Mié 20.04.2005

EL MUNDO

La pata posfascista ahora hace vacilar a Berlusconi

Las maniobras del premier italiano, Silvio Berlusconi –no dimitió para formar nuevo gobierno–, irritaron a dos de sus socios de gobierno. Los democristianos primero y la Alianza Nacional después se opusieron a la reforma federalista.

Por Enric González *
Desde Roma

La fuga hacia adelante emprendida el lunes por Silvio Berlusconi dejó su coalición más herida que nunca. Ayer fueron los ministros de la Alianza Nacional los que se declararon dispuestos a abandonar el Ejecutivo italiano tras la comparecencia parlamentaria del presidente del gobierno. El vuelco de Berlusconi, que se negó a dimitir para recibir el encargo de formar nuevo gobierno, cuando había pactado hacerlo, dejó a sus socios posfascistas y centristas “amargados” y confusos. La oposición exigió elecciones inmediatas.
Los caóticos acontecimientos del lunes, una jornada en la que Berlusconi consiguió irritar a la mitad de su coalición, a toda la oposición y al presidente de la república, Carlo Azeglio Ciampi, hicieron más verosímil la posibilidad de unas elecciones anticipadas. Lo más probable, sin embargo, seguía siendo un nuevo gobierno de Berlusconi, justamente lo que habría ocurrido ya el lunes si Il Cavaliere y la Liga Norte no hubieran cambiado las reglas del juego. Tanto los posfascistas de AN como la Unión de Demócratas Cristianos (UDC) expresaron su intención de votar a favor de Berlusconi en la moción de confianza, tanto en el Senado como en la Cámara de Diputados. Exigieron, sin embargo, una “señal de discontinuidad” tras la amplia derrota en las elecciones regionales. Esa señal no podía ser otra que la dimisión formal del presidente del gobierno quien, una vez constatada su mayoría parlamentaria, recibiría automáticamente del presidente de la república el encargo de constituir un gabinete nuevo hasta el fin de la Legislatura, en mayo.
AN y UDC, los mayores partidos del centroderecha tras la berlusconiana Forza Italia, se sentían burlados por la finta del Cavaliere, quien dedicó toda la jornada del lunes a alcanzar un acuerdo con sus socios para romperlo mientras se dirigía al palacio del Quirinal, sede de la presidencia de la república. El propio Ciampi, que ya había dispuesto los ritos institucionales de la crisis de gobierno, quedó pasmado cuando Berlusconi le informó que deseaba seguir apurando opciones antes de formar un segundo Ejecutivo. Para Berlusconi era una cuestión personal: había prometido completar una Legislatura sin crisis, para distinguirse de las inestables administraciones democristianas que gobernaron Italia hasta el colapso del “viejo régimen” y la irrupción en política del hombre más rico del país.
En AN y UDC cuajaba también la sensación de que la Casa de las Libertades, la gran coalición de centroderecha, se había partido en dos sin remedio. Berlusconi rompió el pacto espoleado por la Liga Norte, cuyo líder, Umberto Bossi, definió la actuación del presidente del gobierno como “una jugada magistral”. Forza Italia y Liga Norte parecían más unidas que nunca en un “eje nordista” empeñado en aprobar a toda costa la reforma constitucional federalista. AN y UDC, con bases electorales en el centro y sur del país, tendían a unirse en un “eje sudista” reticente al federalismo (que en el sur pobre se interpreta como una maniobra a favor del norte rico) y a la improvisación política de Berlusconi y Bossi.
Ignazio La Russa, coordinador de AN, anunció que todos los ministros del partido habían puesto sus cargos a disposición del líder, Gianfranco Fini, para que éste formalizara la dimisión colectiva en cuanto le pareciera conveniente. “Pedimos lo que hemos pedido todos estos días pasados: un nuevo gobierno con una marcada discontinuidad en el programa...”, señaló La Russa.

* De El País de Madrid. Especial para Página/12.

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