Lun 07.05.2007

EL MUNDO • SUBNOTA

El PS se alista para una refundación en el llano

Ségolène Royal evocó temas tabúes socialistas como seguridad, reforma del sistema de jubilaciones, patriotismo, pero no le alcanzó. Varios dirigentes exigían un cambio de dispositivo electoral para las legislativas de junio.

› Por E. F.
Desde París

Unos días antes de que los resultados de la elección presidencial sancionaran el fracaso de la candidatura de Ségolène Royal, el PS ya pensaba en el futuro. Arnaud Montebourg, portavoz de Royal, decía: “Royal tuvo el gran mérito de haber intentado en diez cortos meses lo que el PS no quiso hacer en cinco años”. Para el PS, la barrera del respeto estaba fijada a más de 47 por ciento de los votos, es decir, el porcentaje que el ex primer ministro socialista Lionel Jospin obtuvo en la elección presidencial de 1997 frente a Jacques Chirac. Pero Ségolène Royal no llegó ni siquiera a eso, a pesar de haber contado con un contexto más favorable.

El PS se prepara hoy a una refundación en solitario. Sus aliados tradicionales, comunistas y ecologistas, salieron de las urnas más empobrecidos que nunca. Las incesantes interpelaciones de Ségolène Royal hacia los electores centristas en el período que fue de la primera a la segunda vuelta de la elección marcaron el punto final de un ciclo histórico iniciado en 1974, cuando el PS pactó su estrategia a través de la unión de la izquierda. Esa izquierda ya no existe. Royal, con los temas prohibidos que evocó en la campaña –seguridad, reforma del sistema de jubilaciones, patriotismo, seguridad– rompió con muchos tabúes socialistas. Esa posición no bastó, sin embargo, para alcanzar la victoria.

El fracaso es tanto más potente cuanto que Sarkozy era ministro saliente de un gobierno que, en sus cinco años de gestión, conoció dos crisis que trascendieron las fronteras francesas: los disturbios de octubre de 2005 en los suburbios, y la prolongada lucha de los jóvenes contra el CPE, contrato primer empleo.

Los allegados de Royal siempre alegaron que, ganadora o derrotada, el destino de la candidata estaba ligado a la conformación de un gran polo socialdemócrata. Pero los porcentajes de la derrota pueden cambiar las reglas del juego. Ayer, varios dirigentes de peso exigían un cambio de dispositivo electoral para las elecciones legislativas (junio). Por segunda vez consecutiva, el PS sale a las urnas legislativas con la apuesta de digerir sin demora un fracaso presidencial. Las opciones que agitan hoy al PS francés tienen los mismos rostros de quienes participaron en la primaria socialista del año pasado. Ségolène Royal, Laurent Fabius, Dominique Strauss-Kahn.

Royal aspira a continuar con la estrategia de “renovación” basada en la búsqueda de “nuevas convergencias más allá de las fronteras (de la izquierda)”, es decir, hacia el centro. Pero el ala izquierda del PS no quiere ni hablar de pactar con el canto de las sirenas centristas. El ex primer ministro Laurent Fabius hizo un llamado a favor de “una izquierda sin complejos” y se burló de Royal invitándola a no “confundir su izquierda y su derecha”. Por su parte, Dominique Strauss-Kahn, el hombre que instaló la idea de renovación, se presentó abierto para “implementar” una renovación socialdemócrata. Strauss-Kahn y sus partidarios se definen bajo el techo de una “casa renovada” mediante una alianza de la izquierda con el centroizquierda.

Hace apenas cuatro meses, los socialistas repetían que la elección presidencial era imperdible. Anoche, dirigentes y militantes buscaban el hilo conductor de la derrota. Son muchos. El primero, surgido a puertas cerradas del mismo PS, apunta a la “libertad” de la candidata. Hizo su campaña en solitario, sin coordinación con las estructuras, pasó mucho tiempo explicando que era una mujer libre, que actuaba fuera de la influencia del PS mientras el PS le apagaba las luces. Luego, al cabo de innumerables controversias, Royal terminó integrando en su equipo de campaña a quienes antes había fustigado, para luego “proclamar otra vez su estatuto de mujer libre”. Anoche, un dirigente decía, entre dos pasillos y en voz baja: “Es una broma todo esto. Ségolène rompió con los fundamentos del PS pero eso no nos aportó nada. La famosa apertura hacia el centro no nos trajo ni el más mínimo voto de la derecha sino que perdimos muchos de la izquierda”. “Ségolène fue incapaz de unir a los suyos”, dice otro dirigente. Si bien es cierto que Ségolène Royal nunca se sacó de encima la impresión de improvisación o incompetencia que se le pegó como una sombra, el PS, de manera colectiva, tampoco fue capaz de restarle credibilidad a Sarkozy, candidato que avanzó con el argumento de la ruptura pero era miembro de un gobierno durante el cual no se reformó nada. Anoche, Ségolène Royal se quejó con dureza de la manera en que el PS la trató y le sacó los apoyos: “Hay una red de gente que nunca aceptó mi designación”. La derrotada candidata también imputó a la primaria socialista la imagen de incompetencia que le restó muchos millones de votos. “Eso me destruyó.”

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