EL MUNDO
• SUBNOTA › CHIRAC Y AZNAR RENOVARON SU DESACUERDO EN PARIS
Una entrevista bien frappé
› Por Eduardo Febbro
José María Aznar se fue de París con muchas menos esperanzas de las que trajo. El premier español, que opera como un emisario de la administración Bush en el Viejo Continente, llegó aquí en momentos en que el Parlamento francés debatía sobre la política gubernamental frente a Irak. Aznar vino con la misión de sondear la solidez de las convicciones de Jacques Chirac respecto de su drástica oposición a la guerra. En una cortés pero helada conferencia de prensa conjunta, el mensajero de Bush no pudo más que constatar las por ahora insalvables discrepancias que lo separan del presidente francés. Breve pero explícita, la conferencia de prensa fue el escenario de una amplia lista de “coincidencias” pero a la hora de hablar sobre Irak el consenso perdió sus máscaras. Mientras Aznar defendía la necesidad de una segunda resolución autorizando el recurso a la fuerza, Chirac restaba credibilidad a esa iniciativa.
“No compartimos el mismo sentimiento en lo que se refiere a los medios que es preciso emplear para alcanzar el objetivo del desarme. Francia considera que hay una posibilidad de alcanzar ese objetivo por medios pacíficos, a través de las inspecciones y que, por consiguiente, la guerra no es inevitable”, dijo Chirac. Aznar se amparó bajo el paraguas de la ONU alegando que Madrid se situaba siempre “en el marco de la ONU” y que, en ese contexto multilateral, “una nueva resolución sería oportuna” para realizar “dos objetivos”: “garantizar el papel jugado por el Consejo de Seguridad y ejercer la máxima presión sobre el régimen iraquí”. El argumento español dejó insensible al mandatario francés que, de inmediato, puntualizó: “Consideramos que no hay ninguna razón que justifique salir de la resolución 1441 de la ONU. En consecuencia, nos oponemos a una nueva resolución”.
Seguramente, más que la ya conocida posición francesa respecto de la segunda resolución presentada el lunes en la ONU por España, Gran Bretaña y Estados Unidos, lo que Aznar quería saber era qué haría París con su derecho de veto. La respuesta no la dio Chirac sino el primer ministro francés Jean Pierre Raffarin y, más explícitamente, el canciller Dominique de Villepin. En momentos en que se sabe con seguridad que China y Rusia no emplearán su derecho de veto, el canciller señaló que la “cuestión” no era de actualidad en lo inmediato por cuanto la tan mentada segunda resolución no cuenta con la mayoría suficiente para ser aprobada. Villepin reiteró también el llamado a Irak para que Saddam Hussein destruya los misiles Al-Samud 2, tal como lo exigió el jefe de los inspectores de la ONU, Hans Blix. Es que la existencia de esos misiles puede desencadenar la guerra.
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