Mié 16.08.2006

EL MUNDO • SUBNOTA

Ojo con la ira de los reservistas

› Por Sergio Rotbart
Desde Jerusalén

Poco tiempo después de que entrara en vigencia el cese del fuego en el sur del Líbano, un alto oficial criticó la preparación militar de Israel. “Desde los recortes del presupuesto militar de 1998, durante ocho años combatimos en los territorios palestinos y no pudimos ocuparnos de las verdaderas amenazas. Aprendimos a basarnos en un ejército regular y mientras tanto creció una generación de reservistas de 26/28 años cuya única experiencia es la guerra en los campos de Gaza y de Jenin.” El militar resumió que “la fuerza aérea y la inteligencia cumplieron su misión de manera satisfactoria, pero en tierra estábamos preparados sólo para la guerra contra los palestinos”, se quejó.

El premier Ehud Olmert deberá estar muy atento a las quejas de los soldados que regresen del frente, y al eco público que ellas puedan suscitar, así como a las voces de los familiares de los 34 muertos que cayeron en las 48 horas de combates que continuaron tras la aprobación del cese del fuego.

“En los entrenamientos te prometen que en la guerra vas a tener de todo. Pero cuando llegás al frente, ves que los enfermeros no tienen chalecos de protección, un batallón terrestre entero no fue movilizado por la falta de equipo para la visibilidad nocturna, los tanques no contaban con todo el equipamiento necesario, las armas no eran adecuadas.” El testimonio, recogido de un soldado reservista en la fuerza de tanquistas que regresó del Líbano, refleja el tono de crítica y decepción que puede escucharse en boca de muchos israelíes que fueron enrolados para combatir en la guerra contra el Hezbolá.

Tras la Guerra del Día del Perdón en 1973 y en la primera guerra del Líbano en 1982, se crearon comisiones investigadoras como resultado de la presión pública. En 1973, el gobierno se negó, al principio, a designar una instancia que revisara su propio desempeño y el del ejército, pero fue la ola de protesta generada por los reservistas que volvieron del frente la que desembocó en la creación de la Comisión Agranat (por su titular, el entonces presidente de la Corte Suprema de Justicia, Shimon Agranat). En 1982, la multitudinaria manifestación de protesta (alrededor de 400 mil personas), que tuvo lugar a raíz de la masacre de Sabra y Shatila, dio lugar a la Comisión Kahan, que recomendó la destitución de Ariel Sharon como ministro de Defensa.

En la sesión del Parlamento que trató el acuerdo de cese del fuego en el Líbano, si bien algunos diputados reclamaron la creación de una comisión investigadora sobre el desempeño de la cúpula política y militar durante la guerra, Benjamin Netanyahu, el líder del principal partido opositor (Likud), se limitó a objetar algunos “errores”. El premier Olmert reconoció que hubo fallas en la gestión de la batalla contra el Hezbolá y aseguró que “tendremos que efectuar un autoexamen en todos los frentes”. Y agregó: “No encubriremos nada, pero no podemos darnos el lujo de revolcarnos en la contienda desenfrenada y en las acusaciones recíprocas, pues debemos asegurar que la próxima vez, y puede haber una próxima vez, las cosas se harán mejor”.

El discurso de Olmert fue interrumpido por Zeava Galon, la titular de la bancada parlamentaria de Meretz, quien lo llamó a renunciar. Ello le costó ser expulsada del recinto por la titular del Parlamento, Dalia Yitzhik. Por si no fuera poco, la actitud de Galon no fue recibida con agrado por sus propios pares partidarios, quienes expresaron su reticencia ante lo que definen como “una línea demasiado crítica y alejada del sentimiento general de nuestros votantes”. El diputado Arieh Eldad, del bloque ultranacionalista Unión Nacional-Mafdal, dijo dirigiéndose al primer ministro: “Empezaste como Churchill y terminaste como Chamberlain”.

Netanyahu señaló los puntos débiles del acuerdo de cese del fuego: la falta de solución en el tema de los dos soldados israelíes secuestrados, en el desarme del Hezbolá y en la amenaza de futuros ataques con cohetes. Pero no dijo expresamente cuál sería la alternativa para obtener esos logros. Y, lo que es más significativo, tampoco exigió la creación de una comisión investigadora. Lo cual no es casual, como lo destacaron miembros del partido de gobierno, Kadima. Netanyahu sabe –aseguran esas fuentes– que una posible revisión conducirá a los miembros de la comisión seis años atrás, cuando tengan que responder a preguntas tales como: ¿quién ordenó el recorte del presupuesto de Defensa?, ¿y de los servicios de bienestar estatales?, ¿quién postergó la inversión en la infraestructura de Defensa Civil?, ¿quién perjudicó a los poblados de la periferia, como Kiryat Shmona, Safed y Karmiel?

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