EL MUNDO • SUBNOTA › ES LA CIUDAD MáS AFECTADA POR EL CIERRE DE GOBIERNO
Los habitantes de Washington recibieron ayer, con algo de incredulidad, las noticias de un acuerdo bipartidista en el Senado que permitiría, en el último minuto, poner fin al paro de la administración y evitar de ese modo que el país caiga en suspensión de pagos. Al menos por ahora, lo peor se habría evitado si, como parece, los republicanos de la Cámara baja renuncian a seguir batallando. La capital del país, la más afectada por el cierre parcial del sector público, debido a su concentración de agencias gubernamentales, miraba ayer hacia el Capitolio –de reojo y con cierto hartazgo– y sin terminar de creer que los interminables tiras y aflojes entre republicanos y demócratas hubieran dado fruto. Brian Williams es uno de los afectados por los “furloughs”, como se llama a las licencias forzosas sin sueldo en Estados Unidos, decretadas por la Administración federal, para más de 800.000 funcionarios, cuando se produjo el cierre por falta de fondos. Williams trabaja para el Departamento federal de Agricultura, pero lleva más de dos semanas sin nada más que hacer que mirar el techo. No termina de sentirse muy confiado ante el acuerdo bipartidista en el Senado. “Pensaba que seguiría unos días más sin trabajar, porque parecía imposible que se pusieran de acuerdo. Aunque esperemos a ver qué dicen los republicanos en la Cámara. Puede que igual mañana (por hoy) me toque madrugar”, dijo el empleado.
La propuesta del Senado, anunciada ayer, autoriza un aumento en la capacidad de endeudamiento del Tesoro hasta el 7 de febrero y desbloquea el presupuesto para reabrir la Administración hasta el 15 de enero, lo que daría tiempo para que los dos grandes partidos negocien un acuerdo más amplio sobre el gasto público y la reducción del déficit a más largo plazo. Esa negociación sin límites sería la única ganancia que obtendría del bloqueo la oposición republicana, cuya insistencia en condicionar la financiación del gobierno y la elevación del endeudamiento a la revocación o aplazamiento de la reforma sanitaria de 2010 desencadenó la parálisis gubernamental.
Los ciudadanos, sin embargo, no terminan de creer que se hayan acabado las escaramuzas partidistas. Es que Estados Unidos vive uno de los momentos de mayor polarización política en décadas, debido al activismo del grupo ultraconservador Tea Party. En los últimos días también los militantes del Tea Party se manifestaron repitiendo su mensaje de que la reforma sanitaria es nociva para los estadounidenses, porque aumenta los impuestos, disuade la creación de empleo y supone una injerencia intolerable del gobierno en la vida privada de los ciudadanos.
Hace diecisiete años, desde el mandato del también demócrata Bill Clinton, que las actividades del gobierno no habían quedado paralizadas como resultado de las pugnas partidistas. “Hasta que no lo vea no lo creo. Además, nos estamos acostumbrando a esta actitud de los republicanos. Aun así, este acuerdo provocaría que en enero volviéramos a pasar por esto otra vez. No son razonables”, opinó Ronald Bales, vecino del área metropolitana de la ciudad.
El tráfico y el ritmo de la capital de Estados Unidos descendió en las últimas semanas, no solamente por los miles de empleados federales que se quedaron en casa, sino también por la reducción de turistas procedentes de otras partes del país. Samantha Brew viajó a Washington, de hecho, con la intención de visitar los principales monumentos de la ciudad. La falta de acuerdo presupuestario la dejó con las ganas de pasear un poco más. “Tuve que conformarme con los museos pagos”, contó Brew, que debe regresar hoy a Colorado.
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