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› YASSER ARAFAT, LIDER HISTORICO DE LOS PALESTINOS, EN ESTADO CRITICO
Crónica de una agonía no anunciada
Después de haber sido internado en un hospital militar en las afueras de París, la salud de Yasser Arafat, de 75 años y símbolo de la causa palestina, se deterioró seriamente. Informes de fuentes médicas dijeron que está en un coma irreversible.
Por Donald Macintyre*
Desde Ramalá
Yasser Arafat estaba anoche gravemente enfermo e internado en la unidad de terapia intensiva en París después de un día bizarro y a veces macabro en que los médicos franceses debieron negar los anuncios realizados por los medios y un primer ministro europeo de que estaba clínicamente muerto. Mientras, líderes de los movimientos nacionalistas encabezados por Arafat, de 75 años, fueron convocados para conversaciones urgentes en su golpeado cuartel general en esta ciudad de Cisjordania. Christian Estripeau, un vocero del Hospital Militar Percy en las afueras de París, anunció que el líder todavía estaba vivo.
Negando los informes de la televisión israelí y de la Radio Monte Carlo, Estripeau les dijo a los periodistas que aguardaban noticias: “El Sr. Arafat no está muerto”. Luego agregó: “La situación clínica se ha complicado después de los primeros días posteriores a la admisión de Arafat. El estado de salud del paciente requiere de un tratamiento adecuado, para lo cual se lo trasladó, en la tarde del miércoles 3 de noviembre, a una unidad acorde a su condición”. El presidente de la Autoridad Palestina fue trasladado a terapia intensiva después de un deterioro en su condición. El ejército israelí fue puesto en alerta a causa de posibles disturbios y violencia en los territorios palestinos ocupados en caso de que Arafat falleciera (ver nota abajo). La jornada llegó a su clímax dramático cuando el primer ministro de Luxemburgo anunció que el presidente palestino ya había fallecido. Al llegar a una reunión en Bruselas, Jean Claude Juncker les dijo a los periodistas que Arafat “falleció hace 15 minutos”. Luego se retractó de su declaración después de hablar con el presidente francés Jacques Chirac, quien hizo los arreglos para que el convaleciente Arafat fuera trasladado a París el viernes pasado y que ayer fue a visitarlo durante media hora en la mañana. Ashraf al Kurdi, el médico jordano de Arafat, aclaró anoche que la naturaleza exacta de la enfermedad de Arafat era todavía desconocida. Agregó: “El presidente Arafat no tuvo un paro cardíaco ni un ataque al corazón. Todavía está vivo. No está clínicamente muerto. No tiene muerte cerebral, pero su condición se está deteriorando. Dado que no hubo un diagnóstico, no sabemos qué le sucede”.
Entre informes conflictivos sobre su condición, también había dudas anoche en torno de quién estaba a cargo, según la Constitución, de la Autoridad Palestina. Pero un funcionario palestino dijo que Ahmed Qureia, el primer ministro palestino, había tomado algunos de los poderes de Arafat en temas de seguridad y economía. En el pasado, Arafat había logrado resistirse con éxito a la presión internacional para entregar el control de la seguridad palestina y de los servicios de inteligencia a Qureia y su predecesor, Mahmud Abbas, quien ahora aparece como una figura importante en una posible transición.
En Ramalá había confusión pero también calma mientras la gente salía de compras después de un día de ayuno por Ramadán. Un hombre, Yasser Alaneiti, dijo: “Es lamentable verlo. El es un símbolo de la lucha palestina. Por supuesto que estoy triste. Es nuestro presidente y es un líder querido”. Pero a pesar de las especulaciones acerca de que podría haber combates después de la muerte de Arafat, Alaneiti agregó: “Dejará un enorme vacío, pero nunca entraremos en un conflicto de palestinos contra palestinos”.
Muchos funcionarios palestinos se niegan a discutir el tema de dónde será enterrado Arafat si muere después de su actual enfermedad, pero Ariel Sharon, el primer ministro israelí –cuyos altos funcionarios se reunieron ayer para revisar las implicaciones políticas y de seguridad– ha dejado en claro que no permitirá que Arafat sea enterrado en el sitio de la mezquita Al Aqsa –también sagrado para los judíos– como desea Arafat.
Aunque Sharon ha dicho que Arafat puede retornar a Ramalá si se recupera, su oficina todavía no ha confirmado oficialmente si permitirán que sus restos sean retornados a territorios palestinos si falleciera. Pero es poco probable que el inevitable pedido sea rechazado.
Anoche había crecientes especulaciones entre diplomáticos y otros funcionarios acerca de que si Arafat no fuera enterrado en Jerusalén sería sepultado en Gaza, si falleciera pronto. Un funcionario de Fatah, Issa Karaqi, dijo anoche que los palestinos preferirían que Arafat sea enterrado en Jerusalén que, al igual que los israelíes, ven como su capital. Pero, como alternativa, probablemente será enterrado en Gaza –hogar de Arafat hace mucho tiempo– o Ramalá. Aunque nació en Egipto, su familia es originaria de Khan Yunis en Gaza. Sin despegarse del noticiero de Al Jazeera en una tienda de Ramalá, anoche, Jeries Dalla dijo que no sabía si Arafat se recuperaría, pero que estaría muy triste si falleciera. Agregó: “Creo que sería apropiado que lo enterraran en Gaza porque es originario de ahí”.
Según algunas fuentes en París, Arafat estaría sufriendo de un crecimiento en sus intestinos o estómago o de un envenenamiento de su sangre. Una fuente médica citada por la televisión francesa dijo que Arafat estaba respirando con ayuda de un respirador y no estaba respondiendo al tratamiento médico.
También entre los funcionarios palestinos había informes contradictorios sobre si estaba en coma, como dijo una fuente médica. La fuente, un médico del hospital, dijo que Arafat estaba en coma y no tenía chances de recuperarse y negó tajantemente que hubiera posibilidades de que saliera del coma, a pesar de que un alto funcionario palestino dijo anoche que Arafat estaba consciente de a ratos. La fuente médica, que solicitó anonimato, dijo que en los últimos tres años la salud de Arafat había sido descuidada, lo que llevó a su deterioro.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Ximena Federman
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