Lun 11.12.2006

EL MUNDO  › NO HABRA DUELO NACIONAL EN CHILE POR PINOCHET NI HONORES COMO EX PRESIDENTE

La muerte anunciada del dictador

El dictador chileno murió ayer a las 14.15. Hubo concentraciones para festejar y unos pocos seguidores que lo lloraron. Frente a La Moneda se produjeron enfrentamientos con los carabineros. El dictador será sobreseído por fallecimiento en las causas por violaciones a los derechos humanos.

› Por Christian Palma
Desde Santiago

Pasadas las dos de la tarde, la noticia se extendió por todo Chile como un reguero de pólvora: “Murió Pinochet, murió el asesino, murió el dictador”. Y se descorchó la champaña guardada por años, los abrazos, las lágrimas y los “nunca más” se escucharon con fuerza desde Arica a Magallanes. Los gritos cruzaron montañas, océanos y llegaron a una lejana isla, donde una viejecita –otrora llamada la mujer de hierro– sintió un fuerte escalofrío que recorrió su espalda. En Sudamérica, su amigo militar, quien la ayudó en la Guerra de las Malvinas, dejaba de existir advirtiendo que un camino similar para ella está más cerca que nunca. Cerca del mediodía de ayer, el ex dictador chileno Augusto Pinochet Ugarte sufrió una descompensación producto del infarto de miocardio que lo aquejó hace una semana, por lo cual debió ser trasladado a la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) del Hospital Militar. En ese centro asistencial se le aplicaron todas las medidas de resucitación, que resultaron infructuosas. A las 14.15 horas, el hospital castrense confirmó el deceso del nonagenario militar y con ello Chile se dividió nuevamente entre los más que celebran y los menos que lloran.

Cosas del destino o no, lo cierto es que la esposa de Pinochet, Lucía Hiriart, celebraba su cumpleaños ochenta y cuatro. Y estaba feliz, su marido había presentado una mejoría que lo mantenía estable dentro su gravedad. Menudo regalo le dio el difunto militar, los que terminaron celebrando fueron los miles de chilenos que salieron espontáneamente de las poblaciones, barriadas y calles de tierra a gritar su alegría por la muerte de quien gobernara de facto el país entre 1973 y 1989.

El dolor guardado, la foto del marido, esposo o hijo asesinado, la tortura, el exilio, el destierro y la humillación, se acababan para siempre. Para muchos, hoy no importa que el dictador no fuese juzgado, total la historia no lo dejará impune, cuando es con sangre, nunca lo hace.

Conocida la noticia, el sector de Plaza Italia, lugar escogido por los chilenos para celebrar los triunfos deportivos, fue uno de los puntos neurálgicos que reunió a miles y miles de manifestantes. Luego, una marcha gigantesca, comenzó a desplazarse hacia La Moneda. Autos con banderas de todos los colores políticos, fotos de Salvador Allende y de los miles de detenidos desaparecidos dieron color a una postal increíble, irrepetible, única. El día que todos creían que jamás llegaría, al fin llegó. “Diez de diciembre, no se olvidará nunca más, ese día murió el chacal”, vociferaba un anciano comunista, con lágrimas en los ojos y una foto de su hijo asesinado por los militares en 1974, colgada del ojal de su gastada chaqueta.

Esos ojos vidriosos, esa pena en parte consolada en una calurosa tarde de diciembre, se repitió en todo el país, en todos los rincones donde la mano siniestra de Pinochet y sus secuaces apretó un gatillo, torturó o arrojó cuerpos al mar.

En la otra cara de esta medalla, en las calles aledañas al Hospital Militar un grupo reducido de adherentes a Pinochet no escondió su pesar atacando a la prensa y dando muestras desenfrenadas de fanatismo. Cantando el himno nacional, incluyendo una estrofa retirada oficialmente que habla de “Nuestros valientes soldados”, los epítetos de los asistentes fueron en contra del ex presidente Salvador Allende, a quien cantaban “no se suicidó, no se suicidó” y que también alcanzaron a Michelle Bachelet, exigiéndole que declarara duelo nacional y que las banderas estén a media asta. De hecho una exaltada intentó bajar el pabellón nacional que flamea en el hospital, lo que fue evitado por Carabineros.

La polarización continuó entre los que exigían que el funeral del ex dictador se realice con honores de Estado y quienes rechazan rotundamente esa posibilidad.

A eso de las 18.00 horas, el gobierno aclaró las cosas. A través de un comunicado informó que el ex militar no recibirá honores como ex jefe de Estado, sino sólo como ex comandante en Jefe del Ejército, según lo establecido en el reglamento de servicio de guarnición de la institución castrense.

La información fue dada a conocer por el vocero de La Moneda, Ricardo Lagos Weber, quien detalló que la medida fue una decisión de la presidenta Bachelet, quien estuvo reunida en la tarde con varios miembros de su gabinete y representantes del ejército. Se supo además que la Mandataria no asistirá al funeral de Pinochet y que en representación del Ejecutivo irá la ministra de Defensa, Vivianne Blanlot.

Otro dato que irritó aun más a los adherentes del dictador, fue la decisión del gobierno que autorizó banderas a media asta sólo en los recintos del ejército y sus unidades militares.

Ya entrada la tarde, Pinochet fue trasladado a la Escuela Militar, donde será velado en una capilla ardiente hasta el martes 12, día en que se realizará una misa fúnebre a las 12 horas. Posteriormente los restos serán cremados y entregados a su familia.

La fiesta de los miles de santiaguinos que salieron a celebrar la muerte del dictador, lentamente fue ganando en violencia y saqueos. Carros lanzaaguas y dos “zorillos” (lanzaaguas menores) comenzaron a repeler a miles de manifestantes que se agolparon en la plaza de la Ciudadanía frente al Palacio de La Moneda, tirando palos, piedras, botellas y fierros y desarmando infraestructuras de hierro. Por seguridad, La Moneda fue acordonada con barreras papales para evitar que los disturbios lleguen hasta el lugar. Además, hasta altas horas de la noche, en una gran parte de La Alameda, la avenida columna vertebral de Santiago, estuvo interrumpido el tránsito.

Hasta muy tarde también estuvieron reunidos el intendente de Santiago Víctor Barrueto y el subsecretario del Interior, Felipe Harboe, para establecer las medidas que se tomarán para enfrentar los disturbios que se generan a raíz del deceso de Pinochet y resguardar la seguridad ciudadana. Se estima que los desórdenes seguirán toda la noche, dada la efervescencia que provocó el deceso de Pinochet. Las poblaciones y villas más bravas de Santiago y las más perseguidas en dictadura: La Legua, La Victoria, La Pincoya, la Ríos y villa Francia y Portales seguirán con sus manifestaciones.

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