Lunes, 10 de enero de 2011 | Hoy
EL MUNDO › OPINIóN
Por Fidel Castro *
Una triste noticia se divulgó en la tarde del sábado desde Estados Unidos: la congresista demócrata por Arizona Gabrielle Giffords fue víctima de un atentado criminal mientras participaba en un acto político en su distrito electoral de Tucson. Al otro lado de la frontera se encuentra México, el país latinoamericano al que pertenecía ese territorio, cuando en una injusta guerra le fuera arrebatado más de la mitad de su extensión.
Por su árida superficie, muchos de los que emigran de México, Centroamérica y otros países latinoamericanos intentan escapar del hambre, la pobreza y el subdesarrollo a los que han sido conducidos esos pueblos por Estados Unidos. El dinero y las mercancías pueden cruzar libremente la frontera; los seres humanos, no. Sin hablar de las drogas y las armas que en una y otra dirección cruzan esa línea.
Cientos de miles de latinoamericanos, que en aquel país realizan los trabajos más duros y peor pagados, son capturados cada año y devueltos a sus puntos de partida, muchas veces separados de sus familiares más allegados. Ellos esperaban de la nueva administración una rectificación de esa política criminal e inhumana.
De acuerdo con las noticias, 19 personas fueron alcanzadas por las balas, y seis murieron, entre ellas, una niña de 9 años y el juez John Roll.
La congresista fue gravemente herida por un disparo en la cabeza. Está casada con el astronauta de la NASA Mark Kelly. Fue electa por primera vez al Congreso en el 2006, a la edad de 36 años. “Es partidaria de la reforma migratoria, la investigación con células embrionarias y las energías alternativas”, medidas que detesta la extrema derecha. Había sido reelecta como representante demócrata en las pasadas elecciones. Preguntado su padre por la prensa si tenía enemigos, respondió: “Todo el Tea Party”. Se conoce que la ex candidata a la vicepresidencia de Estados Unidos en las elecciones del 2008 y líder del Tea Party, Sarah Palin, publicó en su sitio web como objetivo para los seguidores de su partido, un mapa del distrito congresional de 20 de los representantes que habían apoyado la propuesta de reforma de salud del presidente Obama, y los tenía marcados con la mirilla de un fusil.
El contrincante de la congresista Gabrielle Giffords, era un ex marino que en la campaña electoral apareció con un fusil M-16 en un mensaje, cuyo contenido según se informa era: “Ayuda a sacar a Gabrielle Giffords... Dispara el cargador completo de un M-16 automático con Jesse Kelly”.
En marzo de 2010 la oficina electoral de Gabrielle fue atacada. Ella declaró que cuando la gente hacía eso se tiene que dar cuenta de sus consecuencias; los líderes políticos deben reunirse y decir el límite. Cualquier persona sensata podría preguntarse si un hecho como éste ocurrió en Afganistán o en un distrito electoral en Arizona.
Obama declaró textualmente: “Lo que sabemos es que un acto de violencia tan insensato y terrible no tiene cabida en una sociedad libre...”. “Pido a todos los estadounidenses unirse a mí y a Michelle para tener a la congresista Giffords, las víctimas de esta tragedia y sus familias presentes en nuestras oraciones.”
Es relativamente dramática y bastante triste su apelación. Hasta los que no compartimos en absoluto sus ideas políticas o filosóficas deseamos sinceramente que no mueran niños, jueces, congresistas, ni ciudadano alguno de Estados Unidos de forma tan absurda e injustificable. Es triste recordar que en el mundo están perdiendo la vida cada año muchos millones de personas, como consecuencia de guerras absurdas, pobreza, hambrunas crecientes y deterioro al medio ambiente, promovida por las naciones más ricas y desarrolladas del planeta. Nos gustaría que Obama y el Congreso de Estados Unidos compartieran con los demás pueblos esas preocupaciones.
* Publicado en CubaDebate.
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