Vie 29.04.2005

EL MUNDO

Cortando en tres tajadas la torta del poder iraquí

El Parlamento de Irak aprobó finalmente ayer el nuevo gobierno. El resultado es más legítimo que antes, por las elecciones de enero, pero las tensiones continúan.

Por Patrick Cockburn*

Después de tres meses de forcejeos, la Asamblea Nacional interina iraquí votó ayer la asunción del primer gobierno electo desde la caída de Saddam Hussein. “Este es el primer paso en la construcción del nuevo Irak”, dijo el primer ministro designado, Ibrahim al Jaafari. “Lo importante es saber que nadie estará excluido. Estén o no en el gabinete, todos tendrán el derecho a participar en el proceso político.” Pero un número de las posiciones más poderosas en el nuevo gabinete están todavía vacantes y serán otorgadas a ministros interinos. Esto muestra que las disputas entre y dentro de los partidos que representan a las comunidades chiítas, kurdas y sunnitas no están resueltas. Jaafari declaró que los ministros permanentes serán elegidos en tres o cuatro días.
Unos 100 de los 185 diputados presentes votaron por el nuevo gobierno. Previamente Jaafari había dicho: “Los iraquíes encontrarán que este gobierno tiene una variedad religiosa, étnica, política y geográfica, además de la participación de las mujeres. Ahora que el proceso ha comenzado, no ahorraremos esfuerzos para devolver la sonrisa a los rostros de los niños”. El primer ministro por el momento tomará el puesto crucial de ministro de Defensa, mientras que el ministro de Petróleo interino será Ahmed Chalabi, un ex aliado de los neoconservadores de Estados Unidos y ahora un líder de la Alianza Unida Iraquí (AUI), la coalición chiíta que ganó la elección. El gobierno ha tardado tanto tiempo en formarse porque los chiítas, los sunnitas y los kurdos están tratando de armar su relación en la era post Saddam Hussein. Los chiítas, el 60 por ciento de la población iraquí, con más de la mitad de las bancas en la Asamblea Nacional de 275 miembros, quieren asegurarse que no se les quitará poder como les sucedió en el pasado.
Jaafari, un médico practicante que estuvo en el exilio durante dos décadas en Irán y Gran Bretaña, es el líder del partido islámico Dawa, uno de los principales partidos que forman la AUI. Los chiítas insistieron durante las negociaciones en formar un gobierno donde ellos tuvieran por lo menos uno de los ministerios de seguridad. El nuevo ministro de Interior será Bayan Jabr, un miembro poco conocido del Consejo Supremo para la Revolución Islámica en Irak (Csrii), que pasó muchos años en exilio en Irán.
Estados Unidos ha estado tratando de evitar que los chiítas se hagan cargo de la seguridad donde la influencia estadounidense es fuerte. Donald Rumsfeld, secretario de Defensa norteamericano, advirtió durante una visita a Irak este mes contra un purga de seguridad iraquí diciendo que esto dañaría la ofensiva contra los insurgentes. Los ganadores de la elección de enero fueron los chiítas y los kurdos que dominaron la nueva asamblea. Los kurdos ya vieron cómo uno de sus líderes, Jalal Talabani, era nombrado presidente, pero quieren traer al ex primer ministro sunnita Iyad Allawi, al gobierno para contrabalancear a los chiítas. Allawi ganó un 14 por ciento del voto en la elección. Si Allawi no está en el gobierno, la representación sunnita será limitada. Los chiítas no quieren que ex baasistas y partidarios de Saddam Hussein mantengan sus posiciones de poder por la presión kurda y de Estados Unidos.
Ghazi al Yawer, un sunnita, anteriormente presidente y ahora vicepresidente, dijo que estaba desilusionado con el nuevo gobierno. “El número de ministerios que les dieron a los sunnitas no es suficiente”, les dijo a los reporteros. Pocos miembros del gobierno interino saliente, puesto en funciones por Estados Unidos en junio pasado, fueron eficaces en el desempeño de sus tareas. Hoshyar Zebari, el canciller kurdo, fue probablemente el miembro más exitoso del viejo gobierno y mantiene su función. En general los ministros kurdos tienen mucha más experiencia, después de largos años organizando la oposición a Saddam Hussein, que sus contrapartes árabes. El anterior gobierno no logró mejorar el abastecimiento de electricidad o petróleo. En la plenitud del invierno, que puede ser muy frío en Bagdad, la gente se encontraba con que no podía comprar ni siquiera kerosene para calentarse. A menudo se formaban colas en las estaciones de servicio que tenían de cinco a seis kilómetros de largo y los conductores dormían en los automóviles dos noches seguidas. Muchos de los ministerios en el gobierno de Iyad Allawi también fueron famosos por su interés en los viajes al exterior. En un momento todo el gabinete estaba fuera del país dando discursos sobre cómo mejorar la seguridad en Irak.
El nuevo gobierno tendrá mucho más legitimidad que el anterior porque los kurdos y los chiítas en general fueron a las urnas. Aunque Estados Unidos sigue siendo muy poderoso detrás de la escena, no es totalmente el poderoso titiritero que parecía ser en el pasado. Pero los insurgentes árabes sunnitas probablemente no estén impresionados por el nuevo gobierno ya que descartaron la elección de enero como preparada por EE.UU. para propósitos de propaganda.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère

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