Mar 25.05.2004

EL MUNDO • SUBNOTA

Analogía para la polémica

Por J.M. *

No hay nada más grave en Israel que comparar, aunque sea de refilón, a alguien con el nazismo, y es lo que hizo el domingo un miembro del gobierno para criticar la demolición de casas en el campo de refugiados de Rafá, al sur de Gaza. El ministro de Justicia, Tomy Lapid, líder del partido centrista Shinui, abrió la caja de los truenos cuando aseguró que las imágenes de las ancianas palestinas buscando sus pertenencias entre los escombros de sus casas le recordaban a su abuela. Es de sobra conocido en Israel que Lapid es un superviviente del Holocausto y que su abuela murió en Auschwitz. Pero Lapid no se detuvo ahí y, si para no mencionar explícitamente el Holocausto hizo filigranas dialécticas, fue mucho más directo a continuación. “La demolición de casas en Rafá debe parar. No es humano, no es judío y nos causa un grave daño en todo el mundo.” El líder del tercer partido más importante en el Parlamento israelí expresó en voz alta lo que una importante parte de la sociedad siente desde que el pasado lunes el ejército penetró en el campo de refugiados de Rafá, matando a medio centenar de palestinos y dinamitando al menos 49 edificios, casi todos ellos viviendas levantadas con el esfuerzo de años de trabajo y privaciones. “Nos van a echar a patadas de Naciones Unidas, van a llevar a los responsables ante el Tribunal Internacional de La Haya y nadie va a querer dirigirnos la palabra”, advirtió Lapid.
La convulsión política fue inmediata y continuó ayer. “Tommy Lapid es un miembro eminente del gabinete israelí y está vinculado con sus decisiones concernientes a la operación” que el ejército israelí realizó en Rafá, declaró anoche el diputado Zehava Gal-On de la oposición de izquierda Meretz (izquierda laica) a la radio pública israelí. “Las declaraciones de Lapid son desventuradas e irresponsables”, dijo por su parte el diputado Yuval Steinitz, del Likud (derecha), el partido del primer ministro Ariel Sharon. Este y dos de los halcones de su gobierno, el ministro de Exteriores, Silvan Shalom, y el de Economía, Benjamin Netanyahu, exigieron a Lapid que se retractase. Pero Lapid, lejos de hacerlo, respondió con cinismo. “No me han entendido. Quise decir que cuando alguien ve a una anciana, se acuerda de su abuela”, aseguró.

* De El País de Madrid. Especial para Página/12.

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