Mié 17.08.2005

EL MUNDO • SUBNOTA  › COMO SON LOS QUE TODAVIA REHUSAN DEJAR LA FRANJA

Quienes aún esperan “milagros”

› Por D. M.*
Desde Neve Dekalim

Fuera o no el último día que pasaban en el asentamiento en el que habían vivido durante 22 años, Noti y Rachel Slater sabían que el fin era inminente. Al contrario de lo que hicieron muchos colonos en las últimas semanas, ellos no hablaron del “milagro” que podría detenerlo. Pero cuando anoche la hora límite pasó, en claro contraste con el creciente número de sus vecinos, la pareja silenciosa y desafiante deliberadamente no había empacado una sola valija. Mientras dos de sus hijos miraban televisión aparentemente despreocupados de que el ejército pudiera llegar en cualquier momento a partir de hoy, Slater, de 46 años, dijo: “No, no estamos empacando. Nos queremos quedar aquí. No creemos que sea bueno para Israel. Si quieren sacarnos, entonces tendrán que hacerlo y tendrán que llevar nuestras cosas”. ¿Y qué pasaba con la amenaza de que perderían un tercio de su indemnización por quedarse más tiempo que el permitido? “Escuché hablar de eso, pero hay cosas que valen más que el dinero. Esto es importante.”
Slater solía trabajar para un negocio agrícola en los asentamientos que ahora está cerrado. Pero salvo por su inhabitual presencia al mediodía, en la casa prevalecía una atmósfera de normalidad. Su hija Tirza, de 14 años, estaba pelando papas para la cena después de la cual fueron a una ceremonia comunitaria en la que los residentes de Neve Dekalim orarían juntos, posiblemente por última vez. La familia, dijo Slater, simplemente estaba “pasando el tiempo”. Toda la familia había discutido qué hacer. “Les dijimos a los chicos que ellos podían irse si querían, pero todos se quisieron quedar.” Tirza Slater añadió: “Es importante estar aquí. Yo no me quiero ir cuando otra gente se queda y lucha por quedarse. Es muy difícil irse, de todas maneras. Yo no quiero estar separada de mis padres”. El automóvil de la familia se está reparando fuera de Gaza; salvo eso, los Slater habían enviado los documentos de familia y la ropa de invierno que no necesitarán hasta la llegada del frío. Slater dijo que tenía pocos sentimientos personales. “Este no es realmente un problema nuestro; yo puedo seguir con mi vida. Es un problema para toda la nación. No hay un lugar en el mundo que le daría la tierra a sus enemigos. Si uno escapa del terror, éste corre detrás de uno. No se detiene.” Slater alaba a George W. Bush y a Tony Blair por luchar contra “el terror en Irak”, pero cuando se le señala que ambos hombres apoyan decididamente la política de desconexión de Ariel Sharon dice que no puede entender por qué no aplican lo que él ve con el mismo criterio de lo que está sucediendo en Israel, añadiendo: “Quizás sea porque no son judíos”.
La señora Slater, de 45 años, cuya madre nació en Londres y que todavía tiene parientes en Manchester, es menos desapasionada que su marido. “¿Qué siento?”, pregunta con un rasgo de sarcasmo. “Tristeza, frustración, ira. ¿No es suficiente?” Sus tres hijos mayores son adoptados. “Ahora se los va a mudar nuevamente de un lugar que ya conocen.” Slater dice que sólo saben que irán a “algún hotel” inmediatamente después de la evacuación. ¿Qué harán cuando llegue el ejército? “Trataremos de convencerlos, decirles que están haciendo algo malo, algo erróneo. Supongo que no los convenceremos. Son solamente soldados. Sólo están haciendo su trabajo. Entonces nos iremos. No lucharemos.”

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.

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