EL MUNDO • SUBNOTA
Todo el mundo lo conoce como Peppe. Y por ser el ex bañero que salva migrantes. Cuando las barcazas cargadas de refugiados se dan vuelta y decenas de personas corren el riesgo de ahogarse en alta mar, él está allí, en el agua, junto a ellos. Giuseppe La Rosa tiene 27 años y es uno de los ocho socorristas del buque italiano Dattilo, cuya tarea específica es salvar a los refugiados en peligro, que pueden ahogarse en pocos minutos. “Hace tiempo trabajaba como bañero en una localidad siciliana, allí fue la primera vez que salvé a una pareja de las olas: tenía 14 años y entendí que ese tipo de misiones eran mi vida”, dice Peppe a la agencia Ansa, uno de los integrantes del grupo de socorro naval creado a fines del año pasado por la Guardia Costera italiana. Peppe cuenta lo que ocurre cuando a bordo de su barco suena la sirena. “De repente llega la orden de prepararse. Tenemos que estar listos para lanzarnos al agua. En esos momentos se piensa en las personas que están a bordo de la barcaza o del gomón que hemos logrado localizar. Son instantes en los que se me cruzan mil ideas por la cabeza, pero el objetivo es uno solo: salvar a la mayor cantidad de vidas posible”, confiesa. ¿Qué es lo que ocurre si se encuentra en la situación de elegir, de priorizar a una persona en lugar de otra, cuando ambas están en grave riesgo? Peppe responde que en ese tipo de socorros no hay que hacer elecciones. “El primero con el que te encontrás, lo agarrás e intentás salvarlo: y si hay tres, atrapas a los tres”, cuenta el joven, que admite que en cada salvataje pone en riesgo su vida.
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