Mié 23.02.2005

EL MUNDO  › “ES RIDICULO QUE EE.UU. ESTE
PREPARANDO UN ATAQUE A IRAN”, DIJO BUSH

Mucho ruido, gestos moderados

George W. Bush recibió el apoyo de sus aliados de la OTAN y la UE para formar las fuerzas iraquíes –aunque Francia y Alemania no enviarán hombres a Irak–. El presidente estadounidense les manifestó su preocupación por el levantamiento europeo al embargo a la venta de armas a China.

› Por Eduardo Febbro

George Bush completó su agenda europea con un doble encuentro cumbre en la capital belga y diálogos bilaterales, entre ellos con su gran amigo y aliado Tony Blair, el premier británico, y con un recién llegado a la mesa occidental, el presidente de Ucrania, Viktor Yushchenko. El mandatario norteamericano se reunió primero con los otros 26 miembros de la OTAN y luego participó en una cumbre en la Comisión Europea con los dirigentes de la UE, durante la cual ambas partes dieron vuelta la página de los enfrentamientos diplomáticos que nacieron con la invasión norteamericana de Irak. Sin embargo, no se puede hablar aún de nueva dinámica transatlántica. Bush dijo comprender que el caso iraquí haya “irritado” a los europeos y subrayó que, en adelante, lo importante era “concentrarse en las nuevas democracias”. Bush lo intentó todo, incluida la cena a la que invitó al presidente francés Jacques Chirac y en la que sirvió “papas fritas francesas” (french fries) y no las “Freedom fries”, tal como el plato francés había sido rebautizado en los Estados Unidos a raíz de la abierta oposición de Francia a la guerra de Irak.
Si en su intervención del lunes Bush recibió algunos aplausos, ayer chocó con las ambiciones de los dirigentes europeos, tanto en el seno de la OTAN como en la Unión Europea. Nada ilustra mejor los límites del ejercicio de seducción protagonizado por Bush como el comunicado final de la cumbre de la OTAN, la estrecha contribución del organismo de defensa multilateral al proceso iraquí y el discurso que pronunció en la Alianza Atlántica Chirac. Al cabo de la cumbre extraordinaria de ayer, los 26 países de la OTAN aportaron un más que modesto apoyo a los constantes reclamos norteamericanos de una intervención más decisiva en Irak. La OTAN aceptó responder “a la demanda del gobierno iraquí” tendiente a capacitar a sus fuerzas de seguridad. La misión de la Alianza consiste en formar en territorio iraquí 1000 miembros de las fuerzas de seguridad y otros 500 fuera de Irak. Cien instructores, en su mayoría norteamericanos, asumirán una misión evaluada a unos 100 millones de dólares y en la cual ni Francia ni Alemania enviarán hombres sobre el terreno. Ambos países, que antes habían bloqueado la decisión, levantaron el veto.
Por su parte, Chirac resaltó la importancia de la Alianza Atlántica pero se unió a Alemania en su exigencia de una reformulación del diálogo trasatlántico. Ello implica que la OTAN debe desempeñar otro papel y que es preciso tomar en cuenta el peso específico de la Unión Europea. Rozando el umbral de lo que se puede decir en este tipo de cumbres, el presidente francés fijó su posición: “Europa y los Estados Unidos son verdaderos socios. Entonces nos hace falta dialogar más y escucharnos más. También, como señaló el canciller alemán, necesitamos seguir tomando la medida de los cambios que intervinieron en el continente europeo”.
La respuesta de Chirac se inscribe en el camino tomado la semana pasada por el canciller alemán Gerhard Schroeder cuando, durante una conferencia sobre seguridad celebrada en Berlín, dijo que, tal como funcionaba, la OTAN ya no era el lugar donde los miembros de la Alianza podían “discutir y coordinar las respectivas estrategias”. Schroeder llegó incluso a proponer el nombramiento de un panel de expertos encargado de reexaminar el funcionamiento de la OTAN. El antagonismo no es meramente conceptual sino estratégico. Mientras la Casa Blanca anhela hacer de la OTAN una suerte de foro general de discusiones bajo la égida norteamericana, París y Berlín estiman que la OTAN no es el lugar adecuado ya que, como lo recalcó Chirac, la “Alianza Atlántica es y seguirá siendo un elemento fundamental de nuestra seguridad colectiva” pero es “en primer lugar una alianza militar”. Británicos y norteamericanos abogan por lo contrario.Washington y Londres no quieren que la OTAN deje de ser el foro principal de los debates transatlánticos y temen que si las ideas de Alemania y Francia ganan terreno la OTAN se debilite en beneficio de un reforzamiento de la Unión Europea. En cambio, para Blair, el esquema es distinto: “La OTAN –dijo– ha sido la piedra angular de nuestra defensa durante mucho tiempo. Es entonces normal que la coloquemos en el centro de nuestras relaciones”.
El comunicado final de la OTAN refleja la incierta marca de un compromiso. Esencialmente, los 26 países reconocen que es preciso abrir un diálogo pero no fijan ni agenda ni temas. Asimismo, quienes esperaban ver a Ucrania arrojarse a los brazos de Occidente se llevaron una desilusión. El presidente ucraniano, Viktor Yushchenko, pidió el apoyo de la OTAN para su proyecto de reforma orientado a estrechar los lazos con Occidente de esta ex república soviética. Al mismo tiempo, aclaró: “Rusia es nuestro socio estratégico. La política ucraniana hacia la OTAN no estará de ninguna manera dirigida contra Rusia u otro país”.
China e Irán
Al igual que el lunes, los enfoques dispares volvieron a aparecer ayer. El tema del levantamiento del embargo a la venta de armas a China decidido por la UE dio lugar a un cruce de espadas entre Bush y Chirac. Al evocar el tema, el mandatario norteamericano habló de “profunda preocupación” porque, según él, la venta de armas puede dar lugar a “una transferencia de tecnología y ello puede cambiar el equilibrio de las relaciones entre China y Taiwan”. Chirac hizo valer que el embargo, en vigencia desde la revuelta popular en la plaza de Tienanmen, en 1989, “ya no se justifica más” y debe “ser levantado”. Irán y las negociaciones que tres países europeos (Francia, Alemania y Gran Bretaña) mantienen con Teherán para obtener el fin del programa nuclear también fue objeto de interpretaciones no muy claras. Bush calificó de “ridícula” la versión según la cual Estados Unidos se prepara a atacar preventivamente Irán, pero añadió que “todas las opciones están sobre la mesa”.
La etapa belga de Bush concluyó con la apoteosis final de su encuentro con el Consejo Europeo en pleno. Aquí también, a pesar de los buenos modales y el lenguaje diplomático milimetrado, europeos y norteamericanos chocaron con sus permanentes divergencias. Una vez más, fue el presidente francés quien resumió la impresión que dejó Bush. Chirac admitió: “ La actitud norteamericana se vuelve más realista”. El jefe de la Casa Blanca vino a plantear una suerte de alianza del llamado mundo libre contra las tiranías que ese mundo libre sostuvo y financió durante décadas. A lo largo de casi tres días, de manera recurrente, habló de democracia, de progreso social y de libertad. El mandatario pareció limitar su noción del “mundo libre” a Estados Unidos y Europa, como si México, la India, la Argentina y tantos otros países democráticos estuvieran fuera de ese orbe. También, al hablar de libertad y de Estado de derecho, olvidó la falta de derechos con que Estados Unidos trata a los prisioneros que mantiene en la base de Guantánamo.

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