EL MUNDO
• SUBNOTA › EL MISTERIO DEL GAS USADO POR LAS FUERZAS RUSAS
¿Qué tiraron en el teatro?
Por N.P.W.*
Desde Moscú
Los expertos occidentales en armas químicas dijeron ayer que el gas que se utilizó en el rescate de los rehenes del teatro moscovita probablemente sea una rara variedad de una sustancia narcótica desarrollada en los setenta por las fuerzas armadas estadounidenses. El QND o quinuclinodylbenzoato fue creado por el Departamento de Defensa y es un derivado de un agente nervioso considerado, cuando se lo utiliza correctamente, como no letal. Mientras, los funcionarios rusos se han negado a decir el nombre del gas.
“Todos los agentes narcotizantes como el gas sarín y los utilizados por los iraquíes bloquean las transmisiones entre los nervios y los músculos”, explicó Peter Rose, profesor de la Open University, de Inglaterra. “Y producen esa pérdida en la memoria de la que hablan los rehenes”, indicó. Los síntomas provocados por el QND coinciden con los que experimentaron los rehenes que después del rescate fueron sacados del edificio. Esta sustancia produce sudoración, gran palidez, pérdida de la conciencia y problemas respiratorios. Las víctimas también pueden sufrir de alucinaciones y ataques de ansiedad.
“El QND afecta al receptor muscárnico, un tipo especial de nervio que se ubica en el cerebro. Cuando el gas se dispersa en la atmósfera, entra en los pulmones y luego pasa al torrente sanguíneo y el cerebro”, explicó Rose. También dijo que el agente afecta a la acetilcolina, una sustancia química que transporta mensajes de una célula nerviosa a otra. “El QND interactúa y detiene la transmisión del mensaje. Interfiere con una delicada enzima que toma el control cuando la señal se detiene. En código Morse, sería como recibir una señal constante ‘larga’.”
Este agente actúa en el cerebro y paraliza su capacidad de interpretar lo que está sucediendo. “Es como si apagara las luces y destruyera el cuartel general del cuerpo”, describió el científico. Y añadió que los menos afectados por el gas fueron los mismos terroristas porque eran los más sanos y los más preparados para una situación de este tipo. “No importa que sean jóvenes, los menos afectados serán los que tengan buen estado físico.” Según supo este diario, muchas mujeres jóvenes en pobre condición física fueron evacuadas desde el hall del teatro.
Según Rose, el gas nunca antes fue utilizado. Aunque quizá haya sido manipulado en secreto o en algún film de propaganda del Departamento de Defensa norteamericano en los setenta. El científico admitió haber realizado experimentos con el gas que, en su forma pura, viene en polvo blanco. Pero aclaró que nunca lo usó con humanos. “Es letal en altas concentraciones. Sería como apagar el cerebro y esto sucede cuando el cuerpo deja de recibir oxígeno y el mismo cerebro muere.”
En otras oportunidades, las fuerzas de seguridad rusas han considerado utilizar “sustancias incapacitantes no letales”, dijo Lev Feodorov, presidente de la Unión de Seguridad Química, para detener el intento golpista de 1993. Sin embargo, esa vez decidieron no usarlas. También añadió que el gas podría haber sido fabricado en Rusia, pero con una fórmula estadounidense que actualmente está a la venta.
Otros analistas han sugerido que el gas podría ser un derivado de una sustancia llamada BZ o una derivada del Valium. Ambas pueden provocar síntomas similares. Por eso mismo, en la mañana del sábado, los médicos rusos se quejaron de que no se les informó inmediatamente de qué gas se trataba y no pudieron atender adecuadamente a las víctimas. El domingo por la mañana, los parientes de las víctimas temían que los médicos aún no supieran el nombre del gas. Por su parte, otra fuente dijo que éstas son sustancias delicadas y que si se usan incorrectamente, pueden tener consecuencias desastrosas. “Para fabricarlas, hay que seguir un procedimiento muy exacto”, explicó el experto en Defensa Paul Beaver. “Pero estos gases duran poco tiempo almacenados. Y los procesos de fabricación en Rusia no son tan exactos.” * De The Guardian de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
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