George W. Bush habrá respirado tranquilo ayer cuando finalizó la visita del ex mandatario norteamericano Jimmy Carter a Cuba, luego de seis días de dichos y contradichos en que la administración Bush se empeñó en minimizar las palabras de Carter y confirmar que mantendrá el embargo comercial hacia la isla. Poco antes de partir, Carter anunció que advertirá al gobierno norteamericano que los disidentes cubanos se oponen a recibir ayuda de la Casa Blanca y consideró que esa ayuda “sólo les provocará un estigma”. Y aunque se mostró escéptico respecto de un cambio en la política unipartidista de Fidel Castro, aseguró: “Espero que mi visita deje para el pueblo cubano el sentimiento que tiene la mayoría de los estadounidenses, tanto los congresistas como los ciudadanos, de un cambio de la política de Estados Unidos hacia Cuba”, dijo Carter.
Vestido con su tradicional uniforme color verde oliva, el líder cubano Fidel Castro acompañó a Carter al aeropuerto. Así concluyó una visita histórica, por tratarse de la personalidad estadounidense más destacada en llegar a Cuba desde 1959 y porque Carter emitió un mensaje al pueblo cubano en que criticó a Castro en su presencia. Carter se reunió esta semana con disidentes del régimen, tras lo cual pidió al gobierno que estudie el Proyecto Varela, que solicita a la Asamblea Nacional que convoque a una consulta popular para cambiar las leyes y garantizar la libertad de expresión, una nueva ley electoral y elecciones libres y dar más espacio a la empresa privada. Sin embargo, Carter aseguró ayer que el líder cubano “quiere conservar el completo control sobre el sistema y no dar ninguna oportunidad a que grupos disidentes consigan un apoyo que pudiera poner en peligro su poder como líder incuestionado del gobierno”.
El ex presidente también se manifestó respecto de las medidas con que el gobierno de Bush busca incentivar la disidencia interna. Tras largas conversaciones con los principales disidentes, Carter afirmó: “Le enviaré una carta al presidente Bush apenas retorne a Estados Unidos y en ella le diré lo que los disidentes cubanos piensan de las políticas norteamericanas” hacia el régimen de La Habana. Carter señaló que el proyecto de la Casa Blanca de proveer mayores ayudas, incluyendo dinero, a las organizaciones disidentes de la isla, “sólo les provocará un estigma”.
Durante su estadía en Cuba, Carter llamó a Washington a finalizar el embargo económico que mantiene sobre Cuba desde hace más de cuatro décadas. Esto fue respaldado por cuarenta legisladores norteamericanos.