EL MUNDO
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Un caos de hospitales, morgues y desinformación
Los familiares de los rehenes que salieron vivos no saben dónde están sus seres queridos y ninguna autoridad se encarga de informarles el paradero.
Por Jonathan Steele*
Desde Moscú
Con los ojos enrojecidos y llorosos esperan noticias frescas en la puerta del Hospital Nº 13. Unos pocos tienen suerte: saben que sus seres queridos se encuentran entre los 340 pacientes que están internados ahí. Pero la mayoría de los que ayer se amontonaban bajo una suave nevada no tenía noticias de los familiares que se encontraban en el teatro esa fatídica noche. El secuestro terminó pero, más de 24 horas después, cientos de personas aún esperan saber si sus parientes sobrevivieron. Sin importar su condición, cada rehén liberado fue llevado al hospital. Pero todavía no hay una lista completa de los sobrevivientes. “Nadie nos informa”, dice Lyuibov Kalinna, quien busca a su hija Lilya. “Hace dos días que estoy acá. ¿Por qué nos engañan?” No dice a quién se refiere pero, en un país donde los derechos individuales siempre estuvieron detrás de las prioridades de la nación, está claro a quién se dirige. A esos hombres que se endurecen cuando reciben un puesto de poder.
Otra mujer sostiene un cartel con la foto de su hijo y su teléfono. Tatyana Karpova mira hacia las cámaras de TV y empieza un monólogo desesperado. “Ustedes son mi única esperanza, no el gobierno. Voy a pegar este cartelito en todo Moscú. Por favor, ayúdenme a encontrar a Sasha.” Mientras, Irina Tarasovova busca a su amiga que la semana anterior la había llamado para invitarla a ver el musical Nord-Ost. Pero Irina no pudo ir y ahora ella y su marido han visitado tres hospitales sin éxito. “Vive sola, tal vez está en la morgue”, dice mientras cruza los dedos.
Para justificar la lentitud de las autoridades, un señor que pasa por el lugar explica que muchas personas no llevaban documentos encima. Pero muchas personas tardaron varias horas en recobrar su identidad, luego de inhalar el gas que las fuerzas especiales esparcieron dentro del edificio. Más de cien están muertas y muchos han perdido la memoria y no saben sus nombres cuando despiertan. Pero lo más triste son las mesas con las listas de los efectos personales que fueron removidos de los cuerpos no identificados. “Vovochka, Vovochka”, grita una mujer antes de desmayarse. Le acababan de dar la prueba de que su hijo está en la morgue.
La falta de información también afecta a los familiares extranjeros. Natalja Zjirov es una holandesa que murió en el teatro. Peter d’Hamecourt, un periodista holandés que pasó todo el sábado con su marido visitando hospitales en busca de noticias, dijo que sólo descubrieron la verdad cuando les mostraron fotos de cuerpos en una morgue. Aunque las autoridades aseguraron que ningún extranjero había muerto, su marido la reconoció. Según la embajada norteamericana en Moscú, dos estadounidenses estaban entre los rehenes. “Encontramos a una en un hospital y seguimos buscando al que falta”, dijo un vocero de la embajada.
Cerca del teatro, decenas de personas se han acercado con rosas rojas y blancas en memoria de los muertos.
* De The Guardian de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
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