Jue 01.09.2005

EL MUNDO • SUBNOTA

Una tragedia nacida en el trauma de vivir en guerra

Un rumor convertido en el arma más letal: distintos especialistas analizan cómo el horror cotidiano de los iraquíes terminó creando las condiciones para una psicosis que derivó en desastre.

@Morir por nada, morir por un rumor. O bien: morir en Bagdad. Página/12 abrió el diálogo, en procura de acercarse a la comprensión de un hecho que –según uno de los entrevistados– “desborda toda palabra”. Distintos comentarios trajeron conceptos de “microtrauma cotidiano”, que afecta a los que todos los días presencian situaciones traumáticas, como los conductores de ambulancias y, claro está, todos los habitantes de Bagdad. Es que esta ciudad, como ninguna otra, puede ilustrar el hecho de que “el amo absoluto es la muerte”, según observó, citando a Hegel, otro de los entrevistados. Por último, y si se trata de los alcances del rumor, otro ejemplo muestra que, en algún sentido, la Revolución Francesa fue posible gracias a un malentendido.
“Los habitantes de Irak viven bajo el ‘microtrauma cotidiano’ –observó Daniel Mosca, jefe del Servicio de Estrés Postraumático del Hospital Alvear–: este concepto se aplicó inicialmente al personal de emergencias: gente que, aunque no sufra situaciones traumáticas en forma directa, todos los días las presencia y se involucra en ellas. Estos microtraumas pueden terminar generando patologías. Lo cual es aplicable a lo sucedido en Irak: de las miles de personas que estaban en ese puente, es probable que pocos hubieran padecido alguna vez un trauma externo real, pero sí estaban cotidianamente próximos a bombardeos, atentados, muertes violentas. Así, la persona es más vulnerable ante situaciones estresantes y, llegado el caso, responde con un alerta inadecuado.”
En otros términos, y según el psicoanalista Germán L. García, “en épocas de guerra, la instancia suprema es la muerte. En tiempos de paz, lo que trasciende a la persona es la mirada divina; la mirada de Dios, o de aquello en lo que la persona crea, la sociedad, el ‘bien común’, como decía Rousseau. Pero, en épocas de guerra, la muerte aparece como amo absoluto, tal como lo planteaba Hegel. Y si una cara de esto es la del suicida, el mártir, la otra cara es la del pánico. En Bagdad, esos peregrinos, que iban a hacerse mirar por Dios, se encontraron con la mirada de la muerte y, casi en una especie de identificación masiva con el atacante suicida, terminaron inmolándose”.
Pero, “¿dónde encontrar una palabra que pueda expresar algo de esto? –preguntó Gregorio Kaminsky, profesor de Psicología Social en la UBA–: lo sucedido desborda toda palabra, pero sólo podía haber sucedido bajo el holocausto que los iraquíes viven todos los días. En definitiva, esto forma parte del proyecto de aniquilamiento promovido por George W. Bush: si no fuera por su intervención, no habría sucedido”.
Jorge Halperín, autor del libro Mentiras verdaderas, recordó que “los rumores son informaciones que circulan por fuera de canales institucionales” y señaló que el efecto fulminante del rumor en los peregrinos de Bagdad “hay que situarlo en el contexto de un país que sufre ataques continuos”. Halperín recordó el caso de “un rumor que contribuyó a generar un comportamiento violento masivo: en los meses previos a la Revolución Francesa, había circulado el rumor de que se acercaban hordas para masacrar, robar y violar. Para responder a esa amenaza imaginaria, se formaron milicias rsurales, cuya participación en la Revolución de 1789 resultó fundamental”.

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