EL MUNDO
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El chavismo está vivo
Por Atilio Boron
Los acontecimientos pusieron en evidencia las dificultades y los obstáculos que se interponen a un intento de establecer un modelo político tan reaccionario como el que emergiera el viernes pasado en Venezuela. La escasa información disponible, fuertemente manipulada por los poderosos lobbies empresariales que ejecutaron el golpe de Estado fuertemente alentado por el gobierno de Bush desde hace más de un año, había transmitido la falsa noción de un Chávez completamente aislado y huérfano de apoyo militar y civil. Bastaron 24 horas para que esa manipulación quedara desmentida por los hechos, demostrando que por algo había ganado en tres años numerosas elecciones nacionales por porcentajes desconocidos en la historia venezolana, y que esa base social no se había desvanecido, como lo plantearon los golpistas. Las recientes declaraciones de las Fuerzas Armadas demuestran que el chavismo es un fenómeno que cala más hondo, no sólo en la sociedad civil sino en el aparato militar. Sus planteamientos equivalen en los hechos a una especie de “chavismo sin Chávez”: se derogan los decretos reaccionarios del empresario devenido presidente, se restablece el imperio de la Constitución bolivariana, se reinstituyen en sus cargos a alcaldes, gobernadores, etc., en suma, se establece el conjunto de la institucionalidad y que había sido plebiscitada por el pueblo venezolano.
En resumen, podemos concluir que la restauración oligárquica está muy lejos de ser lograda, que el chavismo como fenómeno social y político parece llamado a sobrevivir a su fundador y que la pretensión de desandar un proceso de movilización popular tan profundo como el que se diera en Venezuela, algo como soñaban algunos sectores en EE.UU. y la derecha venezolana. Se demuestra también una vez más, que el imperio es poderoso pero no es omnipotente. Y ésta es una enseñanza para un país como la Argentina, que ha hecho de la obsecuencia con Estados Unidos el principio rector de su política exterior.
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