La carrera de Rebekah Brooks (foto, ayer en el Parlamento) ha sido tan fulgurante como su caída. Editora más joven de la historia del periodismo británico con el News of the World (20002003), primera directora mujer del The Sun, Brooks está viviendo la peor semana de su vida. El viernes pasado renunció a su puesto de ejecutiva de News International, el domingo fue arrestada y puesta en libertad bajo fianza, ayer compareció ante el comité parlamentario del Interior de la Cámara de los Comunes.

Leal a la compañía que le permitió su carrera meteórica y a sus propios intereses de cara a las investigaciones en curso, Brooks defendió a News International ante el comité asegurando que había actuado “rápida y decisivamente” para lidiar con las “repulsivas” escuchas telefónicas. La ex editora de News of the World citó el caso de la actriz Sienna Miller, que la compañía arregló con una compensación de más de 100 mil libras como un ejemplo de esta reacción rápida frente a los hechos. “En las investigaciones internas del dominical, todo el mundo negó que hubiera prácticas corruptas. Sólo cuando vimos la documentación relacionada con el caso de Sienna Miller, nos dimos cuenta de la gravedad de la crisis”, señaló al comité parlamentario. Dado que el caso saltó el año pasado, Brooks queda expuesta a la acusación que, como mínimo, se le puede hacer a sus ex jefes, los Murdoch: si no eran corruptos, fueron altamente incompetentes.

Brooks añadió que sabía que News of the World contrataba a detectives privados –“práctica corriente en el periodismo británico”–, pero que nunca había autorizado prácticas ilegales. “No puedo entender quién en su sano juicio pudo autorizar que alguien escuchara los mensajes de Milly Dowler”, señaló en referencia a la interferencia de los mensajes de voz del celular de la adolescente secuestrada en 2002. Como frutilla del postre, Brooks negó que conociera al detective privado Glenn Mulcaire, condenado por las escuchas telefónicas de 2007, y añadió, para sorpresa del comité, que Mulcaire había accedido ilegalmente a sus propios mensajes telefónicos.