Lun 12.01.2015

EL MUNDO • SUBNOTA  › NUEVAS RESTRICCIONES TRAS EL ATAQUE EN PARíS

Más control en Europa

Los responsables de la seguridad sellaron un compromiso para reforzar el control de las fronteras, incrementar el intercambio de información y frenar la masiva propaganda jihadista en Internet.

› Por Eduardo Febbro

Desde París

El futuro empezó ayer en París, y no en la calle, con los cuatro millones de personas que salieron a defender la libertad de expresión. Empezó en el Ministerio francés de Interior con la reunión que el presidente francés, François Hollande, organizó con los ministros de Interior de la Unión Europa y el titular de Justicia de Estados Unidos, Eric Holder. Los trece responsables de la seguridad sellaron un compromiso para reforzar el control de las fronteras, incrementar el intercambio de información y frenar la masiva propaganda, yihadista –textos y video– que pasa a través de Internet prácticamente sin restricción. Los asesinatos perpetrados en París por los hermanos Chérif y Said Kouachi y su cómplice, Amedy Coulibaly, acarrearán una serie de medidas restrictivas para la circulación de los bienes y las personas. Desde ya, los dirigentes reunidos se pusieron de acuerdo para levantar una de las trabas que impiden la extensión de la entrega de datos sobre los pasajeros aéreos. Estados Unidos lleva varios años presionando a la Unión Europea para que aplique plenamente este mecanismo vigente entre Estados Unidos, Canadá, Australia y el Reino Unido (e-borders y US-VISIT). El Parlamento Europeo se opone a que se suministre de la misma manera que en los países mencionados la PNR, Passenger Name Record. Se trata de los datos personales completos de un pasajero que viaja en grupo entre destinos diversos. Como las leyes europeas de protección de datos son más restrictivas que en Estados Unidos, el Viejo Continente y Washington nunca encontraron un terreno de entendimiento. Ahora, el obstáculo puede ser resuelto rápidamente.

El ministro francés de Interior, Bernard Cazeneuve, aclaró que la prioridad son “los combatientes extranjeros presentes en Siria e Irak”. La semana entrante, los ministros de Interior y de Justicia de la Unión Europea mantendrán una reunión ministerial cuyos resultados serán presentados en una cumbre internacional que se celebrará en Washington el próximo 18 de febrero. Según el titular francés de la cartera de Interior, se trata, prioritariamente, de reforzar la eficacia en el seguimiento de los desplazamientos, la comunicación y los recursos económicos con que cuentan los jihadistas. De allí los dos principios generales adoptados en París: más control en las fronteras, más intercambios de datos policiales, judiciales o oriundos de los servicios secretos, y más “colaboración” con las empresas que suministran accesos a Internet para acceder a los datos e intercambios entre los jyihadistas. Desde luego, estas medidas afectarán a todo el mundo y no sólo a los llamados combatientes extranjeros. Cazeneuve juzgó “indispensable” la asociación con los operadores de Internet para identificar rápidamente “los contenidos que inciten al odio y al terror” y neutralizar en la fuente “los factores y los vectores de radicalización”. Como Bin Laden en 2001, Chérif y Said Kouachi y Amedy Coulibaly pondrán a todo el planeta bajo el imán de una nueva aspiradora de datos e intimidades. Washington saltó de inmediato sobre la ocasión y propuso la organización de una cumbre destinada a “reflexionar” sobre los medios necesarios para luchar contra “el extremismo violento en el mundo”. Lo más probable es que Estados Unidos obtenga en adelante una suerte de legalización del espionaje mundial, el mismo que antes practicaba mediante el dispositivo Prism revelado por el ex analista de la CIA Edward Snowden. Es lícito reconocer que los servicios franceses de inteligencia fueron incapaces de detectar que los hermanos Kouachi y Amedy Coulibaly seguían activos y estaban por pasar a la acción. Estados Unidos había puesto a los hermanos Kouachi en una lista roja, pero sin informar a Francia. Además, a pesar de las delaciones y de las intenciones públicas, la cooperación entre los distintos servicios secretos del mundo dista de ser ideal. Por una razón o por otra, la información no fluye con la rapidez que haría falta. Los responsables de lo servicios secretos y de la lucha antiterrorista admiten que muchas veces se encuentran “desarmados” por la falta de información. La revoluciones árabes tuvieron en este campo un efecto contraproducente. Bernard Squarcini, ex director de la Dirección Central de la Información Interior (DGRI) explicó a la prensa que “ya no tenemos más contactos con nuestros homólogos de Túnez, de Libia, de Siria o de Egipto. Nuestra visión se redujo”.

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