EL MUNDO • SUBNOTA
› Por Washington Uranga
El proceso de canonización de Romero sufrió muchos entorpecimientos, bloqueos y oposiciones. Las presiones fueron nacionales e internacionales. Políticas y también eclesiásticas. Así lo testimonia también Leonel Herrera, secretario ejecutivo de Arpas (Asociación de Radios y Programas Participativos de El Salvador), en una carta dirigida ahora al papa Francisco. Allí denuncia que “el proceso fue bloqueado sistemáticamente por sus antecesores, Juan Pablo II y Benedicto XVI, contrarios a la opción preferencial por los pobres. Pero usted llegó, lo declaró ‘mártir por odio a la fe’ y ordenó una rápida proclamación en San Salvador”.
En el mismo texto critica a los organizadores del acto que se celebrará hoy. “Los organizadores del acto de beatificación no hacen bien la tarea –dice Herrera–. Con el estribillo de ‘mártir por amor’ intentan vaciar el contenido original de la beatificación presentando a un Romero ‘light’, muy diferente del Romero que defendió a los pobres, denunció las injusticias y señaló a los opresores.”
Dice también que “entrañables amigos suyos (de Romero) no fueron tomados en cuenta y las canciones de los artistas populares fueron reemplazadas por ‘jingles’ de televisoras comerciales que mercadean la ‘marca Romero’”. Por eso, sostiene, “el arzobispo mártir no está invitado a su acto de beatificación”.
El periodista dice también que los asesinos de Romero están “contentos” con este tipo de recordación y “no piden perdón por el magnicidio”. Tampoco lo hacen “ni los oligarcas que pidieron su cabeza, ni los políticos escuadrones que se la cortaron, ni los medios de difusión que conspiraron contra él, ni la jerarquía católica que lo traicionó”.
Agrega Herrera que “los periódicos que lo exorcizaron en sus portadas hoy publican posters; pero no piden perdón ni se convierten. La oligarquía sigue sin quitarse los anillos: 160 millonarios controlan el equivalente al 87 por ciento del PIB”, denuncia. Para agregar que quienes hoy bloquean cambios en favor de los pobres en El Salvador, “seguramente todos ellos estarán en el acto de beatificación”, aunque, dice, “los organizadores han tenido la delicadeza de reservar un espacio para ‘campesinos y pobres’”.
El secretario general de Arpas termina su carta al Papa agradeciéndole y señalando que “San Romero, sin embargo, aparece con más fuerza” y que “su legado será inspiración de las nuevas generaciones y sus enseñanzas son la guía para construir un país justo, incluyente y equitativo: un país romeriano”.
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