Estado Mayor Conjunto. Según el semanario, ambos son culpables de negligencia profesional. “Esto no fue simplemente una falla de los mandos a nivel local. Esto fue una falla que va hasta los niveles más altos.” “Aquí es esencial que se asuman las responsabilidades, aun si eso significa el relevo de los mandos más altos de sus deberes en tiempos de guerra.” Esos argumentos fueron repetidos por los equivalentes de ese diario en las otras armas: Marina, Fuerza Aérea y Marines.
Pero esto es precisamente lo que Bush insiste que no hará. Rumsfeld es el arquitecto central de toda la guerra de Irak. Removerlo no lo convertiría meramente en la víctima sacrificial del escándalo. Sería una admisión tácita de que toda la política hacia Irak fue equivocada. Pocos presidentes han sido más reacios a admitir errores que éste.
El futuro de Rumsfeld depende de tres factores vinculados: la actitud que tomen los republicanos de alto nivel del Congreso, la reacción pública a las nuevas fotos de los abusos y si el juicio militar y la condena a unos pocos soldados de bajo rango será considerado suficiente. El Capitolio está dividido. Los demócratas insisten que debe irse y un petitorio lanzado por el candidato opositor John Kerry pidiendo la renuncia de Rumsfeld logró hasta ayer 275.000 firmas. Los republicanos están aliados con el presidente, insistiendo que el secretario de Defensa debe quedarse. Las únicas dudas republicanas han sido expresadas por dos senadores caracterizados por su independencia, John McCain de Arizona y Chuck Hagel de Nebraska. El Senado condenó ayer unánimemente las torturas –como la semana pasada lo hizo le Cámara de Representantes– y anunció nuevas audiencias sobre el tema.
Pero las nuevas imágenes –“cientos” de fotos y alrededor de dos docenas de filmaciones que están en manos del Pentágono, además de la posibilidad de que haya más material en manos privadas– podrían ser un punto de inflexión, tornando contra Rumsfeld. Las autoridades deben, además, tener cuidado de evitar que los siete reservistas de bajo rango sean percibidos como chivos expiatorios del escándalo. Bush ha prometido que los tribunales militares, el primero de los cuales iniciará sus sesiones el 19 de mayo en Bagdad, serán “ordenados y transparentes”, y que “respetará la vigencia de la ley”. En Irak, el vocero militar norteamericano ha insistido en que los procedimientos no se convertirían en meros espectáculos, como han dicho los críticos. Durante su visita al Pentágono, se le mostraron al presidente algunas fotos nuevas. Los funcionarios de Rumsfeld planeaban mostrárselas a grupos selectos de congresistas. Esto podría ocurrir hoy, ya que el general Taguba, el autor del filtrado informe interno del Pentágono sobre los abusos, deberá comparecer ante la Comisión de Fuerzas Armadas del Senado, después del testimonio de Rumsfeld el pasado viernes. Y muchos funcionarios quieren que todo el material se haga público, por más impactante que sea, lo antes posible, para poner fin al escándalo. Dicen que las consecuencias dolorosas en el corto plazo son preferibles a un prolongado goteo de nueva información que alargaría la vida del escándalo. Y en sus comentarios, Bush sostuvo que las operaciones militares en Irak no fueron interrumpidas por la crisis.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Ximena Federman.