EL MUNDO • SUBNOTA › CUESTIONAMIENTOS AL GOBIERNO DE DILMA
Brasil como Estado le había puesto frenos a varias exigencias de la FIFA, que pretendía desde una ley de exención impositiva para poder llevarse con libertad a Suiza las ganancias que le genere el Mundial, hasta la derogación de la ley que permite a los jubilados y estudiantes brasileños asistir gratuitamente a los partidos de fútbol. Inclusive el gobierno se opuso a que se vendiera cerveza dentro de los estadios, pese a que uno de los principales sponsors del Mundial es una compañía del rubro en la que hay capitales brasileños involucrados.
El mundialista brasileño Rivaldo se unió ayer al coro de protestas de su país al afirmar que Brasil “no tiene condiciones” de organizar un mundial de fútbol y que, en cambio, debería centrarse en mejorar la sanidad y la educación. “Es una vergüenza estar gastando tanto dinero para este Mundial y dejar los hospitales y escuelas en condiciones precarias”, dijo Rivaldo en su cuenta de Twitter. El ex jugador del Barcelona y del Deportivo de La Coruña, afirmó que “en este momento” Brasil “no tiene condiciones” y “no necesita” organizar un mundial, sino invertir en educación y salud. La declaración de Rivaldo se une al apoyo que expresaron ayer los jugadores de la selección brasileña a la oleada de protestas multitudinarias que se extendieron por el país.
Según el coordinador de Responsabilidad Social de la FIFA, Federico Addiechi, el derecho a protestar “es algo grandioso. Brasil es un país democrático y aunque esto suceda durante la Copa Confederaciones, o si sucede en el Mundial o en cualquier otro momento, las personas, en democracia, tienen el derecho de protestar y debemos aplaudir esa oportunidad”, agregó. En la víspera de la apertura de la Copa Confederaciones, se iniciaron en Brasilia protestas en contra de los millonarios gastos de dinero público para organizar la cita y el Mundial de 2014. “Es una minoría”, afirmaron las autoridades. Pero los abucheos a la presidenta Rousseff, por parte de los 60.000 hinchas que asistieron al debut de la selección brasileña en Brasilia, el sábado, dejaron en claro que algo andaba mal.
Los abucheos en Brasilia convirtieron además en aliados inesperados de la mandataria al titular de la FIFA, Joseph Blatter, con quien había tenido varias discusiones el último año, y al presidente de la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF) y del Comité Organizador del Mundial (COL), José Maria Marin. El jefe de la FIFA regañó al público y pidió “respeto” a la presidenta, mientras que Marin –un antiguo aliado de la dictadura militar, durante la cual Rousseff fue presa y torturada– la aplaudió y se sacó una foto en la que festeja con la mandataria un gol de Brasil en la victoria por 3-0 sobre Japón.
De no haber una salida para la situación actual, será un año largo y difícil para Rou-sseff y para Blatter, quien apostó todo a la fiesta popular que supondría realizar la cita en el “país del fútbol” y por ello tolerar con paciencia los retrasos en las obras y las pulseadas con el gobierno en torno de la organización. Pero Brasil sigue siendo el “país del fútbol” y nadie puede descartar que el descontento popular se convierta en fiesta en caso de que la “seleçao” dirigida por Luiz Felipe Scolari logre concretar el sueño de conquistar en casa el “hexacampeonato” en 2014.
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