A sus 41 años, este es el segundo intento de Keiko Fujimori, hija del encarcelado ex dictador Alberto Fujimori, de llegar a la presidencia. En 2011 perdió en el ballottage ante el actual presidente Ollanta Humala. Desde entonces, se ha dedicado los últimos cinco años a viajar por todo el país en campaña.

Entre 2006 y 2011 fue congresista. De su gestión lo que más se recuerda son sus constantes ausencias al Congreso. Casada con un ciudadano norteamericano y con dos pequeñas hijas, nunca ha podido explicar el origen del dinero para solventar su alto nivel de vida. Fue primera dama durante la dictadura de su padre en los años 90, tiempo en el que convivió sin problemas con la corrupción y las violaciones a los derechos humanos del régimen fujimorista. En esos años estudió administración de negocios en Boston y Nueva York, y viajaba constantemente al Perú. Se ha denunciado que los gastos de sus estudios y viajes, y los de sus tres hermanos, aproximadamente 1 millón 200 mil dólares, fueron cubiertos con dinero robado al Estado. Keiko ha dado diversas y contradictorias explicaciones sobre el tema.

Ha construido el partido Fuerza Popular con los viejos colaboradores de su padre en la dictadura de los 90 y algunos nuevos fujimoristas. Su campaña electoral ha sido, por mucho, la que más recursos económicos ha tenido. Algunos de sus principales financistas, como el secretario general de su partido, Joaquín Ramírez, son investigados por vínculos con el narcotráfico y lavado de dinero. Varios de sus congresistas también tienen acusaciones e investigaciones abiertas por estos y otros delitos. Su campaña de 2011 recibió dinero del narcotráfico. Sobre los delitos cometidos por su padre, condenado a 25 años por crímenes de lesa humanidad y corrupción, dice que han sido “errores”.