EL MUNDO
• SUBNOTA
La mirada de los especialistas
FRANCO CASTIGLIONI,
politólogo:
“La victoria de Bush pone en el centro del debate muchas de las cuestiones expuestas en los últimos días. En primer término, el argumento que señalaba que Bush y Kerry eran lo mismo porque en Estados Unidos las políticas son de Estado es falaz. Muchos aseguraban que ambos tienen la misma posición en el tema Irak, que Kerry también tiene ideas militaristas, y eso no es real. El que hizo la guerra preventiva fue Bush, y en todo caso los demócratas se hubieran encontrado con una situación no creada por ellos, pero en ningún momento apareció en su agenda seguir con la iniciativa preventiva. Otro elemento que emerge de estos comicios es que Bush refrendó en las urnas la posición que adoptó cuando asumió su primer período y que reafirmó luego del 11 de septiembre: la idea de que un atentado es una guerra. Esto no resiste ningún análisis, porque es como si España hubiera invadido Marruecos luego del 11 de marzo. En cuanto a la dinámica bélica encarada por Bush, una cosa es la preeminencia de su política imperial y otra distinta lo expuesto por los demócratas, que hablaron de respetar el Tratado de Kioto, de formar alianzas con los países europeos, y no de insistir con el eje de la guerra. La base de apoyo Bush son los sectores ricos, y Kerry dijo que iba a gravar al uno por ciento de la población: justamente los ricos. Kerry habló de redistribución, de política sanitaria, de derechos civiles y emitió una posición difícil de encontrar incluso en Europa sobre el derecho de las mujeres a la elección en el caso del aborto. Estos resultados demuestran que la derecha es en el mundo cada vez más autoritaria y menos respetuosa de las instituciones. Estados Unidos está muy lejos de los tiempos de Franklin D. Roosevelt: el establishment político y económico tomó partido por la derecha, la Justicia está sellada, y la Ley Patriótica está afectando derechos civiles como nunca desde el macartismo. El Partido Republicano dejó de ser una fuerza electoral para un candidato, y pasó a ser un bloque cultural cerrado y ahora va a tener la mayoría en el Congreso, lo que significa poder gobernar sin aliados, sin consultar con los demócratas. Estados Unidos tiene hoy una clara división de universos culturales: en una vereda está Woody Allen y en la otra Schwarzenegger. Es de esperar que la derecha aproveche que no sólo se trató de una victoria en el colegio electoral, sino además en votos, y ahora tendremos una derecha populista. Y un consejo que daría a las autoridades argentinas es que no digan más que para nosotros es beneficioso un triunfo de Bush, porque es lo mismo que cuando La Nación publica en tapa que el mal de la vaca loca en Europa abre grandes oportunidades para el país. No hay que perder de vista que Estados Unidos puede pasar de las relaciones bilaterales a la política del Big Stick sin problemas, y la administración Bush es la misma que embestía contra Argentina en defensa de los plomeros y carpinteros norteamericanos”.
JUAN GABRIEL TOKATLIAN,
analista internacional:
“Esta elección cristalizó una división muy profunda en la sociedad estadounidense y esto definitivamente va a tener consecuencias no sólo domésticas sino, además, en el ámbito internacional. La primera de ellas es que se van a legitimar las concepciones estratégicas del sector más recalcitrante del partido republicano, que va sentir que tiene vía libre para llevar adelante sus proyectos. Y en este sentido esos sectores van a tentar a George Bush a buscar otros escenarios de despliegue del poderío militar estadounidense, y Medio Oriente y el Asia Central seguramente estarán en el ojo de esa proyección. Por otra parte, para este segundo período Estados Unidos va a procurar un realineamiento de sus contrapartes mucho más fuerte. Va a intentar definir con más insistencia quién está alineado con Washington y quién está contra Washington. Y en ese marco, donde los márgenes de acción van a estar reducidos para la mayoría de los actores, Argentina enfrentará un gran desafío debido al rol que ocupará durante los próximos dos años en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. La reelección de Bush –cuyo eje de campaña fueron los temas vinculados a la seguridad, a Irak y la lucha contra el terrorismo– muestra además que hay un conservadurismo moral muy profundo y arraigado en la sociedad norteamericana. Eso le permitió a Bush reafirmar de manera categórica su mandato, ya que no sólo se impuso en el número de votos, sino que además se alzó con la mayoría en ambas cámaras legislativas, y creo que esto es una señal dramática y fuertísima que coloca como sector dominante en el poder norteamericano a lo más fuerte de la derecha. Esto podría tener implicancias negativas incluso para la democracia norteamericana”.
