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El servicio secreto estadounidense está buscando una manera de detectar el sarcasmo en Twitter. Por supuesto que sí. Deseosos de desarrollar una forma de automatizar su servicio de monitoreo de redes sociales, la agencia de espionaje sacó una licitación para encontrar una empresa capaz de desarrollar un programa que permita a sus ordenadores filtrar amenazas sarcásticas de las más serias, así como la realización de “análisis de sentimientos”.

Ed Donovan, portavoz del Servicio Secreto, aparentemente afirmó, sin un rastro de ironía: “La capacidad de detectar el sarcasmo y falsos positivos es sólo una de las 16 o 18 cosas que estamos examinando”. Sí, claro. No hay nada más fácil de detectar con un poco de programación y algunos algoritmos inteligentes. Los expertos en lenguaje pueden sugerir que recogen la idea presentada por el pícaro periodista Bernard Levin hace unos años, cuando sugirió que debería haber un tipo de letra de imprenta especial para estas circunstancias, llamadas “irónicas”, sólo para que la gente, como los estadounidenses, pudiera detectar la presencia de la ironía, donde no hay otras indicaciones presentes.

Sería muy simple introducir esto en una escala global, en todas las lenguas y la cultura, y que Twitter, Google y otros en los medios de comunicación más tradicionales estén de acuerdo. Tal vez ni siquiera es necesario, ya que la sátira es tan fácil de ver: después de todo, hace siglos, Una Modesta Propuesta para Evitar que los Hijos de la Gente Pobre Sean un Peso para Sus Padres o para el País, y para Hacerlos Beneficiosos para al Público, de Jonathan Swift –abogando por el consumo de los bebés– fue inmediatamente reconocida como la temprana parodia que era. Las agencias de espionaje occidentales siempre fueron parangones de eficiencia, y proveedoras de inteligencia. Nunca fueron aventajadas por un montón de borrachos señores espías británicos.

- De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.

Traducción: Celita Doyhambéhère.