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› EL TITULAR DE LA CORTE ES EL
NUEVO PRESIDENTE Y HABRA ELECCIONES
Se fue la Vaca, vienen las urnas
La ruta a las elecciones anticipadas quedó abierta en Bolivia tras una jornada de extrema tensión. Después que enfrentamientos dejaran un muerto y tres heridos, Hormando Vaca Díez y Mario Cossío renunciaron a la sucesión constitucional. Asumió el presidente de la Suprema Corte.
Por Pablo Stefanoni
Desde La Paz
Es un capítulo cerrado. Después de una jornada que incluyó un muerto y tres heridos por el ejército, los presidentes de las dos Cámaras del Congreso, Hormando Vaca Díez y Mario Cossío, renunciaron a la sucesión constitucional y Eduardo Rodríguez fue elegido presidente de Bolivia por el Parlamento. Vaca se fue emitiendo fuertes conceptos contra el presidente renunciante Carlos Mesa y Evo Morales, jefe del Movimiento al Socialismo (MAS). Sostuvo que “hemos llegado a una etapa en el país en el que los culpables se presentan como los inocentes y donde las víctimas aparecen como culpables” y denunció “ante la comunidad internacional” que “en Bolivia no estamos viviendo en democracia, porque gente pagada impide sesionar al Congreso”. Pocos minutos más tarde renunció también a la sucesión el presidente de Diputados, Mario Cossío, quien en la misma línea de Vaca Díez acusó al gobierno de instalar una “lógica de confrontación” en el país y de “impulsar una agenda demagógica”. Las dos renuncias fueron aceptadas por unanimidad en el Parlamento, lo que transformó en nuevo presidente de Bolivia al titular de la Corte Suprema de Justicia, Eduardo Rodríguez, quien deberá convocar a elecciones anticipadas en el plazo de 90 días.
La sesión parlamentaria, programada inicialmente para las 10 de la mañana y trasladada luego a las 6 de la tarde, volvió a ser suspendida durante la noche, mientras Vaca Díez huía de la multitud hacia una unidad militar, en medio de una espiral de violencia que tuvo como saldo a un minero muerto. Wilbert Ramos, el principal dirigente campesino de Chuquisaca, había señalado que “Vaca Díez sólo abandonará Sucre descuartizado”, y piquetes de campesinos se trasladaron al aeropuerto para evitar que el cuestionado senador, un representante derechista de la clase alta de Santa Cruz de la Sierra, se trasladara a su feudo para seguir tramando su ascenso al sillón presidencial. “Si Vaca gobierna, guerra civil”, corearon durante toda la jornada varios de los grupos que se movilizaron a lo largo y ancho del país. Entretanto, en el centro de la ciudad –capital formal de la República–, mineros provistos de dinamita y policías protagonizaron duros enfrentamientos a sólo 100 metros de la Casa de la Libertad, que alguna vez fuera sede de eventos menos grotescos. La muerte del minero Carlos Coro, a manos del ejército, en la localidad vecina de Yotala, a 17 kilómetros de Sucre, y las heridas de tres personas más caldearon aún más los ánimos. “Primero los gasificaron (a los mineros), los cercaron y finalmente los acribillaron”, dijo el diputado del MAS Santos Ramírez. El hecho de “tener un muerto” antes de asumir la primera magistratura –y el clima de creciente violencia que se expandió en todo el territorio nacional– precipitó el postergado “renunciamiento” de los presidentes de ambas Cámaras.
Si bien en una primera instancia la sucesión constitucional parecía contar con mayoría –al menos por las declaraciones de los representantes partidarios–, en las últimas horas las agrupaciones, incluyendo el MIR al que pertenece Vaca Díez, se mostraron divididos, y Nueva Fuerza Republicana (NFR, populista de derecha y parte de la ex “megacoalición”) señalaron que no apoyarían la investidura del senador. Y la ilusión presidencialista de Vaca y las elites cruceñas se derrumbaron como un castillo de naipes.
Esta decisión puede empezar a distender la extrema convulsión social que vive el país, aunque algunos sectores sociales reclaman que las eleccionesno se restrinjan al Ejecutivo sino que se renueve también el Congreso, sede del repudio generalizado. Ayer, la ciudad de La Paz presentaba un paisaje desolado, casi sin vehículos y con gente caminando por el medio de las principales avenidas. Los controladores aéreos del país se declararon en huelga por tiempo indefinido, lo que cesó todos los vuelos desde y hacia el aeropuerto internacional de La Paz. El paro en El Alto fue total, lo que impidió el abastecimiento de la sede de gobierno, y miles de personas esperaron frente a la planta de Senkata para comprar una garrafa que no llegaba, lo que generó tensión entre las amas de casa –que reclamaban “queremos gas”– y dirigentes vecinales. Algunos representantes barriales sostuvieron, ante una consulta de Página/12, que era posible “levantar las medidas de presión a favor de la nacionalización” si Vaca Díez daba un paso al costado. Pero eso debe ser decidido por las organizaciones sindicales y vecinales que probablemente se reúnan hoy para decidir cómo seguir en el nuevo escenario político.
Sectores radicalizados –incluyendo a la COB– intentaban poner en pie una Asamblea Popular. Por la mañana, los representantes del Alto Mando Militar habían convocado a “un nuevo pacto social entre los bolivianos”. Su llamado pacifista contrastaba con el uniforme de campaña que vestían los militares, una especie de mensaje de que la situación estaba llegando a un límite (ver abajo). Con el camino libre para el presidente de la Corte, parece haberse encendido una luz al final del túnel. Los problemas en el país continúan, aunque se espera que con la convocatoria a elecciones anticipadas las agendas en disputa –Asamblea Constituyente, nacionalización y autonomías– se puedan canalizar por la vía institucional. En todo caso, es una papa caliente para el nuevo mandatario.
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