FEDERICO SCHUSTER,
politólogo:
“George Bush ganó su reelección como presidente de los Estados Unidos. Esto era esperable. Y puede explicarse sobre la base de dos factores centrales. Uno, el terror. El terror que se encarnó en amplios sectores de la sociedad norteamericana después del 11 S y que Bush explotó hasta el extremo. A Bush lo salvó el 11 S. La crisis económica de los Estados Unidos es de una gravedad y magnitud de consecuencias impresionantes. Bush no pudo enfrentarla. Los atentados de las torres le permitieron, por una parte, desviar el foco de atención de la economía –que lo hubiera llevado a un fracaso descomunal– y por otra parte, generar un movimiento expoliatorio a partir de la aventura militar sangrienta en Irak. El proyecto del presidente es internacionalizar la crisis local (lo que no resulta difícil hoy para un país de la incidencia de los Estados Unidos) y compensar el déficit público con las ganancias que pueda obtener a partir de una estrategia armada de apropiación de recursos estratégicos. Sin embargo, la crisis es tal que sólo puede predecirse, a corto o a mediano plazo, la imposibilidad de disfrazarla. Un segundo factor, ligado de algún modo con el primero, es la cultura autocentrada norteamericana, que pone en primer lugar la voluntad hegemónica y se antepone a cualquier dimensión que pretenda incluir al resto del mundo más que como comparsa turística relativamente exótica; escenografía que rodea al Imperio. Si a esto le agregamos un candidato como Kerry, que no logró presentarse ni como chicha ni como limonada, el juego termina de cerrarse. El resultado, sin dudas, impacta sobre nuestras vidas; pero a largo plazo el proceso de la decadencia americana no cambia demasiado”.
ALBERTO FERRARI ETCHEVERRY,
ex subsecretario de Asuntos latinoamericanos:
“Estas elecciones no arrojan demasiadas sorpresas. Se trata del mismo pueblo que eligió a Nixon, a Reagan y a Bush. Es todo un signo decir que de los cuatro últimos republicanos electos para le Presidencia, el menos incompetente de ellos fue Bush padre, mientras que los otros tres pueden ubicarse en el nivel de Carlos Menem. Por eso creo que no hay mucho que hablar de Bush, ni mucho que predecir para el país o para el mundo frente a un personaje de este tipo, que tiene como mayor apoyo el fundamentalismo evangélico –tal vez por su condición alcohólico recuperado–, y que es capaz de hacer cualquier cosa. Las bromas que se hacen sobre Bush recuerdan a las que caían sobre Hitler y Mussolini. Dudo que el pueblo alemán esté del todo recuperado de sus responsabilidades por haber llevado a Hitler al poder, y creo que algo similar puede pasar con el estadounidense. Estamos viviendo la hora más negra de la historia de los Estados Unidos. Esto es peor que lo que pasó hace cuatro años con el fraude y obliga a una análisis sobre qué es en lo que se ha convertido el pueblo norteamericano. En cuanto a la capacidad de Estados Unidos de dar una dirección al mundo, uno puede ser optimista y recordar que hace pocos días se juró la constitución de la Unión Europea, que hoy se presenta como un ejemplo más sensato de capitalismo porque hoy más unitario que Estados Unidos”.
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