EL MUNDO › ATERRIZO EN AFULA, A 50 KILOMETROS DE LA FRONTERA, CON 100 KILOS DE EXPLOSIVOS
La guerra del Líbano continuó por tierra y por mar. Israel lanzó su bombardeo más devastador, Hezbolá barrió el norte israelí con salvas de katyushas y se libraron furiosos combates alrededor de Bint Jbel, el bastión chiíta. Hay decenas de muertos en Tiro.
› Por Juan Miguel Muñoz *
Desde Kiryat Shemona
El ejército israelí batalla por aire y tierra en el sur del Líbano mientras Hezbolá golpea con sus misiles el punto más lejano nunca antes alcanzado en Israel. Ya lo advirtió Hassan Nasralá, líder de la milicia chiíta: atacaremos al sur de Haifa. Ayer cumplió. La guerrilla islamista lanzó un misil Fajr-5, de fabricación iraní, que impactó en una zona despejada de Afula, 50 kilómetros al sur de la frontera. Nunca desde que empezó la guerra un proyectil de tan largo recorrido y tanta carga explosiva había caído sobre Israel.
“Es el comienzo de una etapa de combates”, anunció Hezbolá a través de la emisora Al Manar. Su estrategia pasa por extender el miedo al corazón del Estado judío. Con el disparo del Fajr-5, que tiene un alcance de 90 kilómetros y una carga de 100 kilos de explosivos, la guerrilla chiíta está poniendo a prueba los nervios de Israel, que no sufría una agresión de esta magnitud desde la guerra de Yom Kippur, en octubre de 1973. El gobierno de Ehud Olmert anunció el despliegue de misiles antimisiles Patriot en Netania y Tel Aviv, decenas de kilómetros al sur de Haifa.
La guerra que enfrenta a Israel y Hezbolá desde el 12 de julio adquiere cada día cotas más altas de violencia. El bombardeo masivo sobre los pueblos y ciudades desiertos del sur del Líbano, donde ayer murieron catorce personas, no tiene pausa. La aviación de Israel dijo que atacó 180 objetivos en las últimas horas, entre ellos una base y depósito de cohetes de Hezbolá en el valle de Bekaa, al este, 57 estructuras del grupo islamista, seis plataformas de lanzamiento de misiles y seis puestos de comando de la organización. Los misiles destrozaron una base central de Hezbolá en Tiro. Este número de objetivos atacados en el Líbano es al menos dos veces mayor que el de los días previos y desde que comenzó la ofensiva contra el Líbano, luego de que Hezbolá mató a ocho soldados israelíes y capturó a otros dos.
Miles de reservistas israelíes se incorporaron a sus unidades, mientras las batallas en Bint Jebel, baluarte de Hezbolá a cuatro kilómetros de la frontera, continuaron, aunque las Fuerzas Armadas israelíes han asegurado dos veces que la ciudad había caído. Los combates son encarnizados. Según portavoces israelíes, ayer murieron 26 milicianos. Hezbolá, por su parte, aseguró haber matado a varios soldados, expulsado a las tropas de algunos campos de batalla, y disparó más de 100 cohetes katyusha sobre un Israel desconcertado. Uno de ellos cayó en un hospital de Nahariya, ciudad israelí próxima a la frontera con el Líbano, pero sólo causó daños materiales pues los enfermos habían sido trasladado a los sótanos.
Desde el inicio de la ofensiva, han muerto en el Líbano 430 personas, entre ellas 359 civiles y 29 militares y policías libaneses, así como cuatro observadores de la ONU. Hezbolá anunció la muerte de 32 de sus militantes, y las milicias de su aliado chiíta Amal el deceso de seis de sus combatientes desde el 12 de julio. Además, al menos 74 civiles, entre ellos numerosos niños, siguen sepultados en la región de Tiro bajo los escombros de sus casas, bombardeadas desde hace once días.
Los jefes del espionaje militar y civil del Estado sionista no se ponen de acuerdo. Mientras el jefe del Mossad, Meir Dagan, afirma que Hezbolá es capaz de mantener el fuego por largo tiempo, el jefe de la Inteligencia Militar, Amos Yadlin, dice que la guerrilla está seriamente dañada. Y también en el gobierno hay discrepancias sobre el camino a seguir. Si el ministro de Justicia, Haim Ramon, prefiere arrasar las infraestructuras civiles –se extrañó de que la población aún dispusiera de luz en el valle de la Bekaa libanés–, otros optan por métodos no tan bárbaros.
Los obstáculos ya se han esfumado para que los uniformados israelíes se lancen a una invasión masiva del Líbano para ocupar la franja al sur del río Litani, a 20 kilómetros de la frontera, como ya hicieran en 1978. Cuentan con el respaldo de Estados Unidos, pero la historia juega en su contra. “Debemos conseguir un alto el fuego antes de que la situación sea inmanejable... Pensando a largo plazo, es necesaria una reforma para examinar la dependencia del gobierno respecto del Estado Mayor del Ejército. No es agradable decirlo en este momento, pero es la realidad. No hay solución militar a este conflicto”, opina el profesor de la Universidad Hebrea Zeev Sternhell. Las mismas palabras utilizó el jueves el jefe del Estado Mayor, Dan Halutz: “No hay solución militar a este conflicto”.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.
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