Vigilia democrática. Luego de anunciar el vienes que permanecerá en el cargo, la presidenta Dilma Rousseff mantiene una agenda de actividades oficiales el fin de semana, a la par de las reuniones que seguramente realizan dirigentes opositores como el senador Aécio Neves, del Partido de la Socialdemocracia Brasileña, y el diputado Eduardo Cunha, ocupados en afilar la guadaña destituyente.

Ayer la mandataria recibió en el Palacio de Alvorada al procurador general de la República, Rodrigo Janot, a quien le prolongó por dos años su mandato el que ahora deberá ser refrendado por el Congreso. No será fácil que el pliego del procurador sea aprobado por el titular de Diputados Eduardo Cunha, quien está incluido en la lista de sospechados de corrupción en perjuicio de Petrobras.

Es casi una verdad a gritos que si el procurador continúa en el cargo una de sus primeras medidas será procesar a Cunha, acusado de recibir un soborno de 5 millones de dólares. Desde que un empresario formuló esa denuncia contra el legislador evangélico, éste endureció su campaña desestabilizadora siguiendo una estrategia maximalista: causar un caos institucional que puede derribar a Dilma para desviar el foco de atención con lo que su proceso sea archivado.

Hoy Rousseff encabezará una reunión de gabinete para buscar una salida o mitigar la crisis más seria que asuela a los gobiernos del PT desde 2003, cuando Lula asumió la presidencia.