EL MUNDO
› EL EJERCITO REPUBLICANO IRLANDES INUTILIZO SU ARSENAL
Cuando se pone fin al IRA armado
La comisión encargada de verificar el desarme certificó que fueron desmanteladas todas las armas. El IRA lo había prometido en julio, momento en que anunció el final de la lucha armada. Irlanda del Norte vivió con cierto escepticismo un día histórico.
› Por Walter Oppenheimer*
Desde Belfast
Irlanda del Norte dio ayer un paso histórico hacia la reconciliación, aunque, como tantas veces en su tortuoso camino hacia la paz, lo hizo con más recelo que euforia. Como se esperaba, la Comisión Internacional Independiente que controla el desarme de la provincia certificó que el Ejército Republicano Irlandés, el sanguinario IRA, ha puesto sus armas fuera de uso. “Todos los arsenales del IRA”, precisó el presidente de la comisión, el general retirado canadiense John de Chastelain. Sus palabras fueron ratificadas a continuación por dos sacerdotes, uno católico y uno protestante, que actuaron de testigos durante la eliminación de las armas.
Aunque los mediadores internacionales hicieron un inventario preciso de las armas inutilizadas, este no será entregado a Londres y Dublín hasta que haya acabado el mandato de la comisión de desarme: es decir, cuando se hayan desarmado también las paramilitares lealistas y otros grupos. El general De Chastelain no quiso dar detalles sobre la composición de los arsenales, respetando así las exigencias de confidencialidad del IRA y otorgando a los unionistas un argumento para echar agua al vino del desarme. “No sabemos cuántas armas ni qué cantidad de municiones se han puesto fuera de uso, ni siquiera sabemos cómo se ha llevado a cabo el decomiso de las armas”, se quejó el reverendo Ian Paisley, líder de los unionistas radicales del DUP –Partido Unionista Democrático–, mayoritario entre la comunidad protestante.
Pero De Chastelain no se cansó de justificar esa discreción. “Desde el principio tuvimos claro que, si queríamos conseguir la destrucción de las armas, la manera de conseguirlo no podía parecer ni una rendición ni una derrota”, explicó. Aunque el general no dio cifras concretas sobre los arsenales inutilizados, la declaración que leyó, precisa: ‘En septiembre de 2004, la Comisión recibió estimaciones sobre el número y cantidad de armas en posesión del IRA. Esas estimaciones fueron realizadas por los servicios de seguridad en ambas jurisdicciones y eran concordantes. Nuestro nuevo inventario es consistente con esas estimaciones y estamos convencidos de que las armas decomisadas representan la totalidad de los arsenales del IRA’.
Entre las armas destruidas figuran ‘todo tipo de municiones, rifles, metralletas, morteros, misiles, pistolas, explosivos, sustancias explosivas y otras armas, incluyendo todas las categorías descritas en las estimaciones recibidas de las fuerzas de seguridad’. El desarme se ha hecho en dos fases. Tras el anuncio del IRA, el 28 de julio, de que renunciaba a la lucha armada, sus miembros han procedido durante el mes de agosto a ir acumulando los arsenales, repartidos en multitud de puntos distintos, algunos en Irlanda del Norte pero se cree que la mayor parte en la República de Irlanda. La destrucción en sí misma ha ocurrido durante la semana pasada, en presencia de los tres miembros de la Comisión Internacional –De Chastelain, el general de brigada finlandés Tauno Nieminen y el diplomático estadounidense Andrew Sens– y los dos testigos: el católico Alec Reid, un hombre clave en la gestación del proceso de paz, y el protestante Harold Good, ex presidente de la Iglesia Metodista de Irlanda.
Good y Reid dejaron claro que “no hemos sido elegidos por el IRA para hacer este trabajo”. Su presencia durante la destrucción de las armas tenía como objetivo dar confianza en particular a la comunidad protestante, que no se fía de la palabra del IRA y exige que se difundan pruebas documentales de la destrucción de los arsenales. El vicario protestante hizo un especial llamamiento a los unionistas y al reverendo Ian Paisley “para que no desperdicien esta gran oportunidad”.
Los sacerdotes explicaron que no sabían adonde los llevaban para la destrucción de las armas y que las jornadas de trabajo eran largas y duras. Aunque no quisieron entrar en detalles, dieron a entender que el desarme acabó el sábado pasado. “La última arma fue un rifle. Cuando sepuso fuera de uso, hubo un silencio. Fue muy emotivo, pero en ningún momento rezamos”, explicó el reverendo Good, casado, padre de cinco hijos y abuelo de 12 nietos.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